Palabras, actitud, comportamiento

«Veo mi mano obstinada.

Hay palabras circulares en la página.

Veo mi sombra en la página.

Veo mi caída al vacío de esta hora.

Pero no me veo…»

En la sociedad moderna, abusar de los recursos que tenemos a nuestra disposición se ha convertido en un mal hábito que ya tomamos por natural; desde los más imprescindibles, como el agua y el alimento, hasta los más cotidianos, como el don de la palabra. La eventualidad de la vida, con las dificultades que atravesamos y los objetivos que alcanzamos, ha arrastrado a muchos hombres a la convicción de que, para cada argumento, siempre tienen las mejores respuestas; respuestas que a su vez necesitan manifestar en palabras, palabras que perfilan la actitud de la arrogancia, el comportamiento del sordo que sólo es capaz de escuchar su propia voz y que sólo se rige bajo el rigor de su razonamiento. En estas líneas abordaré tres temas que, considero, merecen nuestra atención: las palabras, la actitud y el comportamiento.

¿Qué son las palabras sino el medio que se nos ha dado para expresar nuestras ideas, nuestra percepción de las cosas? Si les damos rienda suelta podríamos llegar al punto de tratar de explicar lo que no sabemos, y ¿con qué fin especular de lo que no sabemos? Desde mi entendimiento veo que las palabras son importantes, aunque no tanto como las acciones. Podemos pasarnos buena parte del día buscando la mejor palabra que defina lo que intentamos expresar, o podemos hacer de verdad convirtiendo las ideas en acciones. Hablemos de lo que sabemos, prestemos atención para estar abiertos al discernimiento y al conocimiento útil, escuchemos a los demás. Demos a las palabras la importancia necesaria, que cumplan su función de transmitir y que no impidan la transmisión. Valoremos el silencio del hablador y la palabra del silencioso. Protejamos nuestro lenguaje, que es una herramienta excelente, de la confusión, de la soberbia y de la intransigencia, para que no sea el hilo conductor de la difamación, el protagonismo innecesario y la comunicación unilateral; yo creo que de esta manera le daremos un mayor rendimiento tanto a las palabras como a nuestra vida, Inshaallah.

Por otro lado, la actitud. Desde el punto de vista de la experiencia personal, puedo afirmar que la actitud, junto a la firme intención, es el punto de partida. Es en todo caso el reflejo innegable del estado emocional. Aunque cambie lo demás en nuestro entorno: el lugar, el clima, la compañía, si la actitud no cambia, el estilo de vida se mantiene inmutable, salvo en algunos eventos irrelevantes. La actitud está ligada a la estabilidad emocional; es así que, inconscientemente, huimos de la felicidad o la ahuyentamos cuando tenemos la seguridad de que no somos felices. Muchas personas piensan en la estabilidad como la meta para alcanzar la felicidad, cuando es la felicidad en un punto neutro la que proporciona estabilidad. Dicho de otra manera: nuestro vehículo principal es un corazón tranquilo, desarrollar la actitud de sentirse a gusto, pleno, afortunado con lo que tenemos a mano; el valiente que se atreva llevará el estilo de vida de un hombre verdaderamente feliz y lo encontrará todo a su disposición para mantenerse en él. En contraste el que prefiera sentirse desdichado, acongojado, desolado… no será capaz de observar lo que tiene a su disposición para cambiar su actitud y llevará el desgastado estilo de vida de un hombre infeliz. Feliz o infeliz es tan sólo la tinta; la actitud, el pincel, y el lienzo, el estilo de vida. Que Allah nos dé apertura.

Finalmente, el comportamiento. Lo he clasificado como la consecuencia del control o descontrol del ego. Siguiendo esta línea de pensamiento, un comportamiento irregular está ligado al ego descontrolado; un comportamiento ordenado está ligado al ego dosificado; un comportamiento noble y elevado está ligado al desarrollo continuo del autodominio. Abordando este asunto desde su punto neurálgico; sabiendo que nuestro comportamiento puede afectar la sensibilidad de otras personas e incluso retardar nuestro propio crecimiento, debemos ser responsables con el ego, no olvidar que, si lo permitimos, puede apoderarse de nuestra atención para saciar sus apetitos y, en adición, puede también dejar confusión donde hubo tranquilidad. Busquemos que nuestro comportamiento ennoblezca nuestras convicciones. Que Allah nos sumerja en Su favor.

Palabras, actitud y comportamiento están relacionados. En conclusión, todo es parte de uno. Descuidar uno de estos tres aspectos es equivalente a dar pasos atrás en el largo camino del desarrollo personal, y aún nos quedan otros puntos que fortalecer. Pido a Allah que nos dé lo mejor de esta vida y de la otra, y que nos proteja del Fuego. Amin.

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