Niños víctimas del terrorismo

Niños víctimas del terrorismo

Wilfredo Amr Ruiz

EE. UU.

No existe razón para que quitar la vida de lo más inocente de la creación: nuestros niños. La reciente masacre en Newtown, Connecticut, fue un acto terrorista, aun cuando en los medios no se le llame así. Al cruel perpetrador, Adam Lanza,  no se le llama terrorista porque no es un inmigrante ilegal ni lleva nombre árabe; aun así cumple con el perfil de la definición de “terrorista”.

Múltiples factores contribuyen a la prevalencia de la violencia en nuestra sociedad que desemboca en estas tragedias.  La discusión pública está dominada por teorías y propuestas para controles de armas más estrictos, como si leyes más severas automáticamente solucionaran el comportamiento violento. Más restricciones legales, limitando por ejemplo el nuevo acceso a armas de asalto, nada harán para eliminar las que ya están en manos de millones de personas. Este problema social requiere un acercamiento más comprensivo y holístico.

En momentos de aflicción nos acercamos al Creador buscando su compasión y paz. La conciencia de Allah −llamada por algunos temor de Allah−, la espiritualidad, la oración y la vivencia de una vida guiada por principios morales, como el respeto a la vida, la propiedad y el derecho ajeno, van más allá de materias y métodos que puedan enseñarse y adquirirse por libros y maestros; valores de orden mayor  que están contenidos dentro del marco de la plena convivencia familiar y comunitaria.  Es imposible esperar que se viva con estos principios sin primero practicarse en nuestra propia familia y con nuestros vecinos.

Ausente en la discusión pública, figura el hecho de que la nación norteamericana es una nación extremadamente violenta, involucrada en múltiples y continuas guerras en la pasada década.  Jóvenes adolescentes, como mis hijos, se han criado en una nación en estado de guerra constante; expuestos a noticias sobre nuestras fuerzas armadas matando seres humanos y bombardeando poblados alrededor  del mundo; sumándole las informaciones de bajas y mutilaciones de nuestros soldados.  Para esta generación, las atrocidades de la guerra no son vistas como algo extremo o indeseable, sino como lo ordinario; son norma y no excepción.

La recurrencia de las masacres como esta demuestra que nuestras instituciones han fallado en proteger a nuestros niños. Las prioridades gubernamentales no reflejan una preocupación genuina de salvaguardar tanto su seguridad física como emocional. Hay una necesidad apremiante de reenfocar los recursos nacionales para que vayan acorde con los deseos y discursos. El liderazgo político debería preguntarse cuánto de sobre el trillón de dólares de presupuesto relacionado con la defensa será dedicado a la seguridad de nuestros niños. Según el programa Leave no Child Behind – Children Defense Fund,  5.740 niños y adolescentes fueron ultimados con armas de fuego entre 2008 y 2009, casi duplicando las víctimas del ataque terrorista del 11 de septiembre.

Hoy debemos recordar a todos los niños de todo el mundo que caen víctimas de la violencia. El Profesor Bill Quigley, Director del Centro Para los Derechos Constitucionales de la Universidad de Loyola, hizo un llamado reciente al presidente Obama:

Recuerden los 20 niños que murieron en Newtown; los 35 que murieron en Gaza solo este mes por bombardeos israelíes; los 168 que han muerto en Paquistán desde el 2006 por bombardeos con drones de los EE. UU.; los 231 que murieron en Afganistán en los primeros 6 meses de este año; los 400 niños menores de 15 años que mueren anualmente en los EEUU por armas de fuego; los 921 niños que murieron en bombardeos contra insurgentes en Iraq; los 1,770 niños estadounidenses que mueren cada año víctimas de maltrato y abuso; y los 16,000 que mueren cada día alrededor del mundo por hambruna.

Los niños son lo mejor de la creación. La tradición judía los define como seres tan puros que el Talmud establece “que hasta el aliento de un niño está libre de pecado”; y el Libro de Salmos número 127 declara que “los niños son herencia recibida del Señor”. La tradición cristiana muestra evidentemente la compasión para con los niños cuando en el Evangelio según Mateo de la Biblia se cita a Jesús proclamando: “Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios”.  En el Islam, los niños son considerados un legado otorgado por el Creador a los padres, quienes responderán por ellos ante Allah el Día del Juicio Final.

Los niños son lo mejor de la creación.  Actuemos para proteger tan sagrado legado.

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