¡Que no nos separen!

hannover
Policías vigilan el estadio de Hannover una vez evacuado durante un partido amistoso Alemania – Holanda.

Dos mensajes de Jürgen Todenhöfer en su página de facebook (del 4 y del 12 enero del 2016. El segundo escribió justo después del atentado de Estambul con 11 muertos, 10 de ellos alemanes, 1 de Chile):

4 de enero 2016

Queridos amigos:
en Alemania vamos de una falsa alarma terrorista a otra. Dresde, Brunswick, Brema, Hannover, Aquisgrán, Rostock, Colonia, Duisburgo, Munich, etc. Nuestros ministros de interior aparecen ante las cámaras cada quince días con semblante serio dándonos explicaciones categóricas. Y aunque, una vez, más todo haya sido una falsa alarma, nos siguen advirtiendo de un creciente peligro terrorista «islamista» en Alemania. Y eso que desde la reunificación de Alemania, ningún alemán ha sido asesinado a manos de terroristas «islamistas» en Alemania. No sólo los terroristas sino también nuestros políticos hacen que aumente cada día el miedo al terrorismo. Actualmente, un 52% de los alemanes considera que el terrorismo es la gran amenaza de sus vidas.

Nadie puede asegurar que Alemania vaya a estar siempre libre de atentados, pero a mí me parece mucho más peligrosa la política militar de Occidente en Medio Oriente, o que suministremos armas al patrocinador principal del terrorismo internacional: Arabia Saudí, que es el que bombardea a Yemen. Esa política puede producir en poco tiempo una guerra global en Oriente Medio, que también podría arrastrar a Europa. La Primera Guerra Mundial se produjo por muchos pequeños conflictos. Lo que necesitamos en Oriente Medio no son más bombas, sino una conferencia general de paz para, sobre todo, calmar el conflicto entre Arabia Saudí e Irán.

Desde luego, el hecho de que nuestros políticos estén creando pánico no conduce a nada. El Estado Islámico sólo tendría que encargar a sus seguidores en todos los países occidentales que simularan hacer atentados una vez al mes, a través de una llamada de teléfono «falsa», y Occidente se convertiría en una casa de locos. El alarmismo actual ya le produce al EI una gran satisfacción. Pánico es precisamente lo que quiere.

Como el propio término latino «terror» dice, los terroristas quieren a través de sus actos aterrorizar a la gente, así como extender el miedo y el terror. Esperan que nuestros gobiernos se excedan en sus reacciones y por medio de guerras, y de una dureza exagerada en la política interior, pasen por alto los valores básicos de los estados civilizados. Y mucho mejor para ellos sería si hubiera disputas graves entre musulmanes y no musulmanes. Las organizaciones anti-Islam como Pegida son «idiotas que les favorecen».

Los terroristas quieren destrozar nuestra sociedad. Bin Laden quería eso, Al Baghdadi quiere eso. La mayoría de los gobiernos les hacen un favor y tiran por la borda principios constitucionales esenciales. Sin sentencia judicial alguna, EEUU encierra a supuestos terroristas en cárceles secretas, los tortura y los mata. Algo parecido pasa con los ataques a través de drones que, como sobre todo matan a inocentes, son también actos de terrorismo. Sin mencionar la ilegal vigilancia total. Prácticamente no queda ya ningún valor constitucional que ciertos gobiernos no estén dispuestos a sacrificar en nombre de la «lucha contra el terrorismo». ¿Es la preocupación por el bienestar de sus ciudadanos lo que les mueve, o se trata más bien de un cálculo frío para imponer sus planes políticos, esos que siempre tuvieron? Parece que a algunos políticos les ha venido bien esto del terrorismo.

Todo esto es posible porque un alto porcentaje de la población reacciona con miedo extremo ante el peligro de atentados terroristas. Es muy difícil argumentar contra el miedo de manera racional. Porque el miedo no es racional. Por eso están fracasado casi todos los argumentos racionales. Que cada año mueran más de 300.000 alemanes por enfermedades cardiovasculares, más de 200.000 por cáncer, 100.000 por las consecuencias del tabaco, más de 3.000 por accidentes de tráfico, 600 por «asesinato y homicidio», 20 por picaduras de avispas, 5 por rayos, y otros tantos por accidentes domésticos, algunos en la bañera, es malo, incluso absurdo. Pero nada es tan «aterrador» como los atentados terroristas.

En realidad, este debería ser el momento para los políticos responsables. Pero, en lugar de reaccionar de manera fría y sensata, algunos se aprovechan del miedo de los ciudadanos a posibles atentados sin ningún tipo de vergüenza. La mayoría con el propósito de destacar como líderes fuertes en la lucha contra el terrorismo. En la lucha contra los accidentes de tráfico, las picaduras de avispa y los accidentes en la bañera no se ganan laureles políticos. De esta manera, a través del alarmismo, de crear un pánico exagerado y de tomar decisiones desmesuradas en política interior y exterior desmesuradas, propician la labor de los terroristas. Y algunos medios de comunicación les ayudan mucho.

Desde hace más de 40 años me dedico a estudiar el terrorismo. En los años 70 fui juez por un corto período de tiempo en un proceso terrorista. En los 80 estuve en la lista negra de la organización terrorista alemana RAF. Hoy en día recibo continuamente amenazas de asesinato de radicales de izquierdas, de radicales de derechas, de «extremistas islámicos». Delante de mi oficina en Munich unos desconocidos colgaron una soga de ahorcado. Nosotros simplemente la quitamos.

De todas maneras no subestimo a los terroristas. Quizás conozca el terrorismo del EI mejor que la mayoría de los políticos de Occidente. Sé cómo se le puede vencer y ya lo he explicado muchas veces. También aquí. De ninguna manera se puede vencer al terrorismo creando pánico y miedo. Me niego a hacerles un favor a los terroristas teniendo miedo. Si tenemos miedo, los terroristas habrán ganado. No deberíamos hacerles ese favor.

Deberíamos ser más valientes que esos políticos de élite, que en el descanso del partido de fútbol Francia-Alemania abandonaron el estadio por miedo a un atentado, dejando a los asistentes y a los jugadores ante el peligro. Más valientes que esos políticos que en París, tras los atentados contra «Charlie Hebdo», hicieron creer que marchaban a la cabeza de la enorme manifestación contra el terrorismo. En realidad, quedaron en una calle secundaria cerrada para hacerse montaje fotográfico. Mientras la población se manifestaba valerosamente a pesar del peligro existente, ellos se montaron en sus limusinas blindadas y volvieron tranquilamente a sus hoteles.

Deberíamos ser más valientes que todos esos políticos. Deberíamos negarnos a tener un miedo exagerado y a renunciar a nuestros valores fundamentales porque si lo hacemos ayudamos a los que producen el pánico y a los terroristas. En vez de eso, deberíamos luchar contra lo que produce el terrorismo. Por ejemplo, con una política justa para el mundo musulmán. Empezando con una conferencia de paz en Oriente Medio. Para eso es para lo que hemos elegido a nuestros políticos. No para que sean imanes de catástrofes.

Vuestro JT

12 de enero 2016 (después del atentado de Estambul)

Queridos amigos,
estoy tremendamente apenado. Estoy con los familiares y amigos de las víctimas del atentado en Estámbul. ¡Qué clase de locos homicidas endemoniados son estos terroristas! Contra la humanidad y contra el Islam.
La estrategia occidental contra el terrorismo ha fracasado estrepitosamente. Cada día aumenta el número de terroristas internacionales debido a nuestros bombardeos sin sentido. Ha llegado la hora de un cambio de estrategia radical.

Exijo a nuestros políticos una nueva estrategia antiterrorista:

1.) ¡Interrumpid la entrega de nuevas armas y munición al Estado Islámico! ¡Impedid que los saudíes sigan suministrando armas a los grupos terroristas en Siria!

2.) ¡Evitad que al Estado Islámico se le unan nuevos combatientes! ¡Ayudad a Turquía a cerrar su frontera con el «estado anti-islámico»!

3.) ¡Quitadle al EI su caldo de cultivo! ¡Abogando por una reconciliación nacional en Siria y en Irak! El EI se aprovecha al máximo del conflicto entre esos países.

Todos estamos en el mismo barco: judíos, cristianos, musulmanes, europeos, árabes, kurdos, yazidíes. Da igual que sea en Oriente Medio, en Europa o en EEUU. Tanto alemanes como migrantes. Los racistas y los terroristas son, sin embargo, compañeros endemoniados. Se benefician el uno del otro con un guiño de ojo. No deberíamos dejar que nos separen.

Vuestro JT


(traducido por Iman Vadillo)

Dr. Jürgen Todenhöfer es un ex político, ex gerente de una empresa de comunicaciones y activista por la paz que nació en Alemania en 1940. Fue juez en 1972, y de 1970 a 1990 fue miembro de la Cámara baja del Parlamento alemán. En 1975 viajó a Chile para entrevistarse con Pinochet y negoció con éxito la liberación de 4.500 presos políticos. En 1980 se aventuró a viajar desde Paquistán al Afganistán ocupado por los soviéticos con un reportero gráfico y algunos independentistas afganos. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 publicó varios best sellers. Ha viajado durante décadas por los diferentes países islámicos escribiendo sobre ellos. Como punto central encontramos en sus libros una apuesta por la paz a través de negociaciones. Los honorarios de su trabajo son donados a los niños de Afganistán, Irak, Jerusalén, Siria y Congo. Tanto en los conflictos de Irak, Siria e Irán, Todenhöfer abogó a favor de las negociaciones por parte del Gobierno estadounidense. En 2011 fue uno de los pocos periodistas occidentales a quien el presidente Assad recibió. En diciembre de 2014 estuvo dos semanas junto a su hijo en Mosul, en el área de gobierno del así llamado Estado Islámico. Esto le convierte en el primer periodista de Occidente que tuvo acceso a las zonas ocupadas por el EI.

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