Los tiempos que llegan

Escuchando hablar a los políticos de uno y otro signo, de uno y otro país, si algo queda claro es que todo está oscuro. Ni saben cómo atajar el problema ni son capaces de reconocer que no paran de dar palos de ciego, como arreglar endeudamientos desorbitados con más préstamos (cuando se atreven a darlos) y, por tanto, con más deuda. Y mientras tanto, cada día más paro, más desahucios y más negocios que cierran; y el Estado cobrando más y dando menos. ¿De qué extrañarse entonces que crezca la economía sumergida?

Y es que ésta no es sólo una crisis de sobreproducción de las que explicaba Marx. Es también una tremenda crisis financiera de endeudamientos desorbitados e intereses caníbales, de monedas que pierden sentido porque se basan en nada, de valores que han tirado por los suelos conceptos como el respeto, la familia, la disciplina, el amor…; y como consecuencia, es también una crisis demográfica (si no se quiere tener hijos, la población se estanca; y encima estorban los ancianos porque resultan caros de mantener).

Si para algo nos sirve la historia como maestra, el periodo que mejor nos puede ilustrar lo que está pasando es el de la decadencia del Imperio Romano: cada vez más gente que reniega del Estado y se buscan la vida como pueden, degeneración de las relaciones personales, caída de las ciudades, regreso al campo como forma de subsistencia… Durante muchos años, en aquellos tiempos no llegó una assabiya nueva que tomara las riendas. Por eso las tensiones entre los distintos pueblos bárbaros tuvieron a Europa y parte de África y Asia en un continuo desasosiego… Hasta que llegó el Islam.

El papel de los pueblos germánicos de entonces lo pueden jugar hoy día los llamados “países emergentes”; pero, como aquellos, estos tienen mucha vitalidad y una gran cantidad de energía, pero no una assabiya: un sentimiento de unidad y un proyecto claro. Si hay alguien que tenga la fuerza necesaria para coger las riendas (miles de millones de musulmanes repartidos por todo el mundo, un proyecto definido con una guía clara en un Libro intemporal, los valores humanos intocados, moneda que vale, sistema que funcionó y puede funcionar en cuanto se ponga en marcha…) ese es el Islam. Sólo falta que los musulmanes de todo lugar y tendencia se den cuenta y digan: ¡ya basta!, abandonen todas las ideologías decadentes y sobrevenidas (nacionalismos, capitalismos, socialismos, socialdemocracias, liberalismos, tiranías…) y vuelvan a formar una assabiya unida que ponga al ser humano en su sitio como jalifa de la Tierra.

Falta sólo que digan: ¡Allahu akbar! y pongan en el mundo la única alternativa que puede arreglar esto: ISLAM.

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