Podemos; pero ¿qué podemos?

El reciente advenimiento de un nuevo partido político ha causado todo tipo de reacciones en la arena política española. Siguiendo la estela de otros movimientos, como el de Pepe Grillo en Italia, Pablo Iglesias y su partido, Podemos (la mención del líder delante del partido no es casual, sino consciente, dado que usaron su imagen como logo de la campaña), ha reunido el descontento justificado de un sector de la sociedad y lo ha mezclado con una retórica de izquierdas para crear un cóctel explosivo. Cóctel que, en contacto con la también patente escalada de los partidos de ultra derecha en Europa, puede causar una reacción química peligrosa.

Lo cierto es que ni en el discurso, ni en la forma de presentarlo ni en la simbología usada Podemos ha creado nada nuevo. Se ha nutrido de otros movimientos clásicos (valga la contradicción) de izquierda y anti sistema, para, haciendo un muy buen uso de la comunicación y de cierta demagogia para ganar el apoyo, mayoritariamente, de los “indignados”, convertirse en el movimiento político del descontento popular.

Dado que Podemos no es nada nuevo (en cuanto a esencia), corre los mismos peligros que toda izquierda, la radicalización de su discurso y entronización de su líder, ejemplo repetido durante la historia (Stalin, Lenin, Mao, Chávez). Además, el nombre de la organización es una película con final abierto.

¿Podemos?, pero ¿qué es lo que podemos? ¿Podremos cuestionar los principios sobre los que se basa el sistema en el que funcionamos, es decir, democracia, bancos (usura) y progreso (evolución)? ¿O tendremos que seguir aceptando estos postulados como verdades religiosas?

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