Allah dice en el Corán:
“Y cuando tu Señor le dijo a los ángeles: Voy a poner un califa en la Tierra…” (Sura de la Vaca, 30).
La palabra califa procede del árabe jalifah, que significa ‘aquel que ocupa el lugar de otro en su ausencia’. A la vez, la raíz de la palabra tiene que ver con ‘suceder, ir una cosa a continuación de otra’. De manera que cuando Allah dice en el Corán: “Voy a poner un califa en la Tierra”, está diciendo que va a poner a alguien que ocupe Su lugar, aunque Allah no está ni Ausente ni Lejano, y a la vez, que este ser humano responsable de llevar a cabo los mandatos de Allah y a cuyo servicio está el mundo entero para este fin se perpetuará de generación en generación a través del secreto de la herencia.
Dice Ibn Kazir en el comentario de esta aleya: “Quiere decir una gente que vendrán unos después de otros sucediéndose generación tras generación”, como dice Allah también en la aleya 39 de la Sura Fatir: “Y Él es Aquel que os ha hecho califas en la Tierra”, entendiéndose como que unos suceden a los otros”.
Todo en la creación se perpetúa a través de la herencia. La semilla es la portadora de la herencia que Allah le ha otorgado gracias a Su voluntad de bien y a través de la manifestación de Su nombre, al-Hafidh, el Preservador. La herencia genética preserva la continuidad de los seres vivos que pueblan la Tierra.
El nivel material de la herencia queda recogido en el Corán con un detalle nunca antes conocido en la historia de la humanidad. La forma en la que está regulada la herencia de la riqueza en el Din del Islam la convierte en una ciencia en sí misma.
Cuando muere una persona lo primero que se dispone de su riqueza es lo que se necesita para su mortaja y entierro, luego las deudas que tuviera, luego el legado que haya hecho del tercio de su riqueza y el resto se reparte entre sus herederos.
La ciencia que estudia a quién corresponde recibir la herencia y la forma de repartirla se conoce como ‘Ilmu al-Faráíd.
Dice Allah, sea ensalzado, en la Sura de las Mujeres, aleya séptima: “A los hombres les corresponde una parte de lo que dejen los padres y los parientes cercanos, y a las mujeres les corresponde una parte de lo que dejen los padres y los parientes cercanos, sea poco o mucho. Una parte estipulada como un precepto”. Luego, dentro de la misma sura, Allah explica al detalle la forma de repartir la herencia, un detalle con el que muy pocas cosas se explican en el Corán, que luego queda completado con la Sunna.
La semilla es la portadora de la herencia que Allah le ha otorgado gracias a Su voluntad de bien y a través de la manifestación de Su nombre, al-Hafidh
De Abu Huraira, que Allah esté complacido con él, que dijo: “El Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, dijo: ‘Aprended al-Faráiḍ (las partes preceptivas de la herencia) y enseñadlas a la gente, pues ellas son la mitad del conocimiento y se olvida, y será lo primero en ser retirado de mi Umma” (Transmitido por Ibn Mayah y ad-Daraqutní).
Pero la herencia tiene un significado más amplio que aquello que afecta a la riqueza. En el conocido hadiz de la Peregrinación, se dice: “Vosotros estáis en una herencia de la herencia de vuestro padre Ibrahim”, refiriéndose a la millah, la creencia y la adoración de Ibrahim, sea sobre él la Paz, de la que somos herederos y cuya esencia es el tauḥid, el reconocimiento y la declaración de la unicidad divina.
En la Sura de los Creyentes, después de hacer una descripción de las acciones que definen a los creyentes, dice: “Ésos son los herederos, aquellos que heredarán el Firdaus, en él serán inmortales”. (Aleyas 10-11).
Y en la Sura de los Profetas, aleya 105, dice: “Y en verdad escribimos en los Salmos, después del Recuerdo, que la Tierra la heredarían Mis siervos justos”. Y se han transmitido dos explicaciones de Ibn ‘Abbás, una que dice que se refiere a la Tierra del Jardín y otra que dice que se refiere a la Tierra en la que vivimos.
En cualquier caso es el secreto de la herencia el que mantiene todo cuanto existe. La riqueza se preserva por medio de la herencia, el conocimiento se transmite de forma que unos lo heredan de otros, al igual que las cualidades de carácter se transmiten por la genética y luego por la educación, y lo mismo sucede con la transmisión en el camino espiritual, donde todo maestro tiene al menos un heredero de su secreto y de su conocimiento.
El Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, dijo: “En verdad los ulemas son los herederos de los Profetas; no dejaron como herencia un dinar ni un dírham, sino que dejaron como herencia el conocimiento; así pues, quien lo tome habrá tomado una porción abundante”. Lo transmitió At-Tirmidhí. De hecho, el mejor de la creación, nuestro Profeta Muhámmad, al que Allah le dé Su gracia y paz, no dejó en herencia ninguna riqueza material. Es sabido que cuando murió tenía su armadura empeñada, pero él dijo: “He dejado entre vosotros dos cosas después de las cuales no os extraviaréis: el Libro de Allah y mi Sunna”.
Los Profetas son lo mejor de la creación de Allah y sus herederos son lo mejor de las criaturas después de ellos, pero los ulemas no son simplemente los eruditos, el conocimiento, tal y como lo definió Imam Malik, es una luz en el corazón; y esa luz en el corazón del ser humano ha ido pasando desde el principio de los tiempos, de Profeta en Profeta, de hombre de conocimiento en hombre de conocimiento, hasta llegar al sello de la profecía, nuestro maestro Muḥámmad, al que Allah le dé Su gracia y paz. Y puesto que él es el sello de la profecía y ya no habrá más Profetas, dijo: “Los ulemas de mi Umma son como los Profetas de los hijos de Israel”, indicando el altísimo rango de los hombres de conocimiento de su Umma e indicando también que después de su muerte la herencia continuaba.
Le pedimos a Allah que nos enseñe aquello que nos beneficie en ambas moradas y nos haga propicio guardar la compañía de aquellos hombres de conocimiento que señalan el camino hacia lo que Le complace. Y sea nuestra última oración: “La alabanza pertenece a Allah, el Señor de los mundos”.