Tayyip Erdogan se alza con la presidencia turca

Recep Tayyip Erdogan
Mezquita de Eyüp Sultan, en Estambul.
Mezquita de Eyüp Sultan, en Estambul.

El pasado mes de agosto de 2014 se celebraron en Turquía las primeras elecciones presidenciales por voto popular directo. Recep Tayyip Erdogan se convertirá en el nuevo presidente de la República con cerca del 52% de los votos, según ha confirmado la Comisión Electoral con el 100% de los votos escrutados.

Ekmeleddin Ihsanoglu, candidato de los principales partidos de la oposición, ha recibido un 38,4% y Selahattin Demirtas, el líder político kurdo, un 9,7%. La jornada electoral ha transcurrido en un ambiente de calma y la participación ha sido amplia, rondado el 75% de los 42,5 millones de electores turcos.

“Vamos a continuar sirviendo a nuestra nación y trabajaremos para que funcione el proceso (de paz con la milicia kurda del PKK)”. Estas han sido las primeras palabras en público de Tayyip Erdogan tras alzarse vencedor.

Antes de su viaje a Ankara para pronunciar allí su discurso como vencedor, y en un gesto colmado de simbolismo, Tayyip Erdogan se dirigió a la mezquita de Eyup Sultán. Esta mezquita se construyó en el lugar donde Abu Ayyub al-Ansari (sahaba) cayó durante la campaña musulmana de Constantinopla en 670, lugar que visitaban los sultanes del Imperio otomano tras ascender al trono.

Antes de ser declarado presidente, Tayyip Erdogan tendrá que renunciar al puesto de primer ministro y al mismo tiempo como miembro del Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP, en turco), ya que la presidencia se entiende como neutral y no partidista.

“Ruego a todos los que me califican de dictador y autócrata que revisen su posición”, dijo desde el balcón de las oficinas de su partido.

El crecimiento de la economía turca durante la última década, con índices considerables en todos los sectores, y una distribución de la riqueza en mejora entre los 77 millones de turcos que sufren enormes desigualdades sociales, han sido factores determinantes. Los turcos han otorgado su confianza a un líder que también ha sabido sembrar la chispa del orgullo nacional, así como su posición de potencia regional, sobre todo en Irak, y con el rechazo a Israel.

Después de once años en el Gobierno, Tayyip Erdogan ha conseguido una victoria fundamental para el control del poder en Turquía. Esta se libró ante las todopoderosas Fuerzas Armadas, que ostentaban en el Consejo de Seguridad Nacional el poder total para preservar las esencias laicas. Y que durante el siglo XX propiciaron al menos cuatro golpes de estado, en un país ubicado entre Oriente y Occidente, y que ha tenido un protagonismo decisivo en la geopolítica regional durante los últimos quince años.

El rechazo de ingreso en la Unión Europea por intereses cruzados ha constituido otro elemento de fomento del nacionalismo turco. Encauzado hábilmente por el Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP) para afianzar un sentimiento de potencia emergente que utiliza la economía y su influencia creciente en la zona para presentar un proyecto propio para orgullo de sus ciudadanos. Tayyip Erdogan es un factor de estabilidad nacional y regional y sinónimo de futuro contrastado, como ya se ha venido demostrando.

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