Recuperar la cordura

Crisis era lo de antes. Ahora estamos volviendo a la cordura. Pero no será con esta clase política corrupta, esclavos fieles de los banqueros internacionales. Ellos quieren mantener la mentira el máximo tiempo posible, para así sacar todo lo que puedan de la gente, y más. Solo hay un camino: volver a una economía real con una moneda real, y con transacciones sin usura como ha mandado Allah, subhana wa ta ´ala, desde el inicio de los tiempos

 

Hace un mes, poco más o menos, al escritor Eduardo Mendoza le hicieron la siguiente pregunta en una entrevista del suplemento dominical XL Semanal:

XL.─ ¿Por qué hemos dejado que políticos, banqueros y demás ‘expertos’ nos hayan metido en este hoyo?

E.M.─  “Porque nos daban una buena propina y con eso nos conformábamos. Todos hemos vivido muy bien en esta época falsa. Ahora no hay crisis, sino normalidad. La crisis era lo de antes, ese paréntesis en el que vivíamos pensando que nos había tocado una lotería que no se sabe quién sorteaba”.

Lo que más me llama la atención en la repuesta del Sr. Mendoza es que habla de la época anterior a la crisis como una época falsa. Una época en la que, según el Sr. Aznar, “España iba bien”, y que es ahora cuando estamos volviendo a la normalidad.

La palabra “falsa” es muy interesante, ya que, por un lado, sabemos que el sistema financiero de los últimos trescientos años se basa totalmente en una especie de magia, en una mentira, que es la que tiene al mundo esclavizado. Por otro lado, como señala el Sr. Mendoza, la forma de vivir de estos últimos años también ha sido falsa, ya que la gente ha vivido muy por encima de sus posibilidades, comprando casas, coches, aparatos de última tecnología, todo a plazos, alentada por las facilidades que daban los bancos a la hora de pedir préstamos. Totalmente el opuesto de nuestros abuelos, que jamás pensaban en comprar nada si no lo podían pagar en el momento, o como mucho, pedían prestado a la familia. Tener deudas se consideraba casi una desgracia, y solicitar un crédito bancario era el último recurso.

El mal más grande que existe en el mundo de hoy es la usura. Es como un pulpo, cuyos tentáculos lo alcanzan todo. Se encuentra en todos los niveles de nuestra sociedad, desde los que gobiernan hasta el más pobre que se ve obligado a pedir en la calle. Era algo que antiguamente fue rechazado por la mayoría, practicado casi en secreto, y los que lo hacían eran despreciados por aprovecharse de las miserias y de la codicia de los demás.

Se han escrito ya varios artículos en este periódico sobre la usura, la riba; sobre lo que dice Allah, subhana wa ta ´ala, en el Corán, y sobre el fiqh del comercio halal. Así que este artículo se centrará en un repaso breve de algunos aspectos de la historia de la usura y de algunas de sus consecuencias. La solución es clara: volver al oro y la plata y a las transacciones sin usura de por medio.

Hay muchos hadices del Profeta, sallallahu ´alayhi wa sallam, que hablan de la riba. Los dos siguientes son para mí muy llamativos dado las circunstancias que vivimos hoy. Dice uno: “Le llegará un tiempo a la gente en el que al hombre no le importará de dónde obtenga su riqueza, si es de lo lícito o de lo ilícito” (Bujari). Abu Huraira también transmitió que el Mensajero de Allah, s. a. w. s, dijo: “Le vendrá un tiempo a la gente en el que no quede nadie que no coma la usura; y si no la come, le llegará algo de su polvo”.

Está claro que estamos en ese tiempo que menciona el hadiz, donde al hombre no le importa de dónde saca su riqueza. También es cierto que vivimos en una época en la que no queda nadie que no coma de la usura, y que, aunque no la coma, le llega su polvo. Todos, de una manera u otra, estamos tocados por ese polvo, ya que cualquier transacción económica que hacemos tiene algo de usura, lo queramos o no. ¿Pero cómo se llegó a esta situación?

Sabemos que la práctica de la usura, aun estando prohibida, ya existía. Hay una historia del Profeta ´Isa, ´alayhi salam, que describe cómo echó con violencia a los cambistas del Templo de Jerusalén. Los peregrinos que venían de fuera para pagar su tributo al Templo llevaban a menudo monedas romanas que tenían la imagen del emperador como un dios. Estas monedas se consideraban impuras, y los cambistas se aprovechaban de los peregrinos para obtener un beneficio ilícito en el cambio de la moneda pagana por la moneda del Templo. La religión judía, como todas las religiones de Revelación Divina, tiene prohibido la riba. Sin embargo, algunos judíos decían que su práctica era legal, siempre que se practicase con aquellos que no eran judíos.

La realeza y nobleza europea, e incluso la Iglesia Católica, se veían muchas veces en la necesidad de acudir a los prestamistas para financiar tanto las guerras entre ellos como las Cruzadas, o bien su lujosa forma de vida. Lo hacían con la excusa de que podían coger un préstamo siempre y cuando no viniese de un cristiano. Los usureros también se aprovechaban de las necesidades de la gente pobre, y así ganaban por todos los lados. Pero con la ruptura de Lutero con la Iglesia Católica, que según Historia de la Usura de Shayj Abdal Haqq: “dejó a la gente a la deriva, libres del anclaje de aquella moralidad tradicional que había sido mantenida por la Ley Canónica de la Iglesia, y de la cual formaba parte, por supuesto, la prohibición de la usura…”, se abrió definitivamente la puerta a la legalización de la usura. El protestantismo era más tolerante, y fue Calvino, un puritano moralista, quien interpretó el Antiguo Testamento de tal manera que permitía esta práctica. A partir de ese momento, ya no era la ilegalidad en sí lo que se debatía, sino el interés que se podía cobrar.

La Banca moderna empezó ya en la Edad Media cuando los orfebres guardaban el oro de la gente en sus cajas fuertes, o bóvedas, a cambio de un alquiler. Se daba un recibo a la gente que tenía su oro guardado, y estos papeles se empezaron a utilizar en vez de las monedas de oro o plata. Al principio la cantidad representada en estos recibos no superaba la cantidad de oro guardado por los orfebres, y se podía volver a cambiar por el mismo cuando se quería. Pero pronto se dieron cuenta de que las personas que tenían guardado su oro nunca lo retiraban todo a la vez, y entonces empezaron a falsificar recibos, prestándolos con intereses. Así empezó lo que se llama la ‘banca de reserva fraccional’, una manera totalmente fraudulenta de crear dinero de la nada. Siguiendo este patrón, por cada euro que un banco tiene en depósito, puede prestar nueve. Esto significa que cuando un banco cobra un 10% en intereses, en realidad se gana un 110%. Son beneficios sacados del esfuerzo y sudor de la gente, que a menudo se ven toda su vida pagando estas deudas.

Durante la época del Renacimiento, empezaron a surgir grandes familias banqueras, como los Medici, de Florencia, y los Fugger. Más adelante surgieron otras familias que empezaron siendo orfebres, como los Rothschild, una de las familias de banqueros con más poder e influencia. Una muestra es que empezaron siendo orfebres y ahora tienen títulos nobiliarios. Controlan casi todos los bancos centrales del mundo.

Uno de los primeros bancos centrales, el Banco de Inglaterra, fue creado en 1694, e iba a servir de modelo para todos los bancos centrales del futuro. El banco se hizo rápidamente con el control de la economía inglesa, en la ruina por culpa de numerosas guerras, emitiendo todo el dinero de papel que quería para luego prestárselo al gobierno. Había pasado muy poco tiempo desde la decapitación del rey Carlos I de Inglaterra en 1649, tras la guerra civil inglesa, y supuso el fin del gobierno personal a manos de un monarca. Hasta ese entonces, los monarcas creían que tenían el Derecho Divino para reinar, con todas las responsabilidades ante el pueblo que esto conllevaba, y tenían un mayor control de la riqueza. Durante unos años Inglaterra estuvo bajo el Protectorado del dictador Oliver Cromwell, que fue financiado en la guerra civil por prestamistas holandeses. Tras su muerte en 1660, Carlos II (hijo de Carlos I) se convirtió en rey, pero solo en nombre. Las monarquías constitucionales limitan el poder del rey, convirtiéndole en un asalariado más, para supuestamente dejarlo en manos de una clase política elegida “libremente” por el pueblo.

La realidad es que, desde ese entonces, la clase política está en manos de los grandes banqueros internacionales, por lo que no representa el interés del pueblo que la ha elegido. Lo único que persiguen estos banqueros es aumentar su riqueza, sin ningún tipo de escrúpulo. Para esto necesitan que haya guerras, ya que financiando a todos los lados del conflicto, consiguen aumentar las deudas soberanas de los países involucrados. Todos los países hoy en día están endeudados, y esta deuda aumenta año tras año. Los bancos centrales controlan la cantidad, y prestan dinero creado de la nada a los gobiernos de estos países. Pueden crear inflación, deflación, depresión, recesión, según les venga bien. Si las transacciones se basaran en cosas que de verdad tienen valor, como el oro y la plata, y sin usura de por medio, esto no podría suceder. Se eliminaría la banca fraccional y el papel moneda. Curiosamente, los precios de las cosas en relación al oro apenas han cambiado a lo largo de los siglos.

Actualmente, hay todo un movimiento en los EE. UU. para volver al patrón oro, a lo que ellos llaman el “dinero constitucional”. Hay varios estados, (como Utah), que han aprobado o presentado leyes que aceptan el oro y la plata como curso legal. Esto está sucediendo porque hay muchas personas, desde políticos hasta expertos en economía, que llevan bastantes años diciendo que el banco central americano, el Federal Reserve, va en contra de la Constitución. Su creación en 1913 fue un engaño por parte de un grupo de banqueros muy poderosos, como los Rothschild, los Rockefeller, J.P. Morgan y los Warburg, después de orquestar un pánico financiero en 1907. Fue la causa directa de la Gran Depresión de los años treinta en los EE. UU. Woodrow Wilson fue el presidente que firmó el Acta del Federal Reserve. Había recibido mucha ayuda de estos banqueros para su campaña electoral. Esto fue lo que dijo luego, una vez arrepentido por haber firmado el Acta:

Nuestra gran nación industrial está controlada por un sistema de crédito. Nuestro sistema de crédito está concentrado en manos privadas. El crecimiento de la nación y, por consiguiente, de todas nuestras actividades, está en las manos de unos pocos hombres que, necesariamente, o por motivos de sus propias limitaciones, congelan, frenan y destruyen la genuina libertad económica. Nos hemos transformado en uno de los peores gobiernos, uno de los gobiernos más completamente controlados y dominados del mundo civilizado; ya no es un gobierno de libre opinión, ya no es un gobierno de creencias o del voto de la mayoría, sino el gobierno instaurado por la opinión y coacción de un pequeño grupo de hombres despóticos.

El caso es que la mayoría de los Padres Fundadores de la Constitución de los EE. UU. tuvieron muy en cuenta los peligros del dinero fiduciario, ya que durante los años anteriores a la Guerra de la Independencia (1775 – 1783), y durante la misma, el exceso del dinero sin valor llevó a una depresión tremenda y a una inflación rampante. Thomas Jefferson, uno de los Padres Fundadores, y tercer presidente de los EE. UU., dijo lo siguiente sobre el peligro de la elite financiera y lo que ésta pretendía:

Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate. Ha surgido una aristocracia financiera que desafía al gobierno. Si el pueblo americano permite algún día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y las instituciones que florecerán en torno a los mismos, privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, seguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo en la tierra que sus padres conquistaron.

Esta es la razón de que definieran muy bien lo que había de ser la moneda de curso legal. La Constitución dejó muy claro que solamente el Congreso tendría el poder de acuñar dinero, y que ese dinero tenía que ser de oro o de plata, y que solamente las monedas de oro y de plata serían válidas. También prohibía expresamente la emisión de billetes de crédito, es decir, papel moneda. El dólar era la unidad monetaria, y era una moneda de plata. En 1792 se estableció la Ceca de los Estados Unidos, y es interesante saber que la Ceca estaba a disposición del público para que pudiesen llevar su propia plata u oro a acuñar, o fundir sus monedas en lingotes para comerciar; y no había cargo alguno, excepto un 0,5% del peso en bruto de dicho oro o plata.

Mucho han cambiado las cosas desde entonces. Desde la creación del Federal Reserve, podemos decir que todos los grandes conflictos del siglo pasado, y del actual, sirven sobre todo a los intereses de la elite financiera, de los banqueros y de las multinacionales. Ellos son los que ganan, vendiendo armas, financiando ambos lados de la contienda y con la posterior reconstrucción de los países devastados. Incrementan las deudas de todos los países valiéndose de los préstamos que otorgan instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y con la ayuda de Naciones Unidas y la OTAN, que no son más que una distracción para las masas, dando la imagen de estar al servicio de la Paz Mundial. Las multinacionales como Monsanto esquilman los recursos del Tercer Mundo con su manipulación genética de los alimentos, que causa estragos en el ecosistema. El Banco Mundial presta dinero al Tercer Mundo para aliviar la pobreza del momento, pero la deuda sigue creciendo, y la miseria también. Todo esto y mucho más es consecuencia de la usura.

Aunque los esfuerzos de los Padres Fundadores eran muy loables, nosotros como musulmanes sabemos que Allah nos ha mandado a través de Su Libro, el Corán, y de la Sunna de Su Mensajero, a quien Allah bendiga y conceda paz, todo lo que necesitamos saber para establecer nuestro Din en su totalidad, y que ninguna “constitución” inventada por el hombre puede alcanzar la perfección del Din de Islam. Por eso necesitamos tener líderes fuertes y justos que ejerzan un gobierno personal. Líderes que puedan acuñar libremente una moneda halal, de la cual se beneficiaría todo el mundo, musulmanes y no musulmanes. No podemos echar la culpa de las situaciones únicamente a los demás (banqueros, políticos, etc.), ya que todos tenemos una gran parte de la responsabilidad de lo que ocurre a nuestro alrededor. Es nuestra obligación estudiar, enseñar y transmitir a nuestros hijos todos los aspectos del Din, tanto en la ´Ibada como en la Mu´amalat, y a todos los que estén interesados. También es nuestro deber corregir las injusticias en la medida que podamos, primero con la acción, después con la lengua y, como último recurso, con el corazón; pero a la vez tenemos que recordar que no ocurre nada sin el permiso de Allah, que Él es Al-Qadir, que Él tiene Poder sobre todas las cosas.

La hawla wa la quwwata illa billah

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