Limpieza es parte del Iman

Limpieza es parte del Iman

بسم الله الرحمن الرحيم

Mientras estoy tomando el sol en el patio de la Mezquita Al Ihsan (Norwich) en un día fresco y claro de abril, me vienen a la cabeza algunos recuerdos de la Madrasaa Sharif Al Wazzani en Larache (Marruecos).

Uno de ellos y el que más recuerdo es el de nuestro amigo, el anciano que barría las calles todos los días, no todas las calles de Larache, claro está, porqué un hombre solo no puede; pudiera, si tuviese la ayuda de otras personas.

Antes de seguir contando la historia de nuestro amigo, que de seguro las madrasseñas anteriores se acordaran, es importante que sepan una característica de Larache, la suciedad visible de sus calles, aunque esto no le quita su belleza ni su emblemática historia colona impregnada en su arquitectura actual.

Nos impactaba ver a ese señor barrer las calles con su escoba, hecha a mano, temblando de vez en cuando, pues la senectud se había apoderado ya de su cuerpo diminuto. Después de hacer nuestra compra diaria en el soqo, nos parábamos a hablar con él y le ofrecíamos un poco de agua, dándole nuestro más sincero agradecimiento por el acto de caridad que hacía para todos, sin recibir nada a cambio.

Pasaban los días y yo no dejaba de pensar en nuestro amigo y en el bien que hacía. Era feliz cuando tenía la oportunidad de hablar con él, de vez en cuando me explicaba su vida, a veces con pasajes tristes, que al recordarlas, se le humedecían los ojos y se le quebrantaba la voz. Yo lloraba en mi interior, lloro ahora mismo al recordarlo.

Nuestro amigo, el anciano, había sido un viajero, había vivido en Europa. Por eso, sabía hablar alemán, inglés, un poco de español, francés, y de vez en cuando nos impresionaba hablando con una de esas lenguas.

Podría seguir contando más sobre nuestro amigo, pero todo tiene un fin. Llegó el día en que esa maravillosa persona nos dejó para siempre, Allah se lo llevó junto a su Misericordia, que en paz descanse…

Recordaré ese día triste, para las madrasseñas, para mí. Cuando supe la amarga noticia de su partida lloré sin cesar, con sollozos entrecortados, pero me calmaron las dulces palabras de Hajjah Fatimah y su acalorado abrazo.

No me voy a exceder hablando de la muerte, ya que la historia de nuestro amigo no termina en ese camino, sino que continua viva en algunas calles de Larache.

Ya hacía unos días las chicas y yo nos rondaba por la cabeza la idea de pasar a la acción y, escoba en mano, barrer las calles de nuestra ciudad porque nuestro subconsciente ya no podía ignorar el gran ejemplo que Allah nos puso en nuestro camino y en el de otros, aunque los otros aún les daba igual.

La cuestión aquí es que pasamos toda nuestra vida mirando, pero pocas veces conseguimosver, y cuando sucede esto último, entonces significa que hemos aprendido.

En este mundo todo lo que pasa en nuestras vidas es por algo; tiene alguna explicación que nos sirve para descifrar los misterios o códigos de nuestra, existencia (es así como mi intelecto entiende el sentido de la vida), así que el ejemplo de nuestro amigo, su gran acto de barrer las calles, cada mañana, y con perseverancia, a pesar de recibir críticas de algunas personas que solo miraban al pasar a su lado, sin llegar a ver, era una señal divina. Pero Allah es generoso, guía y abre los corazones a quien Él quiere.

Empezamos a barrer las calles, haciendo turnos. Las personas pasaban a nuestro lado; algunas con cara de sorprendidas, otras deteniéndose con cara de no entender nada, otras pasaban agradeciéndonos con un gracias o un thank you, otras nos echaban una mano.

Y así cada día y cada vez más la gente nos ayudaba a barrer. El chico de la tienda de enfrente fue el primero en seguir nuestro ejemplo, este había mirado y vistoTuvimos tambiénel cariñoso apoyo de los niños que venían a estudiar en la Madrassa por la tarde. A medida que crecía nuestra relación con los larachinos, aumentaba también el número de personas que se unían al “movimiento de la escoba por la limpieza general” afirmándonos que esto lo hacían de pequeños durante la ocupación española. 

No olvidaré el día en que salí a la calle y la vi barrida, la plaza de la Mezquita al Anwar reluciente, daba gusto contemplar tal magnífico paraje. Volví a la Madrassa regocijada de alegría, dando las gracias a Allah porqué nos permitió triunfar en la batalla de conciencia de la gente con la limpieza de sus calles, ya que la “limpieza es parte del Iman“.

AlhamduliAllah.


Fuente: Madrassa Sharif Al Wazzani

Salir de la versión móvil