‘Y de postre te imprimo unas fresas’

Y de postre te imprimo unas fresas era el título de un artículo recientemente publicado por la prensa en nuestro país.

Todos hemos oído ya hablar de las impresoras 3D que fabrican toda suerte de productos, algunos con verdadera utilidad, ingeniosos e impresionantes, como puede ser el caso de la “impresora” que construye casas en apenas unas horas, aunque posiblemente los obreros de la construcción deberán aprender el nuevo oficio de fabricantes de impresoras, podrían llegar a ser muy útiles en casos de graves catástrofes, construcción de viviendas dignas para gente sin techo o en condiciones de pobreza extrema, si eso consigue abaratar los costes de dichas viviendas.

Sin embargo, la osadía del ser humano en cuanto a la búsqueda de nuevos horizontes no tiene límites en esta época; ahora le toca el turno a los productos que son el alimento de nuestro cuerpo y de nuestra vida en la Tierra, y no contentos con toda la manipulación química y genética a la que se les está sometiendo, lo que se pretende ahora es crear nuevos productos con características diferentes a las originales ya creadas.

Mediante la técnica de la esferificación, ya usada actualmente en alta cocina, que consiste en convertir los alimentos en pequeñas esferas por medio de gelificantes (es decir, que convierten los alimentos o el agua en gelatina) con intención de darles distintas características de textura, la citada impresora, aunque no consigue todavía darle la forma exacta, combina líquidos con distintos sabores para crear la “ilusión” de una fruta.

Y digo yo, ¿para qué necesitamos algo que sea casi igual que una fresa si ya tenemos fresas? Y están muy buenas tal como son, ¡y estaban mejores cuando crecían de forma natural sin la ayuda de fertilizantes ni insecticidas!

El lugar del hombre, del ser humano, es el de ser el califa de Allah en la Tierra y asumir el cuidado de la Creación -a la cual Allah ha puesto en nuestras manos- y del propio ser humano, cuyo instinto de supervivencia existe en nuestras células más allá del propio ser, en la continuación de la especie generación tras generación, y no el de competir con la Creación de Allah, que Él ha hecho ya con perfección  inigualable:

 “No verás en la creación del Misericordioso ninguna imperfección. Vuelve la vista: ¿Ves algún fallo?

Vuelve a mirar una y otra vez, la vista regresará a ti derrotada y exhausta”.

(Corán, Sura de la Soberanía. 67: 3)

Y toda la capacidad, la inteligencia y la habilidad que el ser humano posee debería ser utilizada para cuidar lo que tenemos y no para intentar “¿mejorarlo?”, cambiarlo, explotarlo… Y eso sí tendría una gran repercusión en el bienestar de toda la especie humana, sin duda.

Gran parte de ese tipo de investigaciones para “fabricar” alimentos con distintas características  a los ya creados en la naturaleza, se realizan en la NASA, con el fin de enviar al espacio alimentos para la nutrición de tripulantes menos perecederos que los naturales.

Se puede entender la curiosidad y la inquietud del ser humano en descubrir y explorar todo lo que nos rodea, pero dejando aparte el efecto de este tipo de comida en nuestros cuerpos y cómo puede llegar a alterar las funciones en el individuo, cabría plantearse si no es más necesario invertir toda esa cantidad de dinero en encontrar la manera de alimentar a la gran cantidad de seres humanos que viven en condiciones miserables, apoyando los cultivos sostenibles y no permitiendo la explotación masiva de los recursos naturales de algunas zonas de la Tierra.

Allah, exaltado sea, ha puesto directrices en el Corán sobre nuestra alimentación, y aunque no existan alusiones directas a este tipo de innovaciones, el hecho de que se nos hayan dado unas normas con respecto a lo que comer y a lo que no, significa que lo que ingerimos tiene una influencia directa no solo en nuestro cuerpo, sino en nuestra mente y en nuestro espíritu, ya que somos un todo indivisible y no compartimentado, y al igual que cuidamos de que lo haram no forme parte de nuestra mesa –y sabemos que lo haram puede ser también todo aquello comprado con ingresos cuya procedencia lo sea-, debemos preguntarnos cada vez que vamos a ingerir un alimento si conocemos su procedencia y cómo nos va a afectar.

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