La comunidad musulmana española y el futuro del Islam en Europa

Carta de despedida de un hermano de Indonesia

Esta es tan sólo una breve reflexión personal después de pasar cerca de ocho años viviendo en el continente europeo, durante los cuales he tenido la oportunidad de pasar unos cinco años en Gotemburgo, Suecia, y otros tres años en Sevilla, España. Este es el momento adecuado para escribir esta reflexión, ahora que estoy llegando a mis últimos días de trabajo y de vida en Europa. A menudo me pregunto: ¿Por qué podría la comunidad musulmana española ser el mejor prototipo del futuro del Islam en Europa? La respuesta se perfilará al final de este artículo, pero permítaseme primero que me presente. Haberme criado como musulmán en Indonesia fue realmente un gran honor para mí, ya que crecí en una nación con características muy específicas: somos un país de mayoría musulmana con una población aproximada de más de 200 millones de musulmanes (es decir, aproximadamente el 87 % de la población total), pero no somos un país musulmán.

Eso me sitúa en un punto de partida importante, puesto que en mi país tenemos una gran conciencia y mucha experiencia para entender las diferencias. Por un lado, los valores islámicos ejercen una fuerte influencia en nuestro día a día; por el otro, tenemos la experiencia de haber sido gobernados por una mujer presidente, por ejemplo, lo cual pone de manifiesto el nivel de madurez de nuestra democracia, algo que otras naciones islámicas todavía están luchando por alcanzar.

Estamos acostumbrados a convivir con personas de diversa procedencia; celebramos al menos cinco grandes fiestas religiosas de cinco comunidades diferentes: como nación, celebramos los dos Eids, el Maulid, el Isra wal Mirayy y el Año Nuevo Islámico; Navidad y Semana Santa; Waisak para los budistas; Enggan para los hindúes, y el Año Nuevo Chino. Literalmente, celebramos el mayor número de fiestas religiosas entre 195 países del mundo entero. Yo personalmente he crecido viendo cada año la retrasmisión en directo de la misa de Navidad emitida por uno de los canales de la televisión nacional desde la basílica de San Pedro en el Vaticano cada 25 de diciembre por la mañana. Ahora, cuando tengo el enorme privilegio de trabajar en el seno de un grupo de reflexión, un think-tank de la política europea (estoy trabajando como investigador de la Comisión Europea), les he contado a mis colegas italianos esta experiencia, y a menudo se quedan asombrados. “¿Me estás tomando el pelo? Si yo pensaba que Indonesia es de tal y tal manera…”. Este es uno de los privilegios de ser indonesio.

Ibrahim con su familia en la Plaza de España de Sevilla

En el otro lado de la moneda, yo crecí en el seno de una familia y de una sociedad musulmanas tradicionales. Hay al menos dos grandes organizaciones religiosas en Indonesia: Nahdhatul Ulama (NU) y Muhammadiyah. Haría falta otro artículo para describir y diferenciar a estos dos grupos; pero, para hacer un retrato muy breve y simplista, el NU es más fuerte en la sociedad tradicional (áreas rurales) y Muhammadiyah es más dominante en la zonas  urbanas; cada una de las dos con características diferentes.

Mi infancia transcurrió más bien en la sociedad NU de Java Oriental, rodeado de gente que iba diariamente a la madraza a aprender el Corán, el Hadiz y la gramática árabe (nahu y sarf); por cierto, el autor preferido y más famoso en Indonesia en materia de gramática árabe es Ibn Malik, el autor de la Alfiyya, nacido en Jaén en el año 1274 d. C. (https://en.wikipedia.org/wiki/Ibn_Malik).

Las experiencias de mi infancia me habían dado una amplia comprensión de la riqueza de la historia y la civilización del Islam. También habían fijado en mi imaginación un sueño y un anhelo de que algún día, en algún momento de mi vida, tendría la oportunidad de visitar Andalucía. En pocas palabras, después de tres años de vivir aquí mi impresión acerca de los musulmanes españoles, y en particular de los musulmanes españoles de Sevilla, es que son la mejor imagen, en estos momentos, para expresar y representar la identidad musulmana en Europa. Cuando digo «la mejor» no significa que ya hayan alcanzado la fase final de la sociedad, sino que están en un proceso en el cual todavía puede haber mejoras y perfeccionamiento. Mis experiencias de vivir en Europa se dividen en dos partes: mi época en Suecia y mi tiempo en España. Además, me las he arreglado para visitar casi todos los países del continente, desde Noruega, en el norte, hasta Gibraltar, en el sur, y desde Lisboa, en el oeste, hasta Moscú, en el este.

Cada vez que tengo posibilidades de visitar alguno de estos países, siempre recuerdo lo que nuestros padres nos decían: “¡Encontrad la mezquita!”. En una ocasión, pasamos un día entero buscando una mezquita (en Budapest) y cuando por fin la encontramos, no estaba tan limpia como era de esperar, y, por otra parte, allí había alguien roncando a mediodía, cuando todo el mundo estaba en sus trabajos. Otra vez empleamos también bastante tiempo buscando una mezquita en Roma (no la más grande, sino una más pequeña que estaba más cerca de donde nos alojábamos en ese momento) para encontrarnos con que no dejaban entrar a mi esposa. Por lo tanto, el esfuerzo por encontrar una mezquita terminó más de una vez en una decepción, para hacernos reflexionar sobre el hecho de que somos musulmanes en Europa, con la gran variedad de modos de pensar, fiqh y etapas de desarrollo. Pero siempre pensábamos que debíamos adaptarnos al lugar en el que estuviéramos viviendo.

En los primeros días después de su llegada a Suecia para visitarnos, nuestros padres nos decían: “Hijo, tienes suerte de que haya muchos musulmanes aquí (en Gotemburgo)”. Y yo les respondí: “Espérate hasta que veas cómo vociferan en los medios de transporte público; cómo cruzan la carretera por donde no deben, que literalmente se chocan contigo, sin molestarse en decir ‘lo siento’, o cómo te interrumpen el lavado de tu lavadora antes de que haya terminado”. Simple y llanamente, no están preparados todavía para vivir en una sociedad más avanzada. Se pueden pasar más horas en la oración del viernes, sin darse cuenta de que algunos de nosotros estamos trabajando mientras que ellos no. Con comportamientos como los mencionados, aun así, a veces le exigen demasiado al país que los ha adoptado. Algunas experiencias desagradables como estas pueden hacerle a uno sentir inferioridad y, en algunos momentos, preguntarse: “¿Por qué no me siento orgulloso de ser musulmán?”. Simplemente, porque el medio en el que uno está viviendo no ayuda a poner de relieve lo que uno realmente es.

A menudo estamos muy ocupados procurando satisfacer nuestras necesidades religiosas (hablun mina-Allah), pero nos olvidamos de nuestra responsabilidad horizontal (hablun minan-nas). Lo que encontré en España, o para ser más exactos, en Andalucía, fue casi un giro de 180 grados en el sentido opuesto. En primer lugar, hay muchas personas musulmanas españolas cuyo vínculo es mucho más fuerte con su propia tradición común. Se comportan como españoles normales: hablan (mucho, por cierto), salen con amigos, van a la playa y tienen fuertes lazos de hermandad.

También he sido testigo de sus fuertes vínculos con sus familiares a pesar de que estos no hayan abrazado el Islam (todavía). Practican el diálogo entre religiones de manera automática casi todos los días sin que sea necesario etiquetarlo como un evento fuera de lo normal, a veces, incluso con sus propios padres y hermanos. He sido testigo de algunos musulmanes que se han convertido en verdaderos líderes, no sólo en la mezquita, sino también fuera de la mezquita. Demuestran que ser musulmán no les hace separarse de la vida normal, en el sentido horizontal.

La generación joven está en la mejor disposición posible: acuden a la escuela; van a la madraza a memorizar el Corán, van a la universidad para convertirse en médicos, arquitectos u otras profesiones y tienen un fuerte vínculo con la iniciativa empresarial. En su mayoría están en una buena dirección.

Su vida espiritual ha estado fuertemente respaldada por una correcta comprensión del papel del tasawwuf en las prácticas diarias, y en la mayoría de los casos, esa comprensión se traduce en mejores actos y en hacer las cosas bien. ¿Qué es lo que sigue? Creo que el siguiente paso después de esto será difundir este valor por toda Europa para presentar una imagen buena del Islam dentro y fuera de la mezquita y también seguir aprendiendo sobre las muchas ramas de conocimiento del Islam, para así enriquecer las diversas corrientes de pensamiento y participar en la discusión sobre el papel del Islam en la política, la sociedad y la economía.

Pienso que la comunidad musulmana española podría ejercer un verdadero liderazgo en la transformación de los musulmanes de Europa en el futuro. Wallahu a’lam.


Traducido del inglés por AbdulHasib Castiñeira

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