¿Revolución en Turquía?

Revolución en Turquía

Los eventos de los últimos días en Turquía y la cobertura mediática que han recibido nos hacen preguntarnos si lo que está sucediendo es un caso que se enmarca dentro de las llamadas “primaveras árabes” o, si por el contrario, es una demostración minoritaria, aunque numerosa, de una parte de la sociedad turca.

La evolución de la tensión, desde la protesta por proteger un parque a una crisis política, es cuestionable, al igual que lo son los argumentos usados por los manifestantes. Por otro lado la respuesta de la policía ha sido desproporcionada y quizás la falta de tacto para conducir la situación ha hecho que el gobierno de Erdogan se encuentre con una situación mucho mayor que la que se presentaba en un principio.

Los medios de comunicación también han ayudado a esta percepción, ya que como comentaba un corresponsal para ISLAM HOY, directamente desde Estambul: “lo más interesante no es el incidente en sí, sino la cobertura mediática que ha recibido”. Muchas de las cadenas han usado los incidentes para promover sus intereses ideológicos y desestabilizar el Gobierno. Pongamos por ejemplo RT, la cadena de televisión de propaganda Rusa que los critica todo, algo que en muchos casos está bien, menos lo que hace su Gobierno. Rusia tiene intereses en el conflicto Sirio y apoya a Al Assad, mientras Turquía apoya a los revolucionarios sirios, por lo tanto a Rusia le interesa mostrar una Turquía desestabilizada y con un tirano como primer ministro para así promover su causa. Pero nada queda más lejos de la realidad, ni Erdogan es un tirano al estilo de Saddam, como lo han llegado a presentar, ni Siria está mejor bajo el mandato de Al Assad. Algunas cadenas por intereses políticos y otras por conseguir audiencia a causa del sensacionalismo o las políticas anti-islámicas, han mostrado un conflicto similar al de la plaza de Tahrir, cuando en realidad tenemos que tener en cuenta que si las demostraciones en Taksim, en su momento álgido, eran de diez mil personas, Estambul tiene una población de casi trece millones de habitantes, de la cual la mayoría son musulmanes y apoyan al partido de Erdogan. ¿En un país democrático, como es Turquía, es democráticamente “correcto” que 10.000 personas hagan cambiar un gobierno que ha sido elegido por millones y que sigue manteniendo el apoyo de estos?

Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, muestran su desacuerdo, según una encuesta de la Universidad Bilgi de Estambul, en un 92% de los casos con la figura de Erdogan y dicen haber salido a la calle para protestar porque el primer ministro cree que “puede hacer lo que quiera” y para defender que puedan “tener la posibilidad de besarse en público, consumir alcohol y leer sin censura. Estamos aquí por una vida sin presiones del estado”.

Como se observa, la protesta por defender los árboles de Taksim solo duró unos días, el viernes y el sábado, luego salieron a relucir otros intereses políticos.

En una entrevista para Ahram online Ozan Tekin, autor y editor de una página web de izquierda turca dijo: “Cuando el parque Gezi fue tomado (por los manifestantes) mucha gente ordinaria lo celebró y luego se fueron a sus casas y trabajos. Luego llegó la influencia creciente de nacionalistas pro-militares, casi todos votantes del CHP (partido de la oposición turca), tratando de cambiar la protesta hacia algo que empujara al ejército a llevar una acción contra el gobierno. Esta gente son hostiles hacia los kurdos y los armenios, se oponen a las negociaciones de paz con los kurdos (lo que representa un punto de inflexión histórico para la democracia en Turquía) y llaman al primer ministro un “traidor nacional”.

Lo cierto es que el partido AKP y Erdogan llevan en el poder casi doce años en los cuales Turquía ha alcanzado un éxito económico sin precedentes, transformando una economía marcada por la crisis en una economía creciente impulsada por el comercio y la inversión extranjera. El gobierno turco se ha erigido como un importante poder regional y su modelo de gobierno ha sido alabado por todos los países de Occidente.

Dr. Hatem Ete, de un think-tank cercano al gobierno, en un comentario para Al Jazeera relaciona a los manifestantes que aparecieron al tercer día de las protestas y a un partido de la oposición. Dijo que: “Dado que los partidos de oposición están lejos de poder llevar sus preocupaciones a la arena política (ya que el AKP de Erdogan tiene mayoría absoluta) y están lejos de poder alcanzar a el AKP, sus preocupaciones siguen creciendo”.

Lo cierto es que las protestas son un signo de descontento de una parte de la sociedad turca, sobre todo de la más secular, acerca de las políticas de Erdogan. En un estado democrático están permitidas estás demostraciones, pero rebelarse contra un presidente elegido por mayoría absoluta siendo un minoría bastante pronunciada está lejos de tener el mismo cariz que las “primaveras árabes”. A pesar de que muchos medios de comunicación nos los quieran hacer ver así.

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