‘La vida de otra mujer’

Carátula de la película La vida de otra mujar
Carátula de la película La vida de otra mujar

Acabo de abrir los ojos. La luz que deja atrás el sueño entra tenue por la ventana, poco a poco la nitidez se va adueñando de las formas y me sitúa en el espacio. Una habitación amplia. No reconozco los colores, tampoco los contornos. Un momento; a lo mejor sigo durmiendo.

Percibo los sonidos que llegan desde fuera y la melodía de un pentagrama doméstico me invita a entrar en el cuerpo. También unas cuantas fotografías. Avanzo hacia el espejo. Silencio. El reflejo de una extraña me detiene. El tacto es también un corte. La odisea de la identidad estremece. En la cocina una voz tierna me habla; parece que soy madre. El ayer es el paso de unos cuantos años que solo existen en este ahora y las células tratan de reconocer lo que los ojos no consiguen. He muerto otra vez, y sin drama, me lanzo al salto misterioso del encuentro. Querida, ¿dónde has estado este tiempo?

Dentro de la pregunta suspendo un instante para recordar y aparece la presencia de un tiempo anestesiado. Sentirse cómoda en la extrañeza despierta una nueva percepción y la posibilidad de reaprender de nuevo tomando contacto con el pulso de la vida. Ahí siento que respiro y cada bombeo del alma es el inicio de otro recorrido. El tiempo no es esa línea recta en la que he desaparecido y esta cualidad ofrece un presente de nueva aceptación. Si a cada segundo se crea la oportunidad del nacimiento, siendo este intervalo la conjunción de lo que separamos entre pasado y futuro, entonces solo el momento es real. Quizá no fue el tiempo sino el propósito lo que me lanzó al olvido dividiendo al ser de su esencia, determinando la acción y evadiéndome de la experiencia del destino.

La vida de otra mujer, dirigida por Sylvie Testud, es una adaptación de la novela literaria (La vie d´une autre, 2007) de Frédérique Deghelt Tout.

Siendo una película dentro del género drama/comedia bastante ligero y de tener una narración sencilla y trivial, la película reflexiona sobre la prueba del tiempo, la rutina pasiva, el deambular a través de lo que ocurre y el abismo de la pérdida sin transformación. Una evocación al tesoro escondido en las pequeñas cosas y al disfrute del camino.

Marié (Juliette Binoche) empieza una nueva etapa, parece encontrar trabajo y se enamora de Paul (Mathiew Kassovitz). Cuando despierta a la mañana siguiente, han pasado diez años y el escenario se ha trasformado. Marié sufre de amnesia, no recuerda nada y es precisamente esa pérdida lo que le lleva a desprenderse de una ilusión para hallarse de nuevo.

Otra vez, el final se convierte en principio y despertar, la posibilidad de transformar nuestras proyecciones.

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