Soberanía alimentaria, una necesidad urgente

Soberanía alimentaria, una necesidad urgente

Ya´qub González
Santiago de Chile

“Y comed de aquello que Al-lah os da, lícito y bueno…”
Corán 5:88

Cuando hace unos años en una ocasión, mi querido Hajj Muhammed Rafiq afirmó que la única comida halal era la biológica u orgánica, no creí que se tratara de una declaración seria y desprovista de algún afán de provocar o polemizar. Sin embargo, pasados los años, y dada la cuantiosa información que hoy disponemos respecto a la diversidad de formas en que son manipulados los alimentos antes de que lleguen a nuestra mesa, he podido darme cuenta de las profundas implicancias que tiene este asunto, y de que la afirmación que entonces se realizó no deja de tener una base en una rigurosa interpretación de nuestro fiqh.

En efecto, si tomamos en consideración no sólo la cuestión de los transgénicos, sino aspectos tan importantes como el tipo de cosas con que a nivel industrial son alimentadas las aves de corral y los animales de ganado −previamente a ser apartados por algunos para ser sacrificados ‘de modo halal’− llegaremos a conclusiones semejantes, pues mayoritariamente estos animales no son alimentados con granos o pasto según conviene a su naturaleza y al modo en que han sido conformados por Allah, sino que con aceites animales, cuando no con la propia carne de otras criaturas o especies (hemos de recordar que la alimentación de vacas con piensos industriales en los que había carne de vacuno y otros se reguló únicamente por y a partir del síndrome de la enfermedad Creutzfeldt-Jakob −o “mal de las vacas locas”−, lo cual no significa que su prohibición se haya extendido al resto de la industria cárnica), ya se trate de harinas de pescado, o aun con granos en el caso del ganado, que no está hecho para mantenerse sano bajo ese tipo de consumo, dado que éste determina un cambio en el pH ( la acidez) de sus intestinos y la presencia persistente de microorganismos como la E. coli, de los que de otro modo estarían libres (además del cloro o lejía con que esto se intenta “solucionar”).

Otro tanto sucede con la leche, a la que se retira la materia grasa para hacer mantequilla, siendo sustituida con materias grasas de otros orígenes. De manera que lo que en un comienzo se supone una fuente de nutrientes, pasa a ser un producto desnaturalizado, que en el mejor de los casos apenas contiene los aportes nutritivos que de él se esperan, si es que no contiene además sustancias añadidas directamente nocivas para la salud. O, como es el caso de las frutas y las verduras, que en lugar de aportar sus vitaminas y propiedades naturales, muchas de ellas curativas –como las depurativas y hepáticas, por ejemplo en el caso de las piñas o ananás−, terminan siendo vías introductorias al organismo de sustancias patógenas difíciles de erradicar, presentes en ellas por su fumigación con una amplia gama de pesticidas altamente tóxicos.

Respecto a todo ello, hay dos sensaciones sumamente encontradas. Por una parte, nos maravillamos ante la hikma (sabiduría) del Hacedor de todas las cosas, que ha puesto en todo aquello que nos sirve de alimento no sólo propiedades nutritivas, sino muchas veces propiedades digestivas, depurativas y curativas; mientras que por otra, nos horrorizamos ante el modo en que los alimentos son tratados en su producción, en razón única de la codicia y afán usurero de ganancias, que de ese modo pasa por alto los altos costos en salud, a la larga, para los destinatarios de dichos productos.

Todo ello nos señala la necesidad apremiante de buscar, dentro de las cosas que redundan en el crecimiento y beneficio de nuestras comunidades, las maneras de hacernos cargo o de asegurarnos el acceso a alimentos de buena calidad, exentos de aquellos tipos de manipulaciones que signifiquen su desnaturalización, alteración o modificación. Lo que, por otra parte, reforzaría la necesidad de recuperar los procesos productivos en manos de la gente, para poder así restablecer el mercado donde, a un mismo tiempo, pueda restablecerse el patrón oro y plata como base de un comercio bendito y halal. Todo lo cual con la ayuda de Allah iremos haciendo, antes o después, ¡insha Allah!

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