La guerra y la paz, el Gran Juego y el rey tuerto presa de sus propias mentiras

Y comprendió que la guerra, era la paz del futuro,
lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida
(Canción del elegido, Silvio Rodríguez)

Si Zelenski hubiese leído La guerra y la paz, de Tolstoi, hubiese reconocido la táctica con la que los rusos fueron mermando a las tropas napoleónicas que habían invadido su país. Apostándose en una colina en las inmediaciones de la población de Borodinó, fueron vertiendo su artillería sobre las tropas enemigas a cada acometida de su ejército. Pero es improbable que el trágico comediante jázaro -como le llama el analista geopolítico mexicano Alfredo Jalife- lo haya leído, pues de otro modo no se entiende su empecinamiento con Bajmut, a la que envió oleadas sucesivas de brigadas, algunas con un entrenamiento express otan, otras reclutadas a la fuerza y sin experiencia. Fueron cayendo una tras otra, como mariposas nocturnas atraídas por el fuego durante más de doscientos días. Inútil el informe de los americanos que estimó en un promedio de 5 horas el tiempo de sobrevivencia de un soldado ucraniano en este frente, por lo cual aconsejaban retirarse a Zelenski, quien ignoró incluso al general Zaluzhny del propio alto mando ucraniano, que insistía con vehemencia en la necesidad de replegarse. El resultado ha sido terrible. Si a finales de octubre pasado había cien mil soldados ucranianos muertos, solo la batalla de Bajmut puede haber doblado la cifra. A ésto se suma la reciente y tan publicitada contraofensiva ucraniana, que a pesar de haber sido anunciada desde principios de año, empezó a concretarse recién un par de semanas tras de la caída de Bajmut el 20 de mayo; sumando otros 25 mil soldados a las 200 mil bajas, y sólo 25 mil gracias a que los ucranianos comenzaron al fin a variar sus tácticas, bajando la intensidad de los ataques tras las primeras masacres, que dejaron las llamadas zonas grises (tierra de nadie entre las líneas ucranianas y rusas) sembradas de cadáveres y vehículos otan hechos chatarra. No se sabe si porque los jefes otan viendo en tal estado sus vehículos dieron órdenes claras y concisas (la guerra era una oportunidad para la industria bélica de exhibir sus productos), porque el alto mando ucraniano ha logrado hacer ver a Zelenski que enviar a la muerte a sus tropas sin objetivo los llevará a un pronto quiebre del frente, o bien porque esto último ya se aproxima.

Lo cierto es que todo esto era bastante predecible. Realizar ofensivas sin apenas cobertura aérea y en clara inferioridad logística, además de la desventaja que significa la posición de ataque contra un ejército un ruso que les esperaba hace meses, por lo que le ha sobrado tiempo para fortificar sus líneas defensivas, y que además cuenta con una capacidad de fuego y superioridad aérea que han hecho escabechina en el frente tanto como en la retaguardia ucraniana. Lo cual no impidió a los medios occidentales anunciar durante meses lo que el analista geopolítico español Fernando Moragón acuñó con sorna “la gran contraofensiva primavera-verano”, ni les impidió repetir las estúpidas consignas del comediante de Kiev, de que llegarían hasta Crimea.

En ese sentido ha habido una brecha exorbitante entre lo que estaba sucediendo en el frente y lo que reportaban los medios occidentales, otanistas sin excepción. Pero ya comienza a transparentarse el desastre ucraniano incluso por parte de medios británicos y americanos, lo cual podría indicar que la magnitud del desastre es aún mayor, lo que no es un impedimento para que los cínicos representantes estadounidenses sigan ofreciendo apoyo y medios de (auto) destrucción a Ucrania, del mismo modo que sus subalternos europeos, que han comprometido veinte mil millones de euros durante los próximos cuatro años. Pese a lo cual no se entiende por qué el régimen ucraniano ha librado la guerra en condiciones tan pésimas, pero la verdad es que su país ha sido el cordero de sacrificio en el intento de Estados Unidos de evitar la pérdida de su hegemonía frente a Rusia y China.

Finalmente, tras el estrepitoso fracaso de la tan cacareada contraofensiva ucraniana, el régimen de Kiev ha entrado en fase terrorista, ordenando acciones menores sin otro despropósito que el de abrir los telediarios europeos, como las incursiones a territorio ruso de Belgorod con un puñado de soldados ucranianos, los ataques con media docena de drones en las inmediaciones de Moscú, el atentado a la represa de Nova Kajovka (de los cual obviamente culpan a los rusos) o los reiterados intentos de destruir el puente de Kerch, que une a Crimea con Rusia.

Afirma Putin que los rusos han tenido una paciencia infinita, y no es difícil creerle, si se consideran las reiteradas provocaciones de los norteamericanos, los británicos y la otan, todos ellos considerados por los rusos hace meses partes beligerantes en el conflicto, y no sólo debido al apoyo en armas al régimen ucraniano por parte de cerca de cuarenta países, sino por el apoyo directo con mercenarios de una veintena de nacionalidades, el asesoramiento estratégico directo del alto mando otan, la asistencia en inteligencia y espionaje directo de aviones americanos en el Mar Negro, luego de cuyas incursiones los ucranianos lanzan misiles británicos de largo alcance o drones americanos a objetivos precisos. Pero lejos de una pasividad o impotencia supuesta por algunos comentaristas (“Se han cruzado varias líneas rojas y el Kremlin no ha hecho nada”), los rusos no han necesitado salirse del marco estricto ucraniano para humillar a la otan, con su guerra electrónica que ha inutilizado a los misiles himars, patriot y storm shadow; reventando con un misil hipersónico el búnker subterráneo a cien metros de la superficie donde se encontraban reunidos altos mandos otan con sus pares ucranianos; destruyendo luego de un atentado centros de mando e inteligencia ucarnianos, diversas concentraciones de armas, vehículos y hombres antes de entrar al frente, entre los que destacan la explosión de un arsenal de misiles británicos con uranio empobrecido concentrados al oeste de Kiev, y de baterías de misiles patriot desplegadas en Kiev mediante misiles hipersónicos capaces de alcanzar los 12 mil kilómetros por hora en trayectorias no lineales imposibles de batir.

En un penúltimo episodio, no exento de mordacidad, ya que los ucranianos se esforzaban por abrir los telediarios, los rusos montaron el show Prigozhin: la fingida rebelión del jefe del grupo Wagner -los mercenarios que sin llevar la bandera rusa permiten a Rusia intervenir en zonas críticas extraterritoriales- por la que “le exiliaron” a Bielorusia con un grupo de varios miles de hombres, con lo que, comentaban algunos analistas, pasaron de encontrarse a 200 kms. de Moscú en su supuesta rebelión, a posicionarse en un abrir y cerrar de ojos a 100 kms. de Kiev. Aunque se desconocen sus reales objetivos, ya que también podrían tomar el corredor de Suwalki, que conecta a Bielorusia con Kaliningrado -donde Rusia tiene apostados otros 300 mil hombres- cortando la conexión terrestre entre los países del Báltico con el resto de Europa, mezclando a la incerteza, la mejor estrategia al estilo Sun Tzu y las grandes dotes rusas para el ajedrez.

Mas, la última jugada rusa, como respuesta al último atentado al puente de Kerch; los bombardeos a Odessa tras el abandono del acuerdo de exportación de granos, han sacado del mercado al grano ucraniano, -ya que dicho acuerdo no sólo no beneficiaba a Rusia, sino que los atentados a dicho puente y a naves de la flota rusa del Mar Negro podrían haberse realizado con armamento transportado por barcos en el marco de dicho acuerdo- dejando a los países europeos ante la dificultad de obtener cereales con precios al alza en un complejo escenario inflacionario y de desempleo -que tienen a Francia al borde de una nueva revolución-; ya que parte importante de los cereales rusos han sido comprometidos con países africanos, 49 de los cuales se reunieron en San Petersburgo en una cumbre de las relaciones Rusia-África, que parece el preludio de una significativa pérdida de influencia de Francia en África frente a Rusia y China, pues según dicen representantes africanos, las relaciones con estos últimos les favorece más que las relaciones con países occidentales.

Dado este escenario, sumado a declaraciones anteriormente comentadas de los ex mandatarios de Francia y Alemania, Francois Hollande y Ángela Merkel, de que Europa nunca tuvo la intención de respetar los acuerdos de Minsk 2014 – 2015 (con los que Rusia, Ucrania, las repúblicas populares de Donbass y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, OSCE, se comprometían a poner fin al conflicto ucraniano entre el régimen del Maidán y las poblaciones rusoparlantes del este) y sólo buscaban ganar tiempo para armar mejor a Ucrania; se entiende que aunque Rusia no quería la guerra tenía que prepararse inevitablemente para ella. De hecho, si se oyen los discursos de los representantes rusos respecto a todas estas cuestiones, se percibe un claro contraste entre sus declaraciones y las de personeros otan, pues los primeros suelen referirse a hechos puntuales y concretos que estiman ponen en entredicho sus intereses, mientras que en los segundos abundan una serie de frases ampulosas que pretenden justificar o legitimar acciones hostiles, presentándolas como nobles acciones defensivas, ocultando hechos y basándose en una retórica vacía de ideales falsos y abstractos, como libertad, democracia, soberanía, derechos de autodeterminación, u otros, en los que cuesta encontrar conexión con realidad verificable alguna.

No obstante, para dimensionar todas estas situaciones en la perspectiva rusa, habría que conocer su percepción de los eventos más significativos de los últimos doscientos años, para comprender cuán conscientes son de que las fuerzas e intereses que han hegemonizado occidente aborrecen la existencia de países grandes, fuertes y a la vez soberanos, pues han visto las acciones de dichas fuerzas manifestadas en su territorio una veintena de veces.

A eso responde “El gran juego”, que ha llevado a las tropas napoleónicas, la revolución bolchevique y las tropas de Hitler hasta Moscú, a lo que se suma la caída de la Unión Soviética, que dejaba al país en un estado de hundimiento que pocos rusos podrían olvidar, junto a la promesa no cumplida de los americanos de no expandir la otan hacia el este, que es justo lo que han hecho las últimas tres décadas, y que con la incorporación de Finlandia han ensanchado la frontera entre Rusia y los países otan de dos mil a tres mil quinientos kilómetros.

Pero el Gran juego, en el que ciertas fuerzas parapetadas en el bloque occidental luchan por mantener su hegemonía, enfrentadas a las potencias emergentes que conciben un mundo multipolar en el que coexistan diferentes polos de desarrollo y la convivencia entre países basada en relaciones fundamentadas en acuerdos que favorezcan a ambas partes en lugar de aquellas otras relaciones en las que un hegemón impone condiciones que garantizan y perpetúan relaciones de sometimiento y dependencia. Este Gran juego, se está librando en muchos frentes y no sólo militares, sino que también económicos y de influencia, con la desdolarización, que avanza lento pero seguro, y la creación y articulación de asociaciones regionales y multilaterales como la Organización para la Cooperación de Shangai y los Brics, que van atrayendo hacia sí a una multitud de países del llamado Sur global.

Sin embargo, el peligro en todo esto es que si bien, este enfrentamiento, que toma formas militares, no sólo en la guerra de Ucrania, sino que en otros escenarios bélicos o de tensión creciente susceptibles de estallar, representa una amenaza existencial para Rusia -pues las fuerzas antes mencionadas no descansarían hasta ver a Rusia fragmentada junto a sus inmensas riquezas repartidas y subastadas a bajo precio como han hecho con Libia e Iraq-; también Rusia representa para dichas fuerzas una amenaza existencial, no porque fueran a buscar a sus personeros para colgarlos en la plaza pública como a Mussolini y su amante, sino porque le élite corporativa y financiera es incapaz de imaginar un mundo en el que sean reducidos a la condición de ciudadanos de a pie, e imaginan que mediante aquel Gran juego, con el que han metido al mundo en su casino de apuestas, lograrán salirse con las suyas, a pesar de que Al-lah el altísimo en Su libro les ha declarado la guerra.

Surat al Baqara
(279)
¡Vosotros los que creéis! Temed a Allah y renunciad a cualquier beneficio de usura que os
quede, si sois creyentes.
(279)
Y si no lo hacéis, sabed que Allah y Su Mensajero os han declarado la guerra.

*Honor para Gonzalo Lira!!!  https://www.resumenlatinoamericano.org/2023/08/01/ucrania-el-periodista-gonzalo-lira-denuncia-torturas-en-una-prision-ucraniana/

Salir de la versión móvil