Somos lo que comemos

Somos lo que comemos

Estaba el otro día en Dubái, en el coche, y en la radio estaban sonando anuncios. Normalmente cambio de canal para evitarlos, pero no fui lo suficientemente rápido y una voz entusiasta me suplicaba que me apresurase al “almuerzo nocturno de todo lo que puedas comer” en un determinado hotel de cinco estrellas.

Me asombré ante el sinsentido del concepto de llamar a una comida nocturna “almuerzo” (brunch en inglés). Esta palabra inventada a finales del siglo XX era (hasta hace poco) la simple fusión de breakfast, ‘desayuno’, y lunch, ‘comida’, es decir, una comida que cae entre los horarios normales de ambos, por lo que no puede ocurrir por la noche… ¿no?

Esto me llevó a una serie de razonamientos. No solo era el almuerzo en sí un encuentro innecesario -cómodo si eres demasiado vago para levantarte al desayuno y magnífico si no tienes nada útil que hacer durante la primera mitad del día-, sino que era un estímulo a comer por el simple hecho de comer. Si se añade a esto que el “almuerzo” más popular en el Golfo es el del viernes, el cual inevitablemente ocurre en el tiempo de la oración del Yumu’a, obtienes una perfecta combinación de malas ideas retratadas como un perfecto evento social en familia.

De esta manera ahora también tenemos el “almuerzo” nocturno. Creo que esa comida ha sido llamada “cena” en los últimos dos siglos, ¿no es así? Pero etiquetándolo como almuerzo se nos anima a atiborrarnos con múltiples platos de bufet y probablemente a emborracharnos durante varias horas, en vez de simplemente tomar una tradicional cena de un solo plato después de un día de trabajo.

Entonces, ahora que habéis conocido mi queja personal sobre el asunto, veamos qué es lo que la guía real nos dice al respecto. Hay un hadiz narrado por Ibn ‘Umar (Radi-Allahu ‘anhu) que se puede encontrar en el Sahih Al Bujari, vol. 7, nº 306, como sigue: “El Mensajero de Al-lah, al que Al-lah bendiga y le conceda paz, dijo: ‘El creyente come en un intestino (está satisfecho con un poco de comida) y el káfir (el incrédulo) o el hipócrita comen en siete intestinos (come demasiado)”.

Por lo que, simplemente, estamos siendo aconsejados a comer solo lo que necesitamos, no a comer por el hecho de comer. ¿Obvio, no es así? Y, aun así, en muchas partes del mundo bendecidas con recursos naturales abundantes, o con la riqueza suficiente para comprar tanta comida importada como se desee, este consejo es ignorado. En algunas culturas, incluyendo la China tradicional y la India, estar gordo es considerado como un signo de riqueza, éxito y buena posición social. Se puede comprender de dónde procede esta idea -nadie quiere tener aspecto de víctima famélica, a menos que seas una modelo de pasarela–; pero, como en todos los principios del Islam, la palabra mágica es “equilibrio”, tomar el camino medio, evitar el exceso.

Examiné las estadísticas de salud del Golfo relativas a esta epidemia de exceso de consumo, y puede llegar a ser una lectura realmente alarmante. ¡La obesidad en los EAU (Emiratos Árabes Unidos) es el doble que la media mundial! Y esto después de tener en cuenta que existe una gran cantidad de gente con sobrepeso en el mundo en general. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de 2.100 millones de personas –cerca del 30 % de la población mundial– tiene sobrepeso u obesidad, y la proporción aumenta cada año. En los EAU, la proporción es actualmente superior al 66 % de los hombres y al 60 % de las mujeres. Una preocupación mayor es la relación entre la obesidad y la diabetes. Datos disponibles desde el año pasado muestran que el 19 % de la población de EAU es diabética. Pero esto muestra una comparación favorable  con respecto a Arabia Saudí, casi el 24 %; Kuwait, el 23 %; seguido por Bahréin, 22 %, y Qatar, con un 20 %.

Esto no es hereditario, pues los estudios no muestran números similares una generación atrás. La diabetes de tipo 2 puede ser evitada sencillamente perdiendo peso y haciendo ejercicio. De otra manera, condena a quienes la padecen a una vida de medicación –que ya está costando 6.000 millones de dólares anualmente en los EAU solamente para tratar esta condición evitable-.

¡Y la tendencia a la obesidad parece tener además la naturaleza de una enfermedad contagiosa! Un estudio oficial reciente muestra que entre los inmigrantes aumenta a más del doble la proporción de obesos y diabéticos a los cinco años de haber llegado de sus países de origen. La razón de esta ultima e inesperada estadística puede provenir de unos más elevados ingresos desechables; largas horas de trabajo que conducen a una dependencia de la comida rápida poco sana, procesada y de conveniencia; un clima que propicia la cultura del centro comercial cerrado, que incluye la zona de restaurantes, que son una serie de desastrosos inductores de grasa en plato; y, por supuesto, recordando el anuncio que mencioné justo al inicio de este articulo, en todos lados, las voces subliminales que nos dicen: “Come, come; bebe, bebe; sé feliz”.

Autoridades de los EAU están llevando a cabo intentos de abordar el asunto, tales como crear más caminos para bicicletas y paseos, introducir guías de alimentación en los comedores escolares y planes para introducir el etiquetado saludable en la comida, aun cuando la experiencia global con la regulación del etiquetado es que los fabricantes de alimentos encuentran maneras de confundir a los consumidores con afirmaciones que no son lo que parecen. Artículos que están etiquetados como bajos en grasas o azúcares pueden llegar a ser perjudiciales para la salud en otros sentidos, y, de cualquier manera, tal y como la industria del tabaco felizmente ha descubierto, ¡etiquetar un producto con palabras que dicen que te matará no parece detener a la gente a la hora de consumirlo!

Por lo que aprendemos de todo esto que riqueza no significa salud; que el progreso medido con brillantes edificios, coches, accesorios, teléfonos inteligentes y ropa de marca… y, especialmente, la capacidad de comer hasta que estamos hartos… no es progreso en absoluto. Dentro de una semana se cumplirán quince años desde que abracé el Islam y empecé a darme cuenta de todo aquello que realmente importa en la vida y cómo vivirla. Eso es progreso.

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