Los placeres de la mesa

El placer de la comidaA medida que el intelecto humano ha ido ganando refinamiento, han aparecido nuevas técnicas de cocinado y mezcla de ingredientes, y poco a poco ha aparecido lo que se podría denominar cultura culinaria. Esta cultura culinaria se ha ido transformando de generación en generación hasta nuestros días.

El Creador, que ha hecho al hombre tal que tiene que comer para vivir, lo incita a comer por medio del apetito, y lo recompensa con placer.*

El placer y necesidad de alimentarnos nos acompaña desde que nacemos, siendo después de respirar nuestra primera obligación y consuelo al llegar a este mundo. Por ello es un placer al que debemos dar su  precisa importancia y tiempo.

Dime qué comes y te diré qué eres.*

Hoy en día ha surgido el fenómeno llamado “comida rápida”, o “comida basura”. En alguna ocasión he comido en algún establecimiento de comida rápida; si se la come rápido sin apenas saborear, es posible su ingesta; ahora, siéntese delante de un plato, o mejor dicho, una caja de comida basura, mire atentamente lo que está a punto de engullir, capte su aroma y saboréelo mientras lo mastica. ¿Es realmente placentero? Además, si como comida basura, ¿qué dice de mí?

Los animales se ceban; los hombres comen; sólo el hombre de intelecto sabe cómo comer.*

Saber comer bien forma parte de nuestra educación. Esta educación generalmente se adquiere en casa, o se adquiría. Lamentablemente hoy en día el modelo familiar de reunirse a comer juntos se está perdiendo. Afortunadamente, hay un gran número de libros que tratan sobre este tema, en los cuales podemos aprende acerca de qué y cómo comer. También es importante entrenar nuestros paladares, prestando atención y reflexionando sobre lo que comemos.

  Si uno es víctima de indigestión es que no sabe comer.*

Parte de la educación de la mesa consiste en saber el orden y la compatibilidad de los alimentos. En los banquetes, en tiempos medievales, se solían servir diversos tipos de platos, todos al mismo tiempo, sin ningún rigor ni orden, causando así en los comensales horribles indigestiones. Para evitar estas indigestiones es necesario aprender un orden en la ingesta de alimentos, habiendo también una compatibilidad entre éstos. A veces encontramos platos que ya de por sí son difíciles de digerir; en estos casos tenemos que incluir en el menú comidas que tengan propiedades digestivas, para así ayudar a nuestro organismo a sobrellevar esas dificultades.

También es importante masticar bien, no comer en exceso, esperar tres o cuatro minutos desde que uno termina su comida hasta que se levanta y respetar el cuerpo unahora después de comer no cargándolo con grandes tareas físicas.

                  La suerte de las naciones depende de la manera en la que comen.*

Esta frase puede sonar radical, incluso disparatada. Por mi parte, viviendo en Ciudad del Cabo, soy testigo de que es totalmente cierta. Me explico: en Ciudad del Cabo, gran parte de la población vive en la miseria. Un albañil después de una dura mañana de trabajo, almorzará un paquete de pan blanco, el que en España conocemos como pan bimbo, y una Coca-Cola, y en casa cenará pap (una harina obtenida mediante la trituración de la parte central de la panocha de maíz) con pollo. ¿Qué podemos, grosso modo, observar en esta gente que durante años, incluso generaciones, lleva esta dieta? Principalmente, disminución del intelecto y del sistema inmunológico, lo que a muy largo plazo llevará a la degeneración genética.

Por el contrario, una persona que mantiene una dieta sana y equilibrada tendrá mayor capacidad de rendimiento tanto físico como mental. Por lo tanto, una sociedad que se alimenta adecuadamente va a ser una sociedad sana y fuerte.

Lo que es paradójico es que, en España, teniendo muchos de los mejores cocineros y restaurantes del mundo, en el día a día, en las casas y en la calle, se come cada vez peor. Una persona come una media de tres o cuatro veces al día. Depende de nosotros mismos el sacar el mayor beneficio de ello, tanto a nivel fisiológico como a nivel social y lúdico.

* Brillat-Savarín, Los placeres de la mesa,  Ed. Penguin Books. (Traducción de Anne Drayton).

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