Hay algunos expertos en tecnología que están advirtiendo que internet puede fallar. Es cierto, dicen que internet no estaba diseñado para soportar la cantidad de interacciones y tráfico que hay hoy en día y que ni siquiera el mayor experto en internet y tecnología puede decirnos qué es internet, porque dos horas después de que lo haya hecho ya es algo diferente.
Aconsejan crear una forma de comunicación alternativa más primitiva y que pueda ser ‘entendida’ por el ser humano. Una especie de copia de seguridad para un caso de emergencia, para que los servicios básicos puedan funcionar. Dicen que la posibilidad de que esto ocurra es real; quizás no se ‘caiga’ todo, pero sí una parte; eso sería suficiente para crear un caos considerable. Hace poco, en Salt Lake City, EE. UU., hubo un pequeño fallo y todos los aviones del país tuvieron que permanecer en tierra hasta que se arregló. Las consecuencias de algo mayor son imprevisibles.
Es cierto, internet es una herramienta muy útil para muchas cosas, y cada vez más. Nuevas tecnologías se desarrollan casi a diario que ofrecen más y más posibilidades de conexión. La comunicación es más rápida, los negocios más eficaces y las noticias llegan en mayor cantidad y a más velocidad. Una de las cosas que se puede decir que internet ha causado es el aceleramiento del ritmo de vida al acelerar la capacidad de relacionarnos en todos los ámbitos, personal, profesional y de información/entretenimiento.
Por otro lado internet también tiene su ‘lado oscuro’. Y lo llamo así porque nos encontramos ante un fenómeno relativamente nuevo y aún desconocido, al menos una parte de él. No es seguro que ese aceleramiento del ritmo de vida sea siempre positivo. En muchos casos ha dañado nuestras relaciones personales; nos ha inundado de información, noticias y conocimiento hasta tal punto que es difícil discernir lo que nos es útil saber y lo que no; ha ayudado a que la economía se globalice hasta convertirse en algo tan desconocido y difícil de predecir como el mismo internet.
El auge de la economía especulativa está íntimamente ligado al auge de las nuevas tecnologías. Tienen una relación recíproca, la una sin la otra no podría existir. Las inversiones y el gasto necesario que se ha hecho para el desarrollo de la tecnología, su producción y su puesta al alcance de millones de individuos no hubiese sido posible sin la velocidad de transmitir información entre diferente lugares en el globo que internet y la tecnología han hecho posible. Esta velocidad alcanzada por la tecnología ha dado a su vez lugar a una economía global donde se puede comprar y vender en Nueva York lo que campesinos chinos (posiblemente sin acceso a internet) están cultivando, o aún más espeluznante, lo que cultivarán dentro de varios años.
En cierta manera internet se parece mucho a la economía hoy en día. Todos lo usamos, pocos conocen bien cómo hacerlo de forma útil y aún menos son los que saben cómo funciona. Y nadie sabe muy bien que es o puede predecir dónde va.
Las consecuencias que tendría un fallo en internet son similares a las que tendría un fallo en la economía. Sin una parte se ‘cae’ –o si entra en crisis y bancarrota– todo el sistema está en peligro. Y cuanto más lo pensamos más son las similitudes, hasta tal punto que nos hace pensar que al igual que su desarrollo y crecimiento ha ido de la mano, quizás su madurez y declive también lo haga.
Es posible vivir sin tecnología al igual que es posible vivir sin economía, pero de una formar muy primitiva. En cualquier caso no se trata de prescindir de ello, sino de usarlo de una forma que sea beneficiosa y que podamos controlar. De igual forma que los expertos dicen que es necesario crear una forma de comunicación totalmente separada de internet para hacer posible que la sociedad funcione de una forma ordenada si este falla, es necesario crear una forma de relacionarse en torno a la economía totalmente separada de la ‘economía’ actual. Y lo segundo en más urgente que lo primero puesto que ya tenemos indicios claros de que está fallando.