La Arabia Saudita del futuro

El Reino de Arabia Saudita, país de referencia para todo musulmán, principalmente por la existencia en sus territorios de los dos grandes lugares sagrados del Islam, ha iniciado un proceso de cambios significativos con la muerte del Rey Abdullah y la llegada al trono de su hermano, Emir Salmán.

 

Emir Salmán ha puesto en marcha una serie de valientes reformas en aras del devenir futuro del país y con el deseo de abrir un resquicio en una sociedad anquilosada y ajena a los procesos de cambio en los que el mundo se encuentra envuelto.

 

Las nuevas disposiciones tienen sus fundamentos en tres aspectos. El primero de ellos es la diversificación económica. Con una crisis continua en los precios del barril de petróleo y con una tendencia generalizada mundial por obtener energías renovables y ecológicos, el país de la península arábiga, que ha basado la totalidad de su economía en la producción de petróleo, abre así nuevos campos en el futuro que está por venir y que, en definitiva, en algún momento estará exhausto del oro negro.

 

El segundo aspecto de cambio tiene que ver con el derecho de sucesión. La monarquía saudita, que hasta el momento ha tenido una sucesión entre hermanos, ha sufrido un cambio relevante en este aspecto. Emir Salman ha designado a su sobrino, Muhámmad bin Nayef, de 55 años, príncipe heredero y a su hijo Muhámmad bin Salmán, de 30 años, príncipe heredero sustituto; rompiendo así con la tradición de sucesión y poniendo el país en las manos de un hombre muy bien formado, ministro de Interior desde el año 1999, con amplia experiencia en la diplomacia y buen conocedor de Occidente, y garantizando así la sucesión del país por un largo periodo.

 

Y el tercer elemento, menos decisivo desde el punto de vista estructural pero de gran valor en lo que se refiere a su significación, tiene que ver con la limitación de la autoridad de la policía religiosa, la policía del pudor y el decoro. Los que hemos viajado a este país y hemos sentido la presencia de sus miembros represores e inquisitoriales sabemos de la importancia de este hecho y lo único que podemos expresar es: “¡Ya era hora!”.

 

Estas son las bases sobre las que se asienta el nuevo escenario de un país que está en el punto de mira de Oriente y de Occidente, musulmanes y no musulmanes, y cuyas acciones tienen un gran peso en la actual configuración política mundial.

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