La luz del islam, convicción y entendimiento

Cuán piadosa es la Luz iluminadora, cálida, como de un mundo insospechado. Siéntela, llénate de su fulgor. Abandónate al maravilloso vaivén que te llevará a lo más alto y a lo más profundo que podrás alcanzar.

Antes de conocer el Islam ya necesitaba de la luz. Creyendo que cada vez estaba más lejos, decidí abandonar mi pasado y empezar una nueva vida, muy lejos de mi ciudad de origen. La universidad, mis amigos, mi familia; cada vez me sentía más ajeno de la vida que llevaba, me invadía una sensación de vacío que no quería conservar. Realmente tenía muchas ganas de iniciar una aventura completa.

En este proceso de aprendizaje hice muchos viajes, conocí a muchas personas; me sentía afortunado, aunque nunca pleno. En todo momento notaba la ausencia de algo importante, algo irremplazable. Fue una temporada de incertidumbre, no me sentía a gusto con nada. Decidí desconectarme de todo, escapar muy lejos.

Esa inseguridad me llevó a Argentina, donde viví durante dos años. En Gran Buenos Aires conocí a un hombre que fue musulmán (abandonó el Din). Me habló del Islam con un amor inexplicable, teniendo en cuenta que lo había abandonado. Después de escucharle, le hablé de mi búsqueda, de lo que esperaba conseguir. Al escucharme a mí mismo decir tantas palabras que no llegaban a ninguna parte, empecé a comprender…

No vas en busca del conocimiento, tu objetivo real es adueñarte de él porque quieres que tu propia luz sea la más intensa en lugar de dejar que la luz ilumine tu camino. Vuelve al origen, recuerda lo pequeño que es tu entendimiento y lo enorme de tu soberbia. Dale a las cosas de este mundo el valor que realmente tienen; no más, o restarás importancia a lo que es realmente importante; no menos, que tu provisión es tu herramienta. 

Volví a España con nuevos objetivos y motivaciones renovadas, pero aún no estaba del todo convencido de que las respuestas que tanto buscaba se encontraran en el Islam. En Granada conocí a otros musulmanes y pude observar su comportamiento de cerca, después de eso no me quedaron dudas. Yo también quería esa luz iluminando mis pasos. Me dirigí a la Mezquita Mayor de Granada con la intención de hacerme musulmán, y nada más estar dentro mis preocupaciones desaparecieron; había olvidado mis motivaciones, mis primeras intenciones, mi pasado, como si todo aquello se colocara en su lugar. Me atrevo a decir que estaba sólo ante la Luz. Mi shahada fue discreta (no habían muchas personas), pero emotiva. Sentía que el corazón se me ensanchaba después de pronunciar cada palabra. Mientras los presentes me daban la bienvenida al Islam me di cuenta de que el conocimiento o el poder tan solo son recursos. Ahora mi búsqueda es diferente, en lugar de aferrarme a los recursos prefiero abrazar la mejor de las guías.

Ahora vivo en Granada y soy feliz. La luz del Islam me ha mostrado muchas cosas que siempre estuvieron ahí, pero que fui incapaz de ver por la gruesa venda que llevaba en los ojos en mi viejo estilo de vida individualista. La verdadera certeza, la única verdad en un mundo lleno de mentiras, el camino del medio, la luz, el regalo del Islam. Gracias a todos por compartirlo conmigo.

Aunque ha sido un duro proceso de adaptación, comprensión y aceptación, por misericordia de Allah mi sed desmedida de aventuras y conocimiento ha cambiado por la certeza de que ya tengo lo que verdaderamente necesito. Alhamdulillah.

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