El Din, ni religión ni estado

Hace unos días, en la prensa apareció un artículo con el título de “la diferencia entre árabe, musulmán, islámico e islamista”. Sospechando cuál iba a ser la intención del autor, decidí saltar directamente a las definiciones de musulmán e islamista. La primera la exponía como: ‘la persona que sigue la religión de Mahoma. Siendo un adjetivo religioso y totalmente independiente de la nacionalidad del individuo’. Por otro lado, el escrito definía la palabra islamista citando la definición de la fundación de la entidad bancaria BBVA como ‘aquel que propugna la aplicación de la ley islámica en la vida política’.

Me resultó impactante el hecho de que alguien ajeno a islam y a su realidad existente defina conceptos propios de éste sin presentar fuentes de autoridad reconocidas, y sobre todo que sea un banco el que lo haga. Aunque por encima de todo, lo más impactante es que desgraciadamente muchos musulmanes crean en una ‘secularización islámica’ producto de una constante demonización mediática de los musulmanes. Por lo tanto, decidí hacer este escrito en respuesta a la posibilidad de una secularización del islam.

Desmontando la primera definición, hay que mencionar que la palabra musulmán viene del árabe ‘muslim’ que significa sometido, o sea la persona que está sometida a Allah.

En surat Al-ma’idah 5:3 encontramos:

‘Hoy los que se niegan a creer han perdido las esperanzas de acabar con vuestro dín. No los temáis a ellos, temedme a Mí. Hoy os he perfeccionado vuestro dín, he culminado Mi bendición sobre vosotros y os he aceptado complacido el islam como dín. El que se vea obligado por hambre, sin ánimo de transgredir… Ciertamente Allah es Perdonador y Compasivo’.

El término utilizado para ‘perfeccionado’ tiene también como sinónimo ‘completado’. Por lo tanto, este ayat nos da a entender entre otras cosas que se nos ha revelado un dín perfecto y completo. La palabra dín se suele traducir erróneamente como religión. Por lo tanto, se procederá a la disección de este término:

La Real Academia Española define religión como ‘un conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y de prácticas rituales, principalmente la oración y del sacrificio para darle culto’.

En otras palabras, la definición de religión se reduce a los actos individuales de adoración y moralidad mientras que en islam encontramos mucho más que esto. Islam abarca la creencia, la profecía, el discernimiento, los actos de adoración, contratos legales de todo tipo, la justicia en toda su complejidad, la administración pública y social, impuestos y mucho más.

Un ejemplo que nos sirve para argumentar que el dín no es una religión, es el caso del Zakat. Malinterpretado como limosna, es realmente un impuesto obligatorio al rico y destinado al pobre, y que tiene la obligación de ser recogido por el emir del lugar. Es decir, el requisito para uno de los cinco pilares (incuestionable en el dín), es tener un emir, una figura de autoridad política. Por lo tanto, este análisis de base, desmonta la idea de ver el dín simplemente como una religión.

Musulmanes y no musulmanes utilizan como contrargumento a estas palabras el evidente fracaso político existente en la mayoría de países autodenominados musulmanes sin tener en cuenta que en estos mismos países (al igual que en muchos otros en las mismas condiciones) se les ha adaptado un modelo de gobierno y administración completamente ajeno y desconocido a estas naciones, dando como resultado un modelo incompatible.

Aquí es cuando se nos plantea la siguiente pregunta. ¿Cómo funciona la administración pública en islam? Para ello, contamos con la mejor de nuestras referencias.

Rasulullah, la paz y las bendiciones sean sobre él dijo:

‘El libro del creyente permanece abierto por tres razones tras su muerte: un hijo que hace dúas por él, el conocimiento útil dado y la sadaqah permanente’.

Un ejemplo de la sadaqah permanente es el sistema del Awqaf. Y ejemplos de waqf (singular de awqaf) pueden ser pozos, escuelas, madrasas, hospitales, mezquitas, orfanatos y mucho más. El primer Waqf fue establecido por un sahaba y era algo tan simple como un palmeral cuya recolecta estaría destinada a un grupo específico de personas.

Siglos después, en el Imperio Otomano encontramos un desarrollo del sistema del awqaf en el que esta práctica se normaliza, y la formalización de esto se traducía en los siguientes procedimientos: el anterior propietario del terreno, edificio o negocio lo donaría en forma de institución y una serie de normas acerca de cómo el Waqf iba a ser administrado, se registraría en forma de documento ante un qadi, quien revisaría que nada entrase en conflicto con la sharía.

Con una retribución (monetaria o no) a los trabajadores, el sistema del Awqaf funcionaba de manera exitosa e independiente sin tener que depender del gobierno. De hecho, el emir, sultán, o líder no podía tomar acción legal de ningún tipo hacia ningún Waqf, siempre y cuando estos no estuviesen en contra de la sharía. Ellos, incluso tenían la obligación de protegerlos.

Según el profesor de la Universidad de Estambul Mehmet Maksudoğlu, hubo un periodo de quinientos años en el que el gobierno no tuvo que invertir ningún capital en sanidad ya que los hospitales eran autónomos y públicos; mientras que en Europa en aquel tiempo la gente vivía en condiciones pésimas. Sin embargo, hoy encontramos grandes países como los Estados Unidos en el que se invierten miles de millones de dólares en sanidad y aun así hay gente que no puede permitirse enfermar por miedo a la factura que les espera tras el tratamiento.

La situación en el Imperio Otomano llegó a ser tan espléndida, que se crearon Awaqf dedicados a alimentar a las aves, cuando la nieve en las montañas suponía un impedimento para que estas encontrasen comida. Algunas de las normas estipuladas eran tan precisas que los documentos especificaban quién iba a administrar el waqf, o la cantidad y el tamaño de las raciones de carne que el huérfano debería recibir en cada comida.

También existían delegaciones enviadas para verificar que las normas estipuladas fuesen aplicadas, o para que los pobres que eran demasiado tímidos para ir a los comedores públicos (ya que mendigar es makrúh) recibiesen su comida a domicilio. De hecho, existía incluso el equivalente a oficinas donde los necesitados pudiesen presentar una queja, por si alguna injusticia se había cometido hacia ellos en alguna de estas instituciones. Cabe recordar que no estamos hablando del siglo XX o XXI. ¡Esto sucedía en la Edad Media!     

Hay un maravilloso ejemplo acerca de la conquista de los Balcanes en el cual la tierra de Bosnia se le había concedido al sultán como botín de guerra. En vez de habérsela quedado para sí mismo, la concedió como Waqf y los beneficiados serían los mismos bosnios. Por lo tanto, aparte de recibir un salario por su trabajo, todos los beneficios estarían destinados a la sociedad bosnia y sus necesidades.

Teniendo en cuenta que en el periodo preislámico de Bosnia seguía existiendo el derecho de pernada (en el cual el señor feudal tenía derecho a pasar la primera noche de bodas con la novia), con este acto por parte del sultán, invitó a los bosnios a islam, aún hoy en día éstos mismos hablan con ternura acerca de Turquía.

Podemos deducir por estos hechos que la sociedad otomana se encontraba en tal estado interno que no se trataba de vivir de la sociedad, el objetivo de la gente como de sus líderes, era realizar una sadaqah permanente la cual continuaría escribiendo en sus libros después de su muerte.

Mi intención al mencionar todo esto es que tenemos un ejemplo que funciono funcional durante siglos. No necesitamos adaptar un sistema distinto a islam. Esto es islam en sí, un ejemplo de una administración alternativa al sistema bancario predominante a nivel mundial que nos separa dictando mediante definiciones entre musulmán e islamista (palabra no existente hasta después de los atentados del 11 de septiembre).

Es el mismo sistema que destruyó el Imperio Otomano, ya que éste no cayó por un conflicto armado sino por la deuda bancaria pero que aun así sigue mostrando restos de la grandeza que una vez tuvo. Yo personalmente me hospedé gratuitamente en un Waqf durante mi estancia en el país.

Habiendo ya descompuesto la incompatibilidad de la definición de dín como religión, a continuación, se procederé a examinar la compatibilidad de considerar el entendimiento actual de estado con la naturaleza del dín.

Incuestionablemente, Thomas Hobbes fue entre otros, el padre del entendimiento del estado moderno. En su libro más famoso titulado ‘Leviathan’ se expone una serie de ideas en la cual describe al estado como un monstruo mitológico (leviatán) que, aunque invisible tiene el poder de controlar a la sociedad, de legislar con el derecho de emprender la violencia y el derecho a establecer los impuestos.

Es evidente que Hobbes tomó de Maquiavelo transformando las ideas de éste en una doctrina política basada en el absolutismo. Transformó el poder basado en lo divino y personal a lo impersonal, dando el derecho a crear una legislación hecha por el hombre sin tener en cuenta a la divinidad. En otras palabras, dio lugar al estado secular.

Según la reconocida autora y traductora de trabajos islámicos, Hayya Aisha Bewley, la ley islámica no concibe el poder absoluto del líder ya que la soberanía definitiva pertenece a Allah. El estado no crea la ley, sino que el estado es creado, sostenido y definido por la ley divina, y el deber del líder es defender, mantener y aplicar dicha ley.

Aquí se empieza a contrastar la diferencia entre el estado moderno y la soberanía islámica. Uno tiene un poder descentralizado y absoluto mientras que el otro es personal y divino. La siguiente pregunta es: ¿Cómo se previene en un gobierno islámico la posibilidad de que se tiranice el poder? Aquí es donde aparece el papel de los fuqahá.

Los fuqahá son aquellos que conocen y preservan la ley. No forman la clase religiosa de un estado teocrático shi’a, aunque su conocimiento y su lealtad a lo divino es lo que les da la autoridad para levantarse contra un líder que cambia este fundamento de gobierno.  

Ellos realizan el equivalente al balance de poderes sin recibir un sueldo (ya que no es correcto recibir un salario por el trabajo de éstos). Su sustento viene de beneficios de ciertos awqaf dedicados a este fin. Por lo tanto, no dependen de un sueldo por parte del líder, haciéndolos así imparciales.

El papel de los fuqahá para el desempeño de un balance de poderes puede parecer utópico a primera vista, pero lo cierto es que este es otro fenómeno que se ha demostrado. El último ejemplo conocido a nivel mundial es el de 2016 cuando en Turquía se hizo un intento de golpe de estado y fueron los fuqahá desde los megáfonos de las mezquitas quienes llamaban a los civiles a las calles para salvar la república.

El desenlace de aquella noche se resumió en que fueron los civiles quienes plantaron cara a un usurpador. Cabe mencionar como argumento en contra del absolutismo que el hecho de mantener un servicio militar obligatorio dota a la población de los conocimientos necesarios para garantizar el bienestar de una sociedad en un caso similar al mencionado.

Una vez analizado esta serie de incorrecciones acerca de los musulmanes y de la posibilidad de separar el ser musulmán con el establecimiento del dín, es correcto decir que el simple hecho de ser musulmán es establecer el dín. El dín es adab y el musulmán debe de tenerlo. Nuestro dín es perfecto y completo, no necesita revisión ni adaptación. Somos nosotros quienes necesitamos reinventarnos. El concepto del dín rompe con todo parámetro establecido acerca de la religión y el estado, dando lugar a un fenómeno completamente distinto.

Allah dice en surat al Baqarah 2:119:

‘Los judíos y los cristianos no estarán satisfechos contigo hasta que no sigas sus creencias. Di: la guía de Allah es la Guía. Si siguieras sus deseos después del conocimiento que te ha venido, no tendrías ante Allah quien te protegiera ni auxiliara’.

Según el comentario de este ayat, cuando menciona la palabra ‘creencias’ (mil-lah), se refiere a un término que abarca la idea que se tiene de la vida, del mundo, y de la felicidad, lo cual es el factor determinante en el modo de vivir y actuar. En otras ocasiones a lo largo del Corán ha sido traducido por “religión”.

Todos y cada uno de nosotros conocemos la idea que se tiene de los musulmanes gracias a los medios de comunicación. Por supuesto que sabemos que ésta no es la realidad y estoy seguro de que cada uno de nosotros ha visto más de una vez en televisión muchos ‘arabistas’ y ‘expertos de oriente medio’ hablando sin sentido acerca de los musulmanes; y sin embargo, no hemos visto ni la mitad de musulmanes (por no decir ninguno), con cierto nivel de educación hablando en nuestro nombre acerca de nosotros, o denunciando atrocidades cometidas a diario en lugares como Myanmar, Cachemira, China o República Centroafricana que los medios nunca mencionan.

Este discurso no viene a pedir una marginación social de los musulmanes. De hecho, el no conocer islam es lo que crea una radicalización de los musulmanes. ¿Cuántas veces que ha habido un ‘lobo solitario’ se ha escuchado que aquel individuo no solía practicar o ir a la mezquita? Debemos formar parte de esta sociedad y cultivarnos tanto en los aspectos académicos de ésta como en los islámicos, sin olvidar que tenemos la solución para los problemas de la sociedad, esta es la sunnah llevada a cabo en Meca durante el principio de la revelación.

Debemos salir al mundo y mostrar a la sociedad quienes somos, necesitamos verdaderos representantes de nosotros. No se trata únicamente de un discurso, también de ejemplo. El discurso debe venir junto con el ‘amal.

Si revisamos la historia para entender el presente, uno se da cuenta que todo absolutismo necesita un enemigo para poder mantener a la sociedad bajo control. Necesita que su gente tema ‘al monstruo exterior’. De la década de los treinta hasta 1945, el enemigo principal era el nazismo. Desde el 45 hasta el 89, fue el comunismo. Y desde el 2001, el nuevo enemigo es el ‘islamismo’.

La idea de atemorizar a la ciudadanía, es mantener un miedo constante en ella y hacer que esta sienta la necesidad de una seguridad otorgada por el estado, para así tenerla bajo control. Los enemigos de islam quieren demonizar a los musulmanes, y así mantener a la gente lejos de la única solución posible al estado moderno en todos los niveles. La ironía es que cuanto más atacan al dín, más gente se hace musulmana. ‘Elos maquinan, pero Allah es el mejor de los maquinadores’.

‘Aquel que se adhiera a mi sunnah durante la corrupción de mi ummah (nación), ganará la recompensa de cien mártires’.

Al-Bayhaqi.
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