El título escogido para este artículo es el epígrafe de la obra El mundo transformado, de Ernst Jûnger, y sirve sobremanera para sintetizar el momento por el que está pasando nuestro sistema mundo, en el que una potencia que declina intenta evitar lo inevitable con una huida hacia adelante, azuzada por un puñado de psicóticos, tecnócratas y financieros, que la han usado como montura durante este último vertiginoso siglo; precisamente porque la citada obra aborda la irrupción de un peligro debido a la guerra tecnificada, la quiebra del sistema liberal, y la ruptura de ingenios técnicos, ruptura que en este caso puede ser entendida como el punto de quiebre de la sobreendeudada economía occidental y del precario sistema de equilibrios sostenido hasta ahora desde el fin de la segunda guerra mundial; punto de inflexión manifestado en las llamadas sanciones catastróficas contra Rusia que vuelven como un boomerang sobre sus promotores, hasta el punto de que en Europa ya han dimitido cuatro jefes de estado: Inglaterra, Italia, Bulgaria y Lituania.
De manera que el conflicto de Ucrania yace inserto en una amalgama de situaciones de tensión diversa aludida por varios analistas como un conflicto en múltiples dimensiones al que llaman “guerra híbrida”, cuya escalada podría meter al mundo en una situación de catástrofe aún peor de las que ya asoman por nuestros horizontes, que no son pocas. Crisis inflacionarias motivadas por la subida de los hidrocarburos como consecuencia de las restricciones a la importación de hidrocarburos rusos- muy parecidas a las que se han dado previamente al estallido de conflictos de gran envergadura, llamados mundiales por ello-. Crisis alimentarias como consecuencia de las interferencias por la guerra en las cadenas de suministro, puesto que Ucrania junto a Rusia son dos de los más grandes exportadores de granos, cereales y semillas para aceite. Crisis de gobernabilidad debido a que las sanciones que buscaban debilitar a Rusia en realidad están haciendo mella en occidente, léase Estados Unidos y sus obligados aliados, perjudicados por ellas hasta el punto de que las actuales condiciones de crisis podrían barrer a sus gobiernos, y dejar sin operatividad a la sinarquía financiera que lleva adelante su empuje demencial, expresado, por ejemplo, en la imposición de reducción de las tierras de uso agrícola en Europa y la reducción en un 95% de sus cabezas de ganado “para bajar las emisiones del nitrógeno” (lo que ha motivado en varios países de la Unión Europea protestas masivas sólo equiparables a las del pasado año contra las “medidas sanitarias”) Todo eso mientras los países afectados por la reducción de importaciones del gas intentan compensarlo ¡¡¡volviendo al uso del carbón!!!
En conclusión, la guerra de Ucrania está perdida para occidente pero Rusia no tienen prisa en terminarla porque, tal y como la denomina (“operaciones especiales”), logran mejor sus objetivos llevándola a cabo pausadamente, y además porque se han dado cuenta de que, al revés de lo que pretendía EE.UU. y la OTAN, un conflicto prolongado en lugar de debilitar a Rusia, debilita a sus prepotentes adversarios, de modo que la performance del comediante de Kiev, que ya no tiene una pizca de gracia, ha metido a su país en una tragedia en la que la política de “hasta el último ucraniano” (que buscaba usar a Ucrania como un ariete para golpear a Rusia), con el conflicto prácticamente decidido, pone al país en una situación de muertes inútiles y de un endeudamiento incluso mayor del que empujó a Iraq a la invasión de Kuwait como medida desesperada. Viene al caso mencionar que el hombre de Kolomoiski, Zelensky -apellidos nada eslavos-, tiene ya preparada su retirada, con mansiones en Florida y Tel Aviv, si no es antes convenientemente martirizado, puesto que, dado el presente escenario, a sus “socios” les sirve más muerto que vivo, y además porque EE.UU. viene empujando nuevos escenarios de tensiones. Tensiones que movilizan enormes recursos en la compra y venta de armamento por parte de diversos estados y que hacen difícil saber por dónde podría desatarse la escalada. En la reunión de la OTAN recientemente efectuada en Madrid, el “socio americano” enfatizó el “acuerdo” de sus integrantes de subir el gasto militar como mínimo en un 2% de su producto interior bruto. Claramente el complejo industrial militar se suma a la Finanza, la Big pharma y la Big Tech como instancias corporativas privilegiadas por la agenda del foro de Davos.
Por su parte, las tropas rusas vienen encontrando en Ucrania mercenarios y personal militar, incluidos altos mandos, de países de la OTAN como Francia, España, Alemania, Estados Unidos y Canadá. Lituania cortó el paso del ferrocarril que conectaba a Rusia con Kaliningrado, el territorio que esta última anexionó de Prusia oriental después de la segunda guerra, y cuya comunicación con Rusia estaba garantizada por tratados internacionales, por lo que esta medida por sí sola podría constituir un casus belli. La OTAN además de integrar a Suecia y Finlandia recientemente a su organización, anda en conversaciones con Georgia nuevamente para hacerla parte del tratado también a condición de que entre en guerra con Rusia… China viene anunciando hace tiempo la reincorporación de Taiwán a sus territorios, (posiblemente también motivada por el control de la producción de microchips, circuitos integrados y semiconductores -a punto de lograr el salto de 7 a 3 nanómetros-, esenciales en su guerra tecnológica con USA), mientras que el tío Sam viene anunciando que no lo permitirá, de manera que también allí tenemos otro punto de crisis.
De hecho, a la última reunión del Foro de Davos no asistieron ni China ni Rusia, de manera que éstas parecen tenerlo claro, lo de la agenda 2030 y el reset no tiene nada que ver con ellos, de manera que los chicos del foro pueden guardárselos para ellos. No deja de ser irónico que esta agenda pretenda una reducción en el uso de hidrocarburos y su reducción de facto, producto de las sanciones a Rusia, hayan dejado a los socios de la OTAN sumidos en una crisis de proporciones porque el no uso de dichos combustibles es una medida bastante menos fácil de implementar de lo que pudiera imaginarse. De manera que -quién lo diría-, acaba de calificarse a la energía atómica, desestimada por Alemania luego del desastre de Fukushima, como energía verde.
Por su lado, Rusia y China siguen potenciando el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y recientemente han pedido su ingreso Irán, Arabia Saudita (países productores de petróleo), Turquía, Indonesia, y hasta Argentina (lo cual podría ser la esperanza para dicho país de salir del profundo pozo negro a la que ha sido empujada por los “fondos buitre”), lo que suma fuerza a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y los países de Eurasia en su iniciativa de impulsar el intercambio a través del uso de monedas locales prescindiendo del dólar, cosa que tiene a más de un representante de la élite financiera global nervioso. Están desesperadillos. La secretaria del tesoro americano acaba de anunciar hace unos días sanciones para los países que no usen el dólar en sus transacciones económicas con otros.
La verdad, es bien curiosa esta manera de imponer medidas vía sanciones. Pero además a estas alturas parece que no va a funcionar, y el resultado de los últimos movimientos en el tablero mundial parecen ser el aislamiento de occidente junto a una consolidación y crecimiento de los organismos comerciales e internacionales de Asia.
De hecho, tampoco deja de ser irónico que dos de los países más sancionados hasta ahora, Irán y Venezuela, sean también los países hacia los que se vuelve occidente para intentar compensar los hidrocarburos menguados debido a sus conflictivas relaciones con Rusia. No obstante, y aunque se alcancen algunos acuerdos, eso no hará que por arte de magia esos y otros países, como India, se alineen con Estados Unidos y la Unión Europea, dejen otros acuerdos comerciales y de cooperación, y se sometan a la imposición de sanciones contra Rusia ni cesen en la implementación de un sistema de pagos alternativos al swift y al dólar.
Todo ello deja a la élite corporativa y financiera reunida en el foro de Davos ante una situación bastante compleja, en la que pueden tomar opciones peligrosas y arriesgadas, cuyas consecuencias pueden ser bastante difíciles de predecir.
Frente a un panorama tan sombrío y amenazador siempre nos queda el Mejor de los refugios, y la aleya de Su Libro Luminoso, “Cada vez que enciendan un fuego para la guerra, Allah lo apagará. Se afanan por corromper en la tierra, pero Allah no ama a los corruptores.” (5.64) Aleya que aparece en en La mesa servida, al Ma`ida. Curiosamente, el conflicto de Ucrania se manifestó en la revuelta del Maidán (parte de las “revoluciones de colores” con las que Washington procura cambios de régimen en otros lugares del mundo), en la que se vio a Victoria Nuland repartiendo panecillos para arengar a la multitud (sí, la misma que dijo algo así como “que se joda Europa” para responder a la objeción de que la intervención americana para poner un régimen afín en Kiev no gustaría en algunos sectores del continente)
Sin embargo, y aunque los planes de la élite globalista tienen larga data (y en surat del trueno podemos leer: “Ya tramaron quienes hubo antes que ellos, pero Allah es a Quien pertenece toda la capacidad de tramar”. 13.42), la esperanza de que el instante peligroso por el que estamos pasando devenga en situaciones menos adversas que las presentes confluye con el título de la obra citada en un comienzo, El mundo transformado, puesto que las acciones desesperadas de la élite corporativa responden al panorama de un mundo en transformación que pone en jaque sus maquinaciones.
Últimamente hemos visto varias situaciones en las que diversos países reorientan sus relaciones internacionales y arriesgan medidas inéditas (Zimbabue se ha atrevido a acuñar monedas de oro y ponerlas en circulación para evitar la inflación)
De hecho, una de las escenas más jocosas de estos últimos meses fue la llamada no atendida de Biden a las autoridades saudíes para solicitarles que elevasen la producción de petróleo para detener la subida de los precios. De modo que Biden tuvo que viajar en persona al reino para intentar obtener algunos consensos, lo cual al parecer no ha logrado, salvo aplazar por el momento la solicitud de ingreso de Arabia Saudí a los BRICS. Por su lado, Turquía, país de la OTAN también tiene nerviosos a sus socios americanos, pues aunque ha vendido drones a los ucranianos y, aun poniendo condiciones, ha admitido el ingreso en la OTAN de Suecia y Finlandia, no deja de dialogar y establecer acuerdos de cooperación con Rusia y China, por lo que tiene molesta a la administración americana, lo cual ha expresado diciendo que Turquía “juega a los dos lados de la alambrada”
La expresión deja poco margen a la duda, el conflicto de Ucrania que es sólo uno de varios escenarios de tensión y choque, en un comienzo entre la OTAN y Rusia por un lado, y USA y China por otro, ha acelerado el desarrollo de situaciones por detrás del conflicto, dando lugar a la emergencia de un bloque complejo de países, relaciones comerciales y acuerdos estratégicos que, en primer término, hacen el contrapeso al occidente subordinado a la élite financiera y corporativa reunida en el foro de Davos, y, pese a la pretenciosa tesis del fin de la historia de Fukuyama; y si la historia corresponde a un continuo cambio de fronteras de índole diversa; como decía Galileo, “y sin embargo se mueve”…