Patrimonio histórico en la Biblioteca Nacional de Madrid

Biblioteca Nacional de Madrid

Visité Madrid la pasada semana y me comentó alguien que la Biblioteca Nacional ha levantado la restricción que tenía impuesta sobre un gran número de antiguos manuscritos islámicos andalusíes tras haberlos restaurado, y cuya edad supera los diez siglos. Llegué al edificio de la Biblioteca Nacional que es un edificio grandioso de estilo europeo que data del siglo XVII y ocupa unos 120 mil metros cuadrados. Consta de siete pisos que se abren a un patio interior con un bonito jardín en el centro que te remonta a “Mayra Al Yalid”, el nombre que le dieron los musulmanes a “Madrid” al fundarla cuando antes de su llegada ni siquiera era nada mencionable.

Acudí al departamento de manuscritos árabes para consultar esa gran y valiosa riqueza humana; decenas de miles de códices en materia de fiqh, hadiz, tafsir, tasawwuf, biografías, historia, medicina, farmacia, astronomía además de geografía, geometría y aritmética. Esa extensa sección recibe un cuidado especial y no se puede acceder a él excepto con una acreditación de investigador que se otorga previa presentación de una solicitud.

El índice de los manuscritos árabes viene recogido en grandes volúmenes cuya mayoría se encuentra en castellano. En cambio, los títulos de los manuscritos están en árabe o en aljamiado, que es el idioma castellano escrito con caracteres árabes y que usaban los moriscos en los últimos siglos de la presencia islámica en España.

Es, sin duda, un colosal tesoro de conocimiento en lengua árabe que permanece encerrado en estas tierras y del que no saben nada los españoles que lo rodean. Es un destierro dentro de otro destierro.

El investigador ha de escoger a partir de un índice el manuscrito que desee, siempre y cuando conste en la lista de manuscritos consultables. Luego rellena una pequeña tarjeta de solicitud y un formulario en el que pone su nombre, el número de su tarjeta de identidad además del título del libro y el nombre del autor del mismo. Se registra la tarjeta mediante un moderno aparato de registro electrónico, se envía la solicitud a los fondos de la biblioteca dónde se guardan los manuscritos y, al cabo de pocos minutos, acude la persona encargada de traer el manuscrito original con éste envuelto en una bonita tela blanca y transportado encima de un carrito de biblioteca. El envoltorio refleja un meticuloso cuidado y se asemeja a los sudarios de un difunto que abandonó la vida en espera de su ansiada resurrección. Huele a esencia de historia y a aroma de un pasado remoto…

Cada investigador puede pedir y consultar tres manuscritos por día. Yo pedí el manuscrito de “Tafsir gharib al Qur’an” (Exégesis de las singularidades lingüísticas del Corán) en el campo de las ciencias del Corán escrito por el Imam Abu Muhammad Abdullah Ibn Sa’id Al Salyami Al Gharnatí (765 A.H – 1363 d.C.), el manuscrito del libro “Yami’ al quwa fil aghdiya” (Compendio de fuerzas de la nutrición) en el campo de la medicina y la farmacia escrito por el Imam Diya’uddin Abu Muhammad Ibn Baytar Al Malaqi, y un voluminoso manuscrito del libro “Bayan al multamis fi tarij ahl al andalus” (Clarividencia del investigador en la historia de los pueblos de Al Ándalus) por Ahmad Ibn Yahya Al Dhaby acerca de la historia de Al Ándalus.

Uno se sienta en la ubicación indicada por la biblioteca sin que se le permita tomar fotografías ni llevar aparatos electrónicos o bolígrafos excepto el papel y lápiz que le entrega el departamento de manuscritos. Todo ello, mientras las cámaras rodean a uno por todas partes y los agentes de seguridad de la biblioteca lo observan con una profunda sonrisa que le hace sentir su constante presencia. Esos bellos manuscritos me llevaron a través de largos siglos en los que respiraba la fragancia del saber y la honradez. Los manuscritos están escritos con caligrafía andalusí y magrebí a base de la añeja resina andalusí y sobre antiguas láminas de papel fabricadas por los habitantes de la valenciana Xátiva hace decenas de siglos.

La bibliotecaria del departamento de manuscritos se extrañó de mi afán y mis constantes peticiones, así que me pregunto: “¿Qué significa la palabra Assada en árabe? ¿Qué significa Noboa y Alía o Alaouine?” Le contesté: “Assada son los nobles de la familia del Mensajero de Dios, Noboa significa profecía o la misión profética de los profetas, y por último, Alía es el femenino del nombre propio Alí y los alawiyyin son sus nobles descendientes.” Entonces, la señora sacó su carnet de identidad nacional, y en él aparecía su apellido: ¡¡Assada!! Nacida en Alía, Toledo, y dijo que su familia se llama la casa de Noboa, es decir, “Casa de la Profecía”. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras escuchaba mi explicación acerca de su identidad. Me pidió una traducción del Corán y se la mandé al volver a Barcelona.

Salí de la tranquilidad de la Biblioteca Nacional despidiendo nuestro legado y volviendo a las calles abarrotadas y ruidosas de Madrid con la mente inmersa en la exégesis de Al Salyami, en las sutilezas de Ibn Al Baytar y en las fascinantes historias de Ibn Yahya Al Dhaby acerca de las regiones de Al Ándalus… tesoros que no tienen a nadie que los busque ni a ellos ni a los inmensos conocimientos que esconden.


Autor:  Salim Ibn Omara – Fuente: http://viveislam.islammessage.com/

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