Respeto al pueblo de Nueva Zelanda

Los recientes atentados de Nueva Zelanda y la respuesta del pueblo neozelandés han dado a los europeos una gran lección de solidaridad y respeto.

En España hemos tenido que oír en programas de “debate” o “tertulia” cosas tan aberrantes y desinformadas como que en el Corán está escrito que los musulmanes “conquistaremos Al Ándalus con el vientre de nuestras mujeres” sin pararse a pensar siquiera que cuando el Corán fue revelado, Al Ándalus no existía. Cosas que hacen sentir vergüenza ajena por esa gente que se atreve a mencionar “lo que dice el Corán”, no digo ya sin haberlo leído sino sin haberse tomado cinco minutos para buscar la frase que quieren mencionar y comprobar si es cierta. Personajes mediáticos y periodistas que además demuestran una falta absoluta de respeto hacia su público al que evidentemente consideran inculto e incapaz de pensar.

Mientras tanto, el pueblo de Nueva Zelanda ha reaccionado con una ola de empatía y solidaridad hacia la gente inocente que ha sido asesinada mientras no hacían ningún daño a nadie.

Pocos medios informativos españoles han informado en detalle de la reacción del pueblo y del gobierno en Nueva Zelanda, desde una declaración pública de la jefa superior de Policía declarando que ella es musulmana, a millones de mujeres portando “el pañuelo” en un acto de solidaridad con las víctimas o a dar el adhan en las universidades, toda una declaración de rechazo a los crímenes y de apoyo a las víctimas ha recorrido el país. Sin embargo, en España, en un intento de justificar lo injustificable hemos oído hablar incluso de que se trataba de una reacción –casi lógica– por los atentados previos llevados a cabo en Europa por personas que se hacen llamar a sí mismos musulmanes.

Sin embargo, tanto en un caso como en otro, nada es justificable, los asesinos son solo eso, gente que ha perdido la guía y que han perdido el maaruf, es decir, el conocimiento primigenio y natural que todo ser humano lleva dentro y que le sirve para distinguir lo que está bien de lo que está mal en cualquier situación o circunstancia.

Ningún musulmán debería atreverse tampoco a hablar de yihad cuando se trata de justificar un asesinato de gente inocente porque éste –el yihad– tiene condiciones muy claras, entre otras: un Califa reconocido por toda la Umma, no matar inocentes ni personas desarmadas que no estén combatiendo, no atacar cuando se está en franca minoría (con lo cual la idea de la inmolación queda rotundamente descartada), ni matar a un enemigo cuando el corazón está lleno de ira, odio o deseo de venganza.

Además, el yihad está establecido como defensa al igual que la sharía; de lo que se trata es de defender la vida, el honor, la propiedad, la creencia, las buenas costumbres… cosas a las que todo ser humano tiene un derecho inalienable, pero en ningún caso es algo que un individuo puede asumir por sí mismo ni atribuirse en solitario o en un pequeño grupo.

Yo creo que los neozelandeses nos han dado una gran lección a todos, a los que no son musulmanes, porque se han mostrado como un pueblo que defiende la paz, la convivencia y el respeto a las creencias de sus vecinos; y a los musulmanes también, porque ya es hora de que en Europa se conozca a los musulmanes por los valores que representan el verdadero Islam más que por los incidentes aislados de crímenes injustificables.

Los valores que tradicionalmente han defendido los musulmanes y de los que han sido siempre ejemplo sus sociedades: la generosidad, la hospitalidad, el respeto a los mayores, la buena vecindad, la paciencia, la veracidad, en definitiva, el buen carácter, que es para lo que Muhammad, la paz y las bendiciones de Allah sean sobre él, su familia y sus compañeros, vino a este mundo, y nos enseñó el Islam, para ayudarnos a mejorar las cualidades de nuestro carácter.

Que así sea.

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