Amigos y enemigos en Oriente Medio

Amigos y enemigos en Oriente Medio

 Abdulhasib Castiñeira

Ciudad del Cabo

El origen de las desgracias y las derrotas de los musulmanes de Oriente Medio, como ocurrió en Al Andalus, está en haber tomado por aliados a sus enemigos.

A medida que la humanidad avanza en la globalización de la información, la economía y los movimientos de influencia y perturbación social y política, para lograr intereses y ambiciones de explotación de recursos, dominio de los mercados y control de los territorios; los países musulmanes de Oriente Medio siguen sacudidos por las guerras, las revoluciones, las matanzas de civiles, las invasiones extranjeras y las intervenciones militares y diplomáticas de las cuales son mayormente victimas y no protagonistas. Los musulmanes de Oriente Medio parecen atrapados en luchas perdidas de antemano, con modalidades de pensamiento arcaicas, ya superadas, ideologías en desuso y formas de organizar su lucha completamente desfasadas. Nacionalismos caducos, como todos los nacionalismos, revueltas y algaradas con un Corán en la mano, slogans en ingles para las cámaras de las televisiones extranjeras, violencia callejera que provoca victimas, principalmente entre las filas propias, enfrenamientos desiguales de civiles desarmados a fuerzas policiales y militares perfectamente adiestradas y equipadas, son pruebas de locura, desesperación e insensatez, y de un nihilismo completamente ajeno a la sabiduría del Islam. La enseñanza coránica de la lucha desigual entre Talut (Saul)  y el ejército de Yalut (Goliat) esta basada en la disciplina, obediencia al líder y confianza completa en Allah y Su mensajero.

Por su disciplina militante, su cohesión y su obediencia a sus lideres, movimientos como Hamas en Palestina, los Hermanos Musulmanes en Egipto y Hizbullah en Líbano obtienen éxitos parciales para sus causas y avances limitados, y sin embargo una victoria real y completa no esta ni mucho menos al alcance, ni en Palestina, ni en Siria ni en ninguno de los territorios musulmanes del Oriente Medio porque una y otra vez los dirigentes de esos movimientos confunden a sus enemigos con sus amigos.

La victoria anhelada es segura, y le pertenece al Din de Allah, no a un partido, ni a una política ni a una ideología. En el surat Saff, dice Allah:

“Él es quien envió a Su Mensajero con el Din de la verdad para que prevalezca sobre todas las demás religiones, aunque ello o detesten los idolatras”.  (Surat al-Saff. 61:9)

Orígenes históricos

La mayoría de los conflictos en Oriente Medio tienen su origen en el periodo anterior a la Primera Guerra Mundial. Los intereses estratégicos de Francia y Gran Bretaña chocaban con la presencia del Califato Otomano y su flota marítima. En el Tratado de Sykes-Picot en 1916, pactado entre Gran Bretaña y Francia, ambas planearon, en un acuerdo  secreto dividirse la región entre ellas.

Gran Bretaña y Francia decidieron partir en pequeñas entidades el Oriente Medio para hacer más fácil su control y el plan se puso en práctica en la Primera Guerra Mundial. Los franceses se apoderaban de la zona norte y los británicos de la región del sur. En el proceso de división y reparto de los territorios otomanos hubo muchas promesas incumplidas y más de una escandalosa traición. Gran Bretaña hizo saber que veía con buenos ojos la creación de un  hogar nacional para los judíos en la tierra de Palestina, en la Declaración Balfour de 1917, mientras que por otro lado, seguía apoyando las aspiraciones nacionalistas de los árabes de Palestina y fomentando su rebelión contra la autoridad otomana.

Los franceses acentuaron aun más la fragmentación territorial, otorgando a sus aliados, los cristianos maronitas, el territorio de la costa Siria dándole el nombre de la montaña: Líbano. Líbano no había existido jamás como país. Los británicos eran aliados de los gobernantes del Hiyaz, la dinastía Hashemi, y habían alentado la revuelta árabe contra el Califato Otomano, prometiendo un estado árabe desde Iraq hasta Yemen. En 1925, y también con apoyo británico, la tribu de los Banu Saud emprendió una campaña militar de sometimiento de la península árabe que culminó con la conquista del Hiyaz, arrebatándole su legítima autoridad a la dinastía Hashemi y sentando la base de la moderna Arabia Saudita. Los británicos, a modo de compensación, dieron a los Hashemitas dos reinos nuevos: el reino de Transjordania, un nuevo país al Este del río Jordán al que se dio el nombre de Jordania, dividiendo Palestina por la mitad y el reino de Iraq.

Al Oeste del río Jordán desde finales del siglo XIX, aun bajo dominio otomano, se había producido una lenta inmigración de judíos europeos, paralelamente a la campaña para la creación de una entidad nacional judía en Palestina. Durante la época de la partición británica y francesa, los judíos iniciaron una estrategia de compra de tierras a terratenientes ausentes de Cairo, Damasco y Beirut que poseían títulos de tierras en Palestina.  Para los judíos estas eran adquisiciones legítimas, para la población palestina la estrategia era un asalto a sus medios de vida y así fue como la mayoría de los árabes de Palestina fueron desposeídos y más tarde expulsados de sus tierras ancestrales.

Después de la segunda Guerra Mundial, tras del holocausto nazi, el éxodo judío se intensificó y el proyecto sionista se aceleró. Simultáneamente la ideología nacionalista llegó también a los pueblos árabes que consideraban la integridad territorial de Siria violada por el acuerdo de Sykes-Picot y se opusieron a la independencia de Jordania, de Líbano y a la creación de un estado judío en Palestina.

El nacionalismo como ideología influyó en la política de Jordania después del final del mandato británico en 1948. Jordania recelaba de la creación de un estado palestino y veía al estado judío como una garantía y una  protección de su reino contra los palestinos. Jordania asumió sobre Jerusalén Este y la Cisjordania. En 1970 Jordania desencadenó una guerra sangrienta contra los palestinos, el Septiembre Negro, expulsando al FLP a Líbano.

Egipto tampoco quiso reconocer la nación Palestina y en 1948 el ejército egipcio invadió Gaza. Egipto veía Gaza como una extensión natural del Sinai. En 1952 se hizo con el poder Gamal Abdelnasser. Sus ambiciones eran aun más extensas: una republica árabe socialista, laica y unificada.  Ese ideal se hizo realidad en 1958 con la creación de la Republica Árabe Unida, que incluía a Siria. Esta unión representaba un desafío para las monarquías Hashemitas que establecieron a su vez una efímera Confederación que incluía a Jordania e Iraq y que acabó, en menos de un año, con el golpe de estado nasserita que derrocó a la monarquía de Iraq. Yaser Arafat apareció en esos momentos como aliado de los nacionalistas árabes, presentando a Palestina como parte integral de la Unión de naciones árabe alentada por Abdelnasser. Ese objetivo de unión nacionalista árabe era contrario a la política de las monarquías árabes. El socialismo árabe de Egipto y de Siria y de Iraq recibió el apoyo de la Unión Soviética y las monarquías árabes de Arabia Saudita y Jordania el apoyo de los EEUU, durante la llamada guerra fría árabe.

Siria y Egipto

A finales del 2012 el régimen de los Asad en Siria se resquebraja. Es solo una cuestión de tiempo hasta que el régimen caiga. Cuatro millones de personas dentro del país y medio millón de refugiados en Líbano y en Turquía están necesitadas de ayuda humanitaria. Los grupos de la oposición estiman en 44.000 las victimas mortales desde que se inició el conflicto en Marzo de 2011 en Deraa. Las matanzas de civiles por el ejército y los servicios especiales del régimen se han convertido en algo habitual. Los ataques aéreos a colas de las panaderías, una cruel especialidad. El principal apoyo militar y económico al régimen de Bashar Al Asad procede de Irán. La minoría Nuseirita, una religión oscura, que se hace llamar alauita (seguidores de Ali) y se arrima a los Shia para intentar parecerse lo mas posible y ser mas reconocibles para los musulmanes, constituyen el 12% de la población de Siria y sin embargo controlan todos los resortes del poder militar, económico y político, con mano de hierro, sobre la población musulmana. La religión Nusairita cree en la divinidad de Ali, rechaza cada uno de los pilares del Islam, desprecia las mezquitas, celebra rituales en cuevas sagradas y practica la taqiya o disimulación de sus creencias, simulando ser musulmanes ortodoxos. El clérigo libanés Musa Al Sadr emitió una fatua en 1973, declarando a los Nuseiritas legítimos Shia duodécimos, certificando así su alianza con Irán. Las masacres de su población civil, sus torturas y asesinatos de niños, mujeres y ancianos han hecho perder al régimen toda legitimidad. Las deserciones de los cuadros dirigentes y de la cúpula militar y policial son un goteo constante. Un nuevo poder central que refleje  la composición de la población de Siria, 82% musulmana, su diversidad cultural y lingüística y que desarme a los combatientes extranjeros de ideología modernista para evitar que, pese a su reducido numero,  lleguen a convertirse en una fuerza desestabilizadora, son los retos de los musulmanes en Siria, una vez el régimen de los Asad haya caído.

En Egipto el movimiento de los Hermanos Musulmanes, en el poder después de la caída de Mubarak en  Febrero de 2011 y de las elecciones de Junio del 2012, no han derrocado al ejército, que retiene su poder intacto, y han entrado a formar parte de la escenificación de la nueva dictadura. Los Hermanos Musulmanes no tienen mas crédito en su poder que el de haber sucumbido a la ideología democrática occidental y a su sistema bancario, de igual modo que los militares egipcios sólo cuentan en su haber con la poco loable hazaña de haber sido derrotados por el minúsculo Estado de Israel. Egipto permanece bien  amarrado como colonia del capitalismo bancario usurero.

Después de la fragmentación del califato, los modelos ideológicos modernos, democracia, nacionalismo, liberalismo, capitalismo y revolución socialista han impregnado el cuerpo de las sociedades musulmanas. La incapacidad de distinguir entre amigo y enemigo ha precipitado y multiplicado las adversidades. En “El concepto de lo político”, Carl Schmitt define la esencia del criterio político saber distinguir entre el amigo y el enemigo.

En el Corán está claramente expuesto y repetido

“Aquellos que toman a los que no creen como amigos protectores, en lugar de los creyentes, ¿acaso esperan conseguir poder gracias a ellos? Ciertamente que todo el poder y la fuerza le pertenecen a Allah.”  (Surat An Nisa. 4:139)

En su tafsir de esta aleya, el Imam al Qurtubi dice que esos son los hipócritas. Se definen como musulmanes pero piensan que su Señor no tiene verdadero poder, que el poder verdadero lo tienen los enemigos. Y en consecuencia ponen sus esperanzas y depositan su confianza en los kuffar, en su forma de hacer las cosas, sus métodos, sus técnicas y sus sistemas. No sólo toman como amigos protectores a sus propios enemigos naturales, sino que les siguen servilmente, ajustándose exactamente a la descripción que de ellos hace el mensajero de Allah:

“Seguiréis las prácticas de los que os han precedido palmo a palmo, brazo a brazo, hasta tal punto que si ellos se meten en la hura del lagarto, vosotros les seguiréis entrando también en ella”.

Esta es la descripción de los hermanos Musulmanes con sus llamamientos a la democracia y su obsesión con los cambios constitucionales, en un país necesitado de oportunidades de empleo, sediento de justicia social y cansado de poderes opresivos.

La necedad de esta forma de actuar quedó bien manifiesta en 1982, cuando maás de 20.000 hombres, mujeres y niños fueron masacrados en menos de un mes en la ciudad siria de Hama por las fuerzas del padre de Bashar, Hafez al Asad. En una reunión en Londres con clérigos de la nueva Republica Islámica de Irán algunos dirigentes de los Ijwan revelaron sus planes de derrocar a Al Asad. Los clérigos iraníes dieron cuenta inmediatamente de los planes a su gobierno y este informó al régimen de Al Asad. Su acción de buscar ayuda en los enemigos, sólo tuvo como resultado una masacre espantosa y de hecho sirvió para cimentar el régimen de los Nuseiritas. Los Ijwan con su política de madriguera de lagarto son parte del problema y no de la solución.

Los musulmanes del Sham, los de Egipto y los de los países surgidos artificialmente después del desmoronamiento del Califato, deben levantar la bandera del Islam y luchar por el Din; dejar de mirar a otros y encontrar su fuerza en sí mismos, en su sumisión a su Creador y en su estricta obediencia a Su Mensajero, que Allah le bendiga y le conceda paz.

“Vuestro amigo es Allah y Su Mensajero y los que creen, los que establecen el salat, pagan el zakat y se postran.”  (Surat Al Maida. 5:55)

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