Si abrimos el navegador google y ponemos “cognitive warfare”, la página que sale en primer lugar es la página oficial de la otan, y si traducimos los dos primeros párrafos, dice algo así como:
“La guerra cognitiva incluye actividades realizadas en sincronización con otros instrumentos de poder, para afectar actitudes y comportamientos, influyendo, protegiendo o alterando la cognición a nivel individual, grupal o poblacional, para obtener una ventaja sobre un adversario. Diseñada para modificar las percepciones de la realidad, la manipulación de toda la sociedad se ha convertido en una nueva norma, y la cognición humana se perfila como un ámbito crítico de la guerra. […] La guerra cognitiva se centra en atacar y degradar la racionalidad, lo que puede conducir a la explotación de vulnerabilidades y al debilitamiento sistémico . Sin embargo, esto se vuelve cada vez más complejo a medida que se trata de objetivos no militares.”
Luego de lo cual por supuesto continúan diciendo que dicha guerra es algo que hacen los rusos (y no ellos)
Tras este curioso apunte podemos hacer un breve recuento y estado de situación del conflicto ucraniano luego de dos años, en tanto que durante su desarrollo, se han ido añadiendo, al decir de Jünger, otras “islas que escupen fuego”. Quizás la más notoria, el genocidio de Gaza y las tensiones entre irán e israel, donde vemos otro escenario en el que ciertas fuerzas pugnan por llevar la tensión a un conflicto directo primero entre israel e irán, y luego consecuentemente entre occidente y Rusia que deje ya de estar mediado por sus proxis. A lo cual se suma el mediáticamente poco cubierto conflicto en ciernes del Sahel, desde los golpes de estado que han corrido de la región a Francia y a EEUU. (Querían abrirle un segundo frente a Rusia en Georgia, el Cáucaso o Kazajistán, y se han encontrado un segundo frente, pero iniciado por los rusos vía grupo wagner y más cerquita de ellos…)
Y esto justamente porque la élite corporativista y financierista parapetada en occidente se ha puesto nerviosa, puesto que el que Ucrania estaba perdiendo la guerra se hizo evidente incluso para la oficialidad ucraniana hace casi medio año. Pese a que uno de los últimos chistes del trágico comediante jázaro (como le llama Jalife) no tiene pérdida: “Deberíamos buscar la paz, pues no querríamos estar diez años más en guerra” (cuando al conflicto le quedan sólo semanas).
Pero a esto hemos llegado tras dos años de una propaganda que hablaba de los constantes triunfos ucranianos celebrados por los mass media, coordinados por el curioso “Instituto para el estudio de la guerra”, instancia autorizada (no se sabe bien cómo ni por quién, aunque se sabe que es financiado por parte del complejo industrial militar) para vertir información del conflicto “libre de sospechas” de ser fake news, o «desinformación pro-rusa” a las ya de por sí controvertidas «agencias de noticias» como reuters o afp. De manera que en la ingeniosa, jocosa y mordaz afirmación del analista geopolítico español Fernando Moragón, desde hace dos años veníamos viendo a Ucrania «venir de victoria en victoria hasta la derrota final«.
Derrota militar de Ucrania que Rusia no buscó, pues si a pesar de lo crítica que es la situación en el frente, en el que los rusos avanzan sin parar, seguimos oyendo acerca de la «oferta de paz de Zelensky» (meses después de la «Conferencia de paz para Ucrania» convocada por occidente sin invitar a Rusia -por lo que, traduciendo el lenguaje orwelliano, podíamos ver como una conferencia para la guerra-) basada en la exigencia de la restitución de todos los territorios ucranianos, incluida Crimea; pese a que en el acuerdo de paz que él mismo rompió apenas firmado en marzo del 2022 a un mes de iniciada la «operación militar especial» en la que los rusos habían entrado a Ucrania con cien mil hombres (para expulsar a los nazis en la segunda guerra mundial habían entrado allí con dos millones de hombres), la única exigencia innegociable de Rusia era el no ingreso de Ucrania en la otan; se le respetaban todos sus territorios y se proponía que la situación de Crimea (anexionada a Rusia después de un referendum en febrero-marzo del 2014) fuese revisada al cabo de quince años.
Entretanto se ha sumado medio millón de jóvenes ucranianos muertos al cuarto de millón reportado hacia finales del año pasado, y el aludido comediante ahora habla de las condiciones que «obligarían a Rusia a firmar la paz», mientras continúa pidiendo más armas y autorización para usar las de largo alcance en acciones directas contra territorio histórico de la Federación Rusa con el frente ucraniano a punto de colapsar.
Se sabe ahora por diversas fuentes (incluídos entre ellas altos diplomáticos norteamericanos) que la decición de Zelensky de romper los acuerdos de paz recién firmados con los rusos en Estambul el 2022, fue alentada por el entonces primer ministro inglés, el controvertido Boris Johnson, que además de organizar fiestas privadas mientras mantenía a la población británica bajo estrictas cuarentenas en el período “covid”, dos años después de haber incitado a Zelensky a romper dichos acuerdos, tras la imperdible entrevista de Tucker Carlson a Vladimir Putin, Carlson le contactó también a él para proponerle otra entrevista, quien por toda respuesta pidió como condición, un millón de dólares…
Tal parece que Johnson y Zelensky, aparte de ser miembros del partido de la guerra, comparten un amor por los dólares. Pues ésto va de dólares. Lo que se ve en un llamativo vídeo de presentación de un proyecto-propaganda del tipo de los que deben haber sido presentados al presidente “servidor del pueblo” como incentivo a una decisión tan arriesgada. El vídeo no tiene pérdida, es una muestra perfecta de cómo se venden humos: El plan de Ucrania de 750 mil millones de dólares para reconstruirse (¿contarían para ello con los 700 mil millones dólares birlados a Rusia?)
Una vez que los ucranianos rompieron los acuerdos de paz en marzo de 2022, comenzaron a recibir constantes y crecientes partidas de material bélico diverso procedentes de 28 países, aunque hay evidencias de que su ejército ya había sido preparado y entrenado por la otan para enfrentar la provocada invasión de febrero de 2022, como han reconocido los ex primeros ministros de Francia y Alemania, Hollande y Merkel, que sólo se buscaban ganar tiempo para armar a Ucrania con la firma de los tratados de Minsk 1 y Minsk 2, con los que supuestamente intentaban poner fin al conflicto comenzado el 2014 entre facciones nacionalistas y rusofonas al este de Ucrania después del golpe de estado del Euromaidán, que costó a los norteamericanos cinco mil millones dólares, según estos mismos han declarado, y que, en lugar del pro-ruso Yanukovic puso al empresario Porochenko, sucedido luego por Zelenski, vía elecciones libres con la promesa de poner fin al conflicto en el este de su país, haciendo justo lo contrario; títere de oligarcas tipo Kolomoiski, que habían empezado a coquetear con las estructuras corporativas de occidente.
De este modo, la provocada intervención rusa, que podría haber durado un mes, se empantanó en una guerra de desgaste, mediante la cual, los think tanks americanos habían calculado debilitar a Rusia, romper sus buenas relaciones con Europa, derrocar a Putin y transferir la industria alemana hacia su país, ha logrado en parte sus objetivos; sobre todo en lo que respecta a fracturar a Europa y desindustrializar a Alemania, mas no en lo que respecta a debilitar a Rusia, que había previsto esta serie de acontecimientos, y los venía preparando, junto a la consolidación de organizaciones regionales, como la OCS (Organización de Cooperación de Shangái) y los BRICS, y su asociación estratégica con China.
Entretanto el sabotaje a los oleoductos Nord Stream 1 y 2 en septiembre del 2022 representó un notorio punto de inflexión (tras el cual el infausto liderazgo alemán parecía haber enterrado la cabeza en la arena sin querer volver a sacarla), cuyas investigaciones por parte de Suecia y Dinamarca, cerradas sin resultados, más las llevadas a cabo por EEUU y Alemania que -como el ventrílocuo y su muñeco- señalaron como responsable a un supuesto grupo pro-ucraniano, de modo muy diferente a lo que apuntaba una investigación independiente cuyos informes fueron publicados por el periodista norteamericano Seymour Hersch, en los que explicaba cómo los gaseoductos habían sido saboteados por EE.UU. bajo la cobertura de ejercicios militares de la otan. Aunque sucesos escandalosos como éste y otros tantos han empujado a las poblaciones europeas a decantarse por partidos no sistémicos que expresan posturas distintas a la incondicional rendición a las estructuras supranacionales que mantienen a las clases políticas europeas optando por decisiones que están en completo desacuerdo con los intereses de sus supuestos representados.
Mientras tanto y de tanto en tanto fueron surgiendo debates por parte de la OTAN de si llevar o no tanques al frente ucraniano, que no, que sí, que sería peligroso, pero que era necesario, pero que cual sería la respuesta rusa, que sí, que no, mejor que no… llevamos!, repetido una y otra vez, luego con misiles de largo alcance, y luego con los F-16, presentados cada vez a los mainstream como “game changers”, sin que significaran a la postre un cambio de situación en el conflicto, constituyendo en cambio cada vez una subida en la apuesta en la escalada de tensiones, pasando por los «embolsamientos» sistemáticos de las tropas ucranianas por parte del ejército ruso y su implacable sistema de la «picadora de carne», llevando al régimen ucraniano a derivas terroristas, el pertrechamiento a éstos de bombas de racimo por los norteamericanos, prohibidas por convenciones internacionales, y utilizadas por el ejército ucraniano contra la población civil en Belgorod, llegó un nivel más arriba con el atentado contra el Crocus City Hall en Moscú mediante supuestos grupos islamistas, notoriamente reclutados por inteligencia británico-ucraniana. No obstante la escalada en las tensiones parecía haber llegado a su punto máximo con el ataque ucraniano (debidamente apoyado por logística e inteligencia otan) a sistemas de radares rusos de alerta temprana, que tienen por finalidad prever ataques con misiles balísticos intercontinentales, y la entrega al fin de algunos F-16 a Ucrania, capaces de transportar también armas nucleares.
Todo ello acompañado por una retórica beliscista de los representantes políticos europeos y portavoces de la otan que desde hace medio año comenzaban a plantear “la necesidad» por parte de la población europea «de prepararse para la guerra”, a lo que se suma la deriva psicótica del régimen israelí (ataque al consulado de iran en siria, asesinato del principal líder de hamas -y portavoz en las negociaciones de paz con israel- en un momento en el que estaba invitado en Teherán) con la que intenta persistentemente atraer a Irán a una guerra directa, en la que cuentan involucrar a eeuu; paralela a las constantes provocaciones británico-americanas contra Rusia en Ucrania.
Y cuando parecía que la tensión no podía elevarse más llegó la operación en el territorio ruso de Kursk por supuestos grupos ucranianos, que no obstante ha demostrado tratarse de una operación otan, con armamento otan, con tácticas otan, con asistencia en comunicaciones e información satelital otan, y con personal otan.
Y sobre dicha operación, aún en curso, y en estrepitoso fracaso, junto a un colapso general del frente ucraniano, llega la guinda del pastel, las discusiones de personeros británicos y americanos acerca de la «autorización» (un cambio de lenguaje, pues dicho armamento con sistemas de cifrados y guíado satelital sólo puede ser manejado por personal en activo de la otan) a los ucranianos para la utilización de armamento occidental de largo alcance para atacar ahora en lo profundo del territorio ruso, por supuesto precedido de una performance de discusión acerca de los pro y los contra, y de que si sí o que si no, en una serie de medidas que han seguido el mismo formato, los mismos pasos, para ir subiendo la tensión incesantemente poco a poco, dentro de la estrategia de ir subiendo la temperatura en el agua de la rana.
Además, de manera semejante a las incongruentes decisiones de la clase política europea, encargada de postergar los intereses de Europa en favor de una agenda que empuja su propia destrucción, el régimen de Zelenski, pese a su supuesto nacionalismo, se muestra como un agente vicario de intereses foráneos en acciones como la de Kursk, en la que ha empeñado las últimas reservas de su ejército, en una acción que, de modo semejante a la acción vicaria de los grupos islamistas (que en lugar de servir a Al-lah y Su mensajero, s.a.w.s, sirven perfectamente a la agenda globalista -«anglosionista», en el lenguaje del analista uruguayo Ariel Umpiérrez- de la anglósfera) se muestran al servicio de otros intereses, como en el caso de la incursión ucraniana, que además de intentar bombardear las plantas nucleares rusas de Zaporiyia y de Kursk, se ha empeñado sobre todo en hacer volar los ductos de gas terrestres que todavía quedan operativos entre Rusia y Europa, aparte de explorar el terreno ruso para intentar reconocer con drones sus sistemas antiaéreos, sus sistemas de defensa y de reacción rápida, sus tácticas, en lo que podría ser incluso un ensayo de posteriores operativos otan.
Todo esto pinta un panorama muy sombrío, porque es difícil saber hasta qué punto las élites financiaristas occidentales, que son las que realmente están al mando (aunque lo suyo más que una decisión podría constituir una huida hacia delante -un «complejo Masada»- semejante a la de Netenyahu o la del comediante jázaro), están dispuestas o no a desatar abiertamente un conflicto de gran envergadura que enfrente directamente a la otan con Rusia.
Por lo pronto aquellas acciones empujan a la compra incesante directa o indirecta (para dotar de armas al régimen ucraniano o reponer aquellas que se les han cedido) de material de guerra a las corporaciones armamentísticas americanas, que son las principales beneficiarias de las “ayudas a Ucrania”, por lo que, junto al sistema financiero en crisis, puesto en jaque por el impulso de Rusia y China a las monedas avaladas en oro y commodities, el complejo industrial militar se muestra como otra punta de la hidra, tal y como han manifestado Blinken y Sullivan en una gira por su país: “La guerra es un muy buen negocio”, ya que comporta una entrada de dos mil millones de dólares mensuales.
Entradas que si bien mantiene un número importante de puestos de trabajo, sigue encarnando una hiperconcentración de la riqueza en manos de una élite minúscula y el empobrecimiento creciente y constante de amplias mayorías, lo que significa una ruptura inevitable y un colapso de las sociedades que las albergan, tal y como manifestaba Macrón el 2009 cuando anunciaba el fin de la hegemonía occidental y la necesidad de buscar otras alianzas distintas a la americana «que toma más de lo que da”, por lo que parecía un lúcido y atípico gobernante, mostrando empero tantas incongruencias y vaivenes después que ser atendido por el Putin en el Kremlin al otro costado de una larga mesa parecía un trato merecido, pues hasta ha mostrado interés por los brics, alternándolo con ínfulas belicistas/electoralistas, por lo que no se le ha tomado en serio.
De manera que se mantiene la tónica de estas últimas dos décadas, en la que las corporaciones han pasado al asalto del erario público de las sociedades occidentales, vía “rescates bancarios” tras la crisis subprime del 2008, vía “emergencia sanitaria” para las farmacéuticas el 2021, y ahora último exigiendo el 6% del pib de los países otan para el complejo industrial militar americano vía “ayudas para Ucrania”, recaudados y succionados por los grandes conglomerados, en simbiosis con los grandes “fondos de inversión”. Finalmente es un latrocinio de gran estilo, un continuo “golpe de banca”
Mientras tanto, y en este último año en el que Israel se ha ensañado con la población civil palestina, asesinando a cincuenta mil civiles -con apoyo del complejo armamentístico nortemericano que es el que le surte de material balístico para arrasar a la Franja de Gaza como lo ha hecho-, lo que ha movido a la Corte Penal Internacional a solicitar una orden de arresto contra Netanyahu (que se ha quedado solo en petición, pues la orden no se ha dictado), mostrándonos a un Lloyd Austin, secretario de defensa americano, afirmando impúdicamente que “no hay indicios de que israel haya cometido un genocidio”.
En esta huida hacia delante de un criminal como Netanyahu, contra quien pesan juicios por corrupción en el propio israel, en pausa sólo por la «situación de emergencia» que enfrenta (al igual que Zelensky, cuyo mandato caducó hace casi medio año, por lo que debían celebrase elecciones antes de mayo de este año, aplazadas por las mismas «razones»), su país ha tropezado con la dura realidad de que Iran posee misiles supersónicos capaces de burlar su tan aclamado «escudo de hierro«, aunque los mass media occidentales lo escondan (quizás porque también israel vende armas y sistemas de defensa); pero no sólo lo iraníes, los propios huties de Yemen han alcanzado su territorio con un misil de similares características, convirtiendo en hechos ciertas advertencias acerca de que si la otan continuaba dotando a Ucrania de armas de largo alcance, Rusia tendría que evaluar la decisión de dotar de armamento avanzado a grupos enemigos de los países occidentales.
En todo este panorama sólo nos queda esperanza en la cordura y en la firmeza de los gobernantes y representantes legítimos que buscan algo distinto a engrosar sus bolsillos y el control y subordinación a intereses supranacionales de las poblaciones de sus países (a las que tratan como ganado sin entendimiento -aunque a veces no les falta razón en parte, si bien es eso justamente lo que promueven-); que miran por el interés común y no por un interés propio, que es el principio del buen gobierno.
Que Al-lah oriente, ayude, proteja, promueva y auxilie a los gobernantes justos en contra de los inicuos, los falsos representantes, los dayyalin, y que despierte a las poblaciones adormecidas a la realidad y a Su recuerdo. Para ello nos refugiamos en el ayat 64 de la surat 5, al Maidan, La mesa servida: «Cada vez que enciendan un fuego para la guerra, Allah lo apagará. Se afanan por corromper en la tierra, pero Allah no ama a los corruptores.»