¡Vaya vida la de Pi!

La vida de Pi es una película basada en el best seller homónimo del canadiense Yann Martel; ganadora de cuatro premios Oscar en las categorías de mejor director, mejor fotografía, mejores efectos visuales y mejor banda sonora. En este relato Yann Martel, usando el desarrollo de una historia emocionante y visualmente atractiva, nos regala sus reflexiones sobre la fe.

El protagonista de esta historia tiene un nombre muy particular, Piscine Molitor Patel. Natural de la India, fue criado entre la religión de su madre, el ateísmo de su padre y los animales del zoo de su familia. Lo más destacable de Piscine (en adelante Pi) no es su nombre, su origen o sus tradiciones, es la fe tan polifacética que desarrolló en su adolescencia.

El joven Pi, desde pequeño, buscó respuestas acerca de Dios. Pero, como su único objetivo era entender la fe desde distintos enfoques, finalmente no se decidió por ninguna religión y optó por aceptar todas las que conocía al mismo tiempo. La multiplicidad religiosa del personaje de Pi ha resultado ofensiva para muchos espectadores, y con razón; en palabras de su padre: “Creer en todo a la vez es lo mismo que no creer en nada”. En verdad, la indecisión teológica no es el argumento más sólido de la película, es simplemente una introducción al tema principal.

Continuando con la historia de Pi, naufragó mientras viajaba en barco con su familia y los animales del zoo. Para complicar aún más las cosas, un tigre de bengala bastante territorial, llamado Richard Parker, fue su compañero de bote durante 227 días. Pi tuvo que poner a prueba su fortaleza, su coraje, su paciencia y su fe para sobrevivir. En este punto sobresalen la lucha del hombre contra su propio ego, la capacidad de adaptación del hombre en los momentos más cruciales, la fe del hombre como motor inagotable, la sumisión no pasiva y la plena confianza del hombre ante el Decreto de Dios.

Además de ocuparse del bote y de su propio alimento, el generoso y prudente Pi se dedicó a pescar para Richard Parker. Al convertirse en el cuidador improvisado del tigre, además de mantenerse ocupado, Pi se aseguraba de no ser la próxima comida del felino hambriento. El respeto por todas las criaturas de la Creación y el amor a la vida están presentes en escenas como esta.

A pesar de contener elementos fantásticos, podemos rescatar un mensaje positivo de esta película: los problemas de este mundo son tan grandes como el pesimismo del individuo. La pasividad, la autocompasión, la depresión y el temor a la provisión no son útiles, sino todo lo contrario; son distractores que nos impiden distinguir la misericordia de Dios en todas las cosas.

Este largometraje está lleno de momentos emocionantes. Esperaba encontrar un poco menos de fantasía, por llevar la etiqueta de “basado en hechos reales”, pero ese detalle, a la larga, no incomoda tanto por la buena calidad del producto final.

Para acabar esta reseña, recomiendo mucho esta película como una píldora contra la apatía. Espero que la disfruten tanto como yo.

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