El ancla en un mundo en proceso de desintegración.
Un campo polvoriento en los años 90. Calor. Un par de docenas de hombres y mujeres se reúnen en este sitio, colocan la primera piedra de un nuevo proyecto. Hay permiso para construir, nada de dinero y una intención firme. Tenía que ser aquí, en Andalucía, en una de las ciudades más importantes del Islam europeo, donde volviera a erigirse una mezquita. Algunos años más tarde, tras crisis y esfuerzos, ahí está: la mezquita de Granada, una de las más bonitas de Europa.
La comunidad española, fundada por Sheij Dr. Abdalqadir As-Sufi, escribe con esto un nuevo e importante capítulo en la historia del Islam en Europa. Al mismo tiempo, sobre la base de una historia islámica de siglos, lleva ad absurdum el argumento de que Islam es una cosa extraña en Europa y un fenómeno problemático provocado por los flujos de inmigración modernos.
En Europa existen miles de mezquitas. En los antiguos núcleos del Islam –el sureste de Europa, Sicilia y Andalucía– es donde mejor se puede estudiar su significado original. Formaban parte de una concepción diferente de diseño urbano: disponían de amplias instalaciones y con ello de la posibilidad de ofrecer numerosos servicios sociales. La mezquita y el mercado estaban juntos y eran inseparables; como parte de un nomos global que intenta vencer las diferencias entre espíritu y materia. Tanto en la mezquita como en el mercado reinaba el mismo principio de que nadie, por muy poderoso que fuese, podía exigir que le reservaran un lugar determinado. La mezquita era por tanto el centro de una vida islámica amplia y libre.
La comunidad turca de Alemania está también construyendo una mezquita en Colonia cargada de simbología. Atrás quedan años de disputas sobre el diseño de este proyecto. Esta mezquita es importante porque es un símbolo del Islam en Alemania. Se construirá en la ciudad y no en uno de esos desolados polígonos industriales de las afueras, como ha sido lo normal hasta ahora. Su construcción moderna, diseñada por un equipo de arquitectos alemanes, ha establecido un nuevo estándar arquitectónico. Sin embargo, faltan el mercado y las instalaciones para fines sociales. La mezquita se convertirá de esta manrea en un edificio meramente religioso.
Para los musulmanes de Colonia sería importante remarcar que el Islam no es simplemente una religión con una “iglesia”, sino una forma de vivir completa.
Hay otro claro problema en el proyecto de la mezquita de Colonia: prácticamente todos los musulmanes que se reúnen allí son turcos. Décadas después de la inmigración masiva de turcos a Alemania, la mayor parte de ellos sigue hablando en turco. No hay ningún musulmán alemán en la organización encargada de la construcción de la mezquita lo que hace que muchos residentes de los alrededores de la mezquita teman que ésta se convierta en un pedazo de Turquía y no en una parte más de Alemania. Esto es, naturalmente, un grave malentendido.
Ante estas circunstancias son los musulmanes europeos los que tienen que hacer hincapié en que el Islam no es una cultura determinada. El hecho de ser musulmán no implica el abandono de la cultura europea. Una nueva generación de musulmanes europeos cultos tendrá que hacer notar este derecho. Nuestras nuevas mezquitas tienen que resaltar claramente que el Islam tiene mucho que ofrecer a las comunidades europeas. Si nuestras mezquitas son auténticas, la consecuencia natural será que nuestro vecindario se interese por el Islam que se vive allí. La juventud europea, con sus crisis existenciales y su aburrimiento, algún día encontrará allí su hogar.
Como bien es sabido, la oración es sólo uno de los cinco pilares del Islam. La oración en congregación está por encima de la oración individual en casa. El Mensajero de Allah dijo sobre esto: “Si un grupo de tres o más personas vive en un lugar y no establece la oración conjunta, el Shaitan conseguirá tener poder sobre ellos. Debéis vivir en comunidad, pues a la oveja que se separa del rebaño se la comen los lobos”.
La oración del viernes es un momento importante en la vida de una comunidad musulmana, ahí queda patente la libertad de enseñanza del Imam: ¿ le está permitido dar y escribir una charla propia o tiene que dar un discurso escrito de antemano por una institución estatal o una organización central? En una época en la que los estados tienen una gran influencia en la vida de los ciudadanos, el hecho de tener independencia en la enseñanza islámica es un bien enorme. Y por eso el Imam no debe ser un asalariado dependiente, sino que debe expresar su conocimiento sobre los problemas de nuestros días. Y por supuesto que un Imam así nunca tolerará en sus filas de creyentes ni terrorismo ni racismo.
Además del Imam, una comunidad activa tiene una autoridad: el Emir. El Emir no es ni un político ni el presidente de una organización que aspira a tener el control total de su comunidad. Él toma en primer lugar el Zakat, que es otro de los pilares del Islam. Con la recaudación anual obligatoria del Zakat se ve quién pertenece realmente a la comunidad y quién es un extranjero o un viajero. La autoridad tiene así la condición de expulsar de la comunidad a elementos negativos y asociales, y de evitar que esos individuos utilicen la mezquita como un sitio de descanso o de retiro. Naturalmente es tarea fundamental del Imam y de la autoridad fortalecer el conocimiento sobre el Zakat entre los componentes de la comunidad.
En un discurso de bienvenida del año 2005, con motivo del aniversario de la Mezquita Mayor de Granada, Shaij Dr. Abdalqadir As-Sufi describía el mayor error cometido por los musulmanes en el pasado: debido a la presión de los banqueros, que no de los misioneros cristianos, los musulmanes abandonaron un pilar del Islam: el Zakat. El Zakat, el impuesto obligatorio en el Islam, que se recita una y otra vez en nuestras oraciones, ha degenerado a los ojos de los sabios islámicos a ser una mera limosna. “El Zakat”, según Shaij Abdalqadir, “es para los pobres y para que sea realmente Zakat debe ser tomada, no donada, la parte determinada de los beneficios acumulados.”
Sobre el importante significado del Zakat no debería haber por tanto dudas. Esto significa también que el pago del Zakat debe cumplirse con los medios de pago auténticos de los musulmanes. La conexión entre el establecimiento del Zakat con los medios de pago auténticos determinados en el Islam y la crisis financiera actual, abre una perspectiva muy interesante sobre la contribución del Islam a la solución de la crisis financiera. El Islam no acepta el “papel moneda” como medio de cambio y lo ve como dinero “malo”, ilícito, que lleva a una cultura de inflación general. El Islam es solidario con todos aquellos en Europa que ven la inundación con dinero de los mercados financieros como destructiva y además ven en ello una fase previa a un nuevo totalitarismo.
Los cinco pilares del Islam generan una actividad que crea una dinámica orgánica alrededor de la mezquita; esta actividad no puede darse por completo sólo con estructuras. Según la opinión del jurista Carl Schmitt: “Todos los términos de la política y de la teoría del Estado son términos teológicos secularizados”. De hecho, hasta ahora muchas organizaciones musulmanas adoptan sin darse cuenta una terminología que procede de la metafísica cristiana. La harmonía natural entre la autoridad, el imam, las fundaciones y la comunidad misma se convierte por tanto en algo casi imposible. Según Hegel la atmósfera de una sociedad burguesa se crea en primer lugar de “una familia pequeña y una asociación”.
La mezquita a la que nosotros pertenecemos crea, como Heidegger lo llamaría, nuestro verdadero “significado contextual”. Es una parte consolidada de nuestro mundo, nuestro lugar y nuestro orden. “La mezquita es el corazón vivo de cada comunidad musulmana. Por eso, tratad de ser vosotros la sangre que de manera independiente fluye por ella. Es vuestra presencia la que la mantiene viva”, así lo formulaba Shaij Habib Bewley.
Aquí y ahora, en este contexto, antes que nada debemos practicar nuestro Islam. Aquí escuchamos la revelación en todo su significado junto con el mandato de unir el conocimiento con la acción. Por todo esto, la mezquita es nuestra ancla en un mundo en proceso de desintegración.