Todo viaje empieza con confianza. Confiamos al partir que obtendremos aquello que es el objeto de nuestro viajar. En el Mausim de Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi en Ciudad del Cabo, que ha tenido lugar los días 11 y 12 de octubre, se ha hecho referencia a la confianza y el viaje en los discursos de las dos noches de dikr.
El Mausim suele empezar con el salat del Jumu’a, en la Mezquita Yumua de Ciudad del Cabo, en el que Shaij Abdalhaqq Bewley dio el Jutba. El Jutba nos recordó la importancia del amor al Profeta y del entendimiento correcto de su Sunna, que está basado en la acción de la gente de Medina.
Este suele ser el primer encuentro de las delegaciones que acaban de llegar de todos aquellos sitios donde hay fuqará de la tariqa Darqawi-Shadili. Después del salat del Jumu’a el jardín de la mezquita se llena de la alegría y la baraka del reencuentro con aquellos que han emprendido el viaje desde lugares tan lejanos como Indonesia, Malasia, Pakistán, Vietnam, España, Alemania, EE. UU., etc., con el solo propósito de encontrarse para el recuerdo de Allah.
La primera noche de dikr tuvo lugar el sábado en la sala de oración de la mezquita. Como al día siguiente dijo Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi, tomamos como base para esta práctica el hecho de que los Sahaba se reunían en la mezquita para discutir sobre campañas militares y tomar consejo, y, como tal, el dikr es una práctica que nos prepara para enfrentarnos a nosotros mismos y a las circunstancias del mundo moderno de tal manera que podamos mantener el Din de forma correcta y que sea un disfrute para nosotros el hacerlo.
El dikr fue dirigido por Shaij Abadalhaqq Bewley. En la sala de oración de la mezquita apenas se cabía, pudiendo llegar a contarse hasta 850 personas. Las delegaciones de fuqará de todo el mundo se mezclaban con los musulmanes locales, que eran de igual o incluso de mayor número que aquellos. Shaij Murtada, líder de la táriqa Darqawi-Shahdili, estaba presente, al igual que otros shuyuj, como Shaij Ali Laraki, Shaij Umar Vadillo y Shaij Nafia, entre otros. Una vez cumplidas las diferentes partes que conforman el dikr de esta táriqa y que incluyen quran, sama’ y hadra, se llegó al momento del fikr, del discurso posterior al hadra y que precede a la cena.
En este discurso, Shaij Abdalhaq Bewley hizo una metáfora de la táriqa como una embarcación que navega a través del tiempo. Todos los fuqará son parte de la embarcación y la mantienen navegando bajo la dirección de un capitán, que es el Shaij del Momento. Su compromiso y lealtad hacia este ha de ser inamovible, puesto que es sobre la confianza que se deposita en quien dirige la embarcación en lo que se basa el éxito de la empresa. El capitán ha recorrido el camino y ha vuelto para ayudarnos a que nosotros podamos recorrerlo. Que seamos capaces de reconocer este hecho o no, no le resta nada al capitán, así como el capitán no podrá hacer el viaje por nosotros, sino que somos nosotros los que tenemos que seguirle si queremos alcanzar la orillas a las que él ha llegado.
Como todo marino sabe, la brisa del mar abre el apetito, y qué mejor forma de calmar este y de poner el broche a una noche de dikr que compartir una frugal pero deliciosa cena con aquellos que amamos. Como algún fuqará ha dicho, el dikr es el alimento del cuerpo y la cena, el alimento del espíritu.
La noche de dikr del día siguiente, domingo, fue de tan numerosa afluencia como la anterior. Pero con los corazones habiendo ya probado algunas de las mieles del recuerdo, era palpable en el ambiente el deseo por el deleite que se deriva de la presencia de corazón en el momento.
En esta noche contamos con la presencia de Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi, además de Shaij Murtada; la luz que una vez fue dividida entre Occidente y el Sahara ha sido reunida para guía y beneficio de aquellos que quieran beber de la fuente de Salsabil.
El dikr se desarrolló con fluidez. La experiencia de quienes servían el té, las pastas, el oud y el agua de rosas era evidente, puesto que en ningún momento dichas actividades distrajeron a quienes estaban inmersos en el Recuerdo. Las casidas, lideradas por Abdelfatah Mouttaqui, acompañado por un grupo de cantores venidos de diferentes lugares, Marruecos entre ellos, se sucedieron con belleza preparando los corazones para el hadra.
Antes de esto, Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi dirigió unas palabras a los asistentes recordándoles la importancia de Shaij Murtada como nuevo líder de la táriqa Darqawi-Shadili: “No lo subestiméis. No imaginéis ni siquiera por un momento que podéis comprender el enorme significado de lo que le ha llegado por medio de idhn, de barakah y del qudra de Allah, subhana wa taala”, dijo.
El hadra es sobriedad. Y, como tal, poco se ha de decir, puesto que parte de la táriqa es mantener en secreto aquello que Allah hace manifiesto en ti.
En el discurso que sigue al hadra los corazones se deleitan con el conocimiento transmitido. Shaij Murtada habló sobre la confianza en Allah, elucidando sobre esta importante cualidad que el creyente ha de desarrollar, y mediante el relato de varias historias que hacen más fácil para todos recordar el mensaje; añadiendo además un toque de humor para hacer liviano aquello que de otra manera parecería difícil.
Una vez más, y como es costumbre en toda reunión de dikr, se culmina con la cena, puesto que no hay mayor honor que proveer a aquellos que están inmersos en el recuerdo de Allah, y encierra esto un secreto y báraka que sin duda se manifiesta en la vida de aquellos que son constantes en esta noble práctica.
No sería justo terminar esta crónica sin mencionar los numerosos encuentros entre los fuqará generados al calor de estos días, además de las generosas invitaciones que la gente del lugar gusta de ofrecer a los viajeros, ya que el disfrute de esta vida está en la compañía de los fuqará. Ellos son los sultanes, los reyes y los príncipes.