Musulmanes en la política europea

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, primer regidor musulmán de una capital nacional occidental, cumplió el martes pasado, 16 de agosto, sus primeros cien días en el cargo. Contrariamente a otros muchos cargos electos de origen musulmán, el señor Khan, de 45 años e hijo de un conductor de autobuses pakistaní, no ha sido miedoso a la hora de hablar públicamente de su fe. La víspera de Ramadán escribió en un artículo de opinión en el periódico The Guardian: “Un aspecto de mi trabajo es mostrar que es posible que alguien con valores liberales occidentales puede ser también un musulmán perfectamente normal. Mi elección, el 5 de mayo, puso de manifiesto que Londres cree que uno puede ser ambas cosas al mismo tiempo.”

Ahmed Aboutaleb, alcalde de Rotterdam (Países Bajos). AFP PHOTO / ROBERT VOS

Si bien el señor Khan puede que sea el primer alcalde musulmán elegido directamente en una capital de un país occidental, no es el primer alcalde musulmán de una de las grandes ciudades occidentales. Ese honor le corresponde al alcalde de Rotterdam, nacido en Marruecos, Ahmed Aboutaleb. El señor Aboutaleb fue nombrado por primera vez en 2008 y desde entonces se ha convertido en uno de los políticos que genera más simpatía en los Países Bajos, un país notorio por el auge de sus sentimientos antimusulmanes. En aquel momento, Geert Wilders, líder del Partido Holandés por la Libertad, dijo de su nombramiento que era tan ridículo como “nombrar a un holandés para alcalde de la ciudad de Meca”. Siendo el primer alcalde de origen emigrante a la cabeza de una ciudad holandesa de importancia como es Rotterdam, el alcalde ha hecho uso de su posición para promover la tolerancia así como para encauzar un debate más matizado en torno al extremismo. A raíz de los ataques al Charlie Hebdo en París dijo: “Debe haber sitio para el Islam en nuestra sociedad libre. Con nuestros corazones y con nuestras mentes hemos de invitar a esta gente a participar en nuestra sociedad. No puede ser una confrontación ‘nosotros contra ellos’. Mi ciudad está dispuesta a enseñarle esto al mundo”.

Además de su participación en los Gobiernos locales, hay musulmanes por toda Europa que están desempeñado papeles importantes en los parlamentos nacionales. En 2010, la Baronesa Sayida Warsi, hija de emigrantes procedentes de Pakistán, se convirtió en el primer miembro musulmán de un gabinete del Gobierno británico cuando el primer ministro David Cameron la nombró Ministro sin cartera. Las imágenes de la ministra vestida con su shalwar, túnica tradicional, posando en los escalones del 10 de Downing Street se han convertido en fotos icónicas. La Baronesa Warsi también fue elegida presidenta del Partido Conservador, primera persona musulmana a la cabeza de uno de los partidos principales en Gran Bretaña. En 2014 causó controversia con su dimisión del Gobierno debido a su política “moralmente indefendible” con respecto a Gaza. Después de su dimisión, la Baronesa Warsi ha alentado a los musulmanes a desarrollar un Islam esencialmente británico: “Puesto que el Islam toma sus referencias culturales del territorio donde se encuentra, el Islam británico debe adoptar los puntos culturales de referencia del terreno en el que crece”.

La Baronesa Warsi es tan sólo una entre varias personalidades políticas que están llamando a un Islam europeo. Cem Özdemir, miembro del Bundestag germano y copresidente del Partido Verde, que se define como un “musulmán laico”, también ha argumentado que “no necesitamos un Islam turco o árabe, sino un Islam europeo”. En toda la extensión del continente hay musulmanes que están asumiendo posiciones de influencia y están cambiando en un sentido positivo, tanto directamente –a través de sus políticas y de sus campañas– como indirectamente –en virtud de su mera identidad musulmana–, la percepción que otros europeos tienen del Islam y de los musulmanes.  Como el alcalde londinense, Sadiq Khan, expresó sucintamente: “Los musulmanes que estamos en el punto de mira del público jugamos un papel: el de tranquilizar a la gente de que nosotros somos gente normal; no porque seamos más responsables, sino porque somos más efectivos”.

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