Una de las pruebas a las que se enfrentan quienes trabajan es pensar que son imprescindibles. Trabajamos duro, nos esforzamos, tenemos algo de éxito y empezamos a pensar que hemos conseguido algo. Permitimos que este pensamiento obture nuestra mente y nuestro corazón y creemos que somos imprescindibles. Creemos que el trabajo no podrá continuar sin nosotros o que nuestra opinión es más importante que la otros. Esto es el comienzo de una ataque al corazón masivo. Es el comienzo de la arrogancia. Cuando esta semilla se deja crecer sin supervisión, empezamos a no tener respeto por otros que no comparten nuestra opinión, marginamos a otros en los procesos de decisión y no creamos percepciones incorrectas de quién somos realmente y de qué va todo esto. Perdemos foco.
Para poder volver a tomar foco debemos ir a lo básico y preguntarnos ¿cómo puedo combatir este comienzo de arrogancia? El primer paso es mirar a la definición de la arrogancia dada por el Profeta, que la paz se con él.
Cuando fue preguntado sobre esta, la definió como dos cosas: rechazar la verdad y mirar a la gente por encima del hombro. Las dos preguntas que deben de surgir a raíz de esa definición son:
- ¿Cómo conozco la verdad?
- ¿Cómo me hago con la capacidad espiritual que hará que no mira a la gente por encima del hombro?
Estas son preguntas importantes alrededor de las cuales se encuentra la búsqueda sincera de la verdad y la belleza a través de la aceptación y la adoración.
Para la primera no hay otra solución mejor que la de estudiar. En el mundo moderno solemos pensar que esto significa leer libros. Esta nunca fue la forma en la que los musulmanes estudiaron a lo largo de la historia. Leían, sí, pero nunca por su cuenta sin tutelaje y supervisión. No se ha elaborado sobre esto, no ha habido discusión, ni debate, ni aplicación y análisis, nada. Esto es un asunto muy importante, aunque no lo hayas entendido todavía. Los eruditos dicen:
Nunca tomes el Quran de alguien que lo ha estudiado a través del mushaf (su forma escrita y recopilada en un libro) (en vez de hacerlo de un maestro). Y nunca tomes el conocimiento de alguien que solo lo ha estudiado de libros (y no con un maestro).
Esto es verdad y requiere rigor, humildad, y paciencia. Es solo a través de este dedicado estudio por el que uno puede desarrollar un entendimiento del Islam hasta el punto en el que uno se sienta cómodo, de forma justificada, con lo que entiende que es la verdad. Es también a través de este estudio como uno empieza a darse cuenta de qué poco sabe, lo que es una de las lecciones más importantes que hay que aprender en la vida. Aun así, aprender simplemente no es suficiente. Para practicarlo hace falta un segundo elemento, que nos lleva al segundo asunto.
Nuestro segundo asunto es nuestro desarrollo espiritual. Para no mirar hacia abajo a los demás uno debe de tener un entendimiento profundo y sincero de uno mismo. Hemos de conocer y reconocer nuestros fallos y estar en un estado constante de esfuerzo para acercarnos a lo que dice el Islam. Esto es lo que estar sometidos significa. La llave para este camino es el adab (cortesía). Sin esto el que busca está perdido en su camino y nunca encontrará su meta. Empieza con el adab con Allah y se manifiesta en al forma en la que tratamos a otros. Esta es una de las señales de un desarrollo espiritual sano. Ibn Quiyyam solía decir: “El din (religión, forma de vida) es adab, así que quien es mejor que tú en adab es mejor que tú en el din”.
No se trata de consignas o destreza intelectual. No estamos compitiendo por los votos o tratando de ganar concursos de popularidad. Se trata de una dedicación sincera y humilde a la verdad. Sólo con este esfuerzo puede uno empezar a protegerse de la enfermedad de mirar hacia abajo a los demás.
Es con esta reflexión que volvemos a los versículos que inspiraron este artículo. Dice Allah en el Sura Muhammad:
Estos sois vosotros: estáis llamados a gastar en el camino de Allah. De entre vosotros los hay que se resisten, pero el que es avaro, no lo es sino para sí mismo. Allah es el rico y vosotros sois los necesitados. Si os apartáis os reemplazará por otra gente y no serán como vosotros. (Corán, 47:38)
Esto es un recordatorio para todos aquellos que esperan servir a Allah en sus vidas. Está muy bien que estés sirviendo a la comunidad y trabajando por mejorar la situación de la gente, pero no olvides que realmente esto te beneficia más a ti que a ellos. Es algo que se te ha pedido que hagas por tu creencia, y es un honor y una responsabilidad responder a esa llamada. Somos nosotros los que necesitamos el amor y la compasión de Allah. El no nos necesita a nosotros. Si nos volvemos hacia otro lado, abandonando el camino de la crítica propia y la reflexión entonces Él no cambiará por otra gente. Tienes el potencial de ser importante, si haces cosas buenas, pero eres reemplazable; así que no seas orgulloso.
Fuente: truth-seeker.info/es | Jamaal Diwan