Un tesoro de siete dinares

Siete dinares de oro del s. XI componen el tesoro hallado bajo las viviendas almohades recién descubiertas en el Castillo de Aracena

Las excavaciones arqueológicas que se vienen desarrollando en el Alcázar del Castillo de Aracena (Huelva) han documentado un importante poblamiento islámico de época almohade que reescribe la historia del municipio serrano y desvela la relevancia de este enclave en Al-Ándalus.

En concreto, se ha constatado una cultura material entre los siglos X al XIII y la presencia de viviendas islámicas de los siglos XII y XIII que formarían parte de la población conquistada por Portugal, a través de la Orden del Hospital, a mediados del s. XIII.

El buen estado de conservación de las estructuras está permitiendo al equipo de arqueólogos el estudio del periodo almohade en Aracena, pero datos más interesantes si cabe ofrece la cultura material extraída en la primera fase de la investigación. Se ha podido documentar cerámica del tipo «verde manganeso», que podría precisar la fecha de un primer asentamiento durante la etapa del Califato de Córdoba (s. X), o decoración epigráfica mediante estampilla en la cerámica con textos como al-yumn (la fortuna, la felicidad), baraka (bendición), o almulk (el poder) y otros motivos geométricos, vegetales, arquitectónicos o la «Mano de Fátima».

Pero el máximo exponente es un tesoro de siete dinares acuñados en la Taifa de Sevilla, bajo el reinado de Al-Mutadid, en los años 441-450 de la Hégira (1049-1058 de la Era cristiana). Este conjunto monetal tiene un gran valor histórico porque permite establecer la cronología exacta en la sucesión de varios periodos islámicos en el mismo lugar, siendo el último y más importante el almohade. Las monedas se han encontrado en un nivel abandonado del suelo anterior al asentamiento almohade, por lo que se interpreta que éstos, al construir sus viviendas sobre las ya existentes de época de Taifas, ya encontraron parte de la ocultación del tesoro y estos siete dinares quedaron por descubrir. Una prueba más de la anterioridad de las monedas es la preferencia de los almohades por el dirham cuadrado de plata. Otra estimación de los arqueólogos vincula el tesoro a la presencia de un personaje notable, administrador de impuestos, que mantenía relaciones económicas directas con Ishbiliya (Sevilla). Los siete dinares de oro de Aracena y datos históricos como éste del administrador de impuestos revelan la importancia de Al-Jazaina, como pudo llamarse Aracena en época andalusí, dentro de la Taifa de Sevilla, siendo éste además el primer tesoro en dinares encontrado en Andalucía Occidental.

El oro, la plata y el bronce; el dinar, el dirham y el felús, respectivamente, mantienen un valor universal y atemporal desde el primer momento de su acuñación hasta llegar a nuestros días. Curiosamente son los mismos metales que coronan la victoria de los mejores atletas del mundo en los Juegos Olímpicos, un simbolismo que presenciamos con naturalidad, un lenguaje que traspasa fronteras. También el dinar, el dirham y el felús son monedas que superan las fronteras y sobreviven a los tiempos y mandatos. El valor del metal viene dado por su naturaleza, frente al valor del papel moneda que viene dado por los gobiernos y sus leyes alienadoras.

El legado que nos dejaron nuestros antepasados musulmanes en Aracena, ese tesorillo de siete dinares, se descubre en el momento histórico más importante para la reflexión acerca de la necesidad de comerciar con los nobles metales. Más de diez siglos han pasado desde que dejasen de circular las siete monedas halladas en el abandonado alcázar. Resurgen ahora como una señal que deja volar la imaginación de quienes creemos que otra economía es posible y sonreímos al pensar: “Quizás no fue una casualidad que los almohades de Al-Jazaina pasasen por alto la existencia de aquellas siete monedas del tesoro de sus predecesores…”

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