Historia, política, tecnología. La contribución de los musulmanes europeos

El Islam en Europa

Hoy en día los debates sobre el Islam en Europa se encuentran todavía bajo el impacto del fenómeno nefasto del terror, de una creciente polémica sobre los musulmanes en los medios de comunicación y de un intento por parte de los círculos nacionalistas de separar a las sociedades europeas. Este artículo debe entenderse en cambio como un alegato contra cualquier forma de fuerza política, de ideología y, sobre todo, de cualquier intento de ganar una identidad a través de la imagen del enemigo. Veremos que, desde nuestro punto de vista, la forma de vida islámica no es compatible ni con el terror ni con la ideología. Es indudable que hoy en día existen terroristas musulmanes e ideólogos musulmanes, pero nosotros estamos en contra de la idea de un terrorismo «islámico» o de una ideología «islámica». 

¿Quiénes son los musulmanes europeos?

Me hice musulmán hace más de veinticinco años y antes de eso mi creencia era la primera parte de la declaración de la fe islámica: «No hay Dios». Cuando empecé a conocer a musulmanes europeos, me sorprendió descubrir que el Islam claramente no excluye a ninguna cultura y en realidad no es una cultura en sí mismo. En mi primera conversación con estos musulmanes europeos, alguien me preguntó cuál era mi convicción espiritual. Yo respondí: “Nietzsche tiene razón, no hay Dios, Dios ha muerto”. Reaccionaron como si les divirtiera el ataque y, de forma conciliadora, me dijeron que esa convicción era al fin y al cabo la primera parte de la Shahada.

Por supuesto, hace ya un tiempo que me veo como una parte integrada en el número creciente de musulmanes europeos. Pero ¿quiénes somos realmente? Casi 60 millones de musulmanes en Europa no forman una nación, pero constituyen una fuerte presencia. El considerable número de musulmanes europeos proviene de los musulmanes europeos originarios (Los Balcanes, Andalucía, etc.), de los musulmanes que hablan las lenguas europeas y que han nacido aquí, y de los europeos que, como yo, hemos aceptado el Islam de forma activa. Hoy en día, los musulmanes vivimos el pensamiento europeo, actuamos de manera solidaria más allá de cualquier bloque o frontera nacional. Esto es, en tiempos en los que una parte considerable de Europa vuelve a secundar pensamientos nacionalistas, un factor cuando menos notable.

Cuestiones de identidad

Como musulmanes europeos tenemos por supuesto una identidad determinada, a la que nos vamos a referir ahora brevemente. En principio, representamos, como personas, diferentes estados políticos, espirituales y sociales, y no se nos puede atribuir una identidad singular. En nuestro caso, esto significa que somos ciudadanos y musulmanes, pero también que formamos parte de la filosofía y de la cultura europeas. Dentro del contexto de mi propia identidad cultural alemana, también me consideraría, por ejemplo, como un ferviente seguidor de Goethe. En el centro de nuestra existencia y como musulmanes, por supuesto, sabemos que al acercarnos al Creador cualquier idea de la propia identidad se desvanece. Especialmente en Meca y en Medina estas experiencias esenciales de lo que es ser humano están incluidas en el ritual.

No es casualidad que esta identidad del musulmán que acabo de presentar brevemente esté en conflicto con el intento de círculos islamófobos por atribuirnos una única y determinada identidad. En el Informe sobre Islamofobia de 2015, queda establecido de la siguiente manera: “La islamofobia opera construyendo una identidad ‘musulmana’ estática, que es atribuida en términos negativos y generalizados a todos los musulmanes”.

Definir nuestra identidad de forma positiva es hoy en día más importante que nunca, precisamente porque el sujeto de la historia mundial, como se suele afirmar de forma generalizada, no es el Islam, sino que somos nosotros los musulmanes. Escuchamos la revelación, establecemos la práctica y sentamos prioridades, por cierto, a escala global, de muy diversas maneras. Hablamos del significado de los musulmanes europeos, de ninguna manera de la creación de un Islam europeo. Los cinco pilares del Islam se pueden practicar de manera correcta, pero no de manera «europea, liberal o conservadora». ¡No, los musulmanes europeos practicamos, y practicamos en el marco de Ahl al Sunna wa Yamaat, siempre correctamente! Esta es nuestra exigencia permanente. Durante siglos la enseñanza islámica estuvo presente en Europa y fue conocida por su capacidad de convicción. Hay indicios claros de que esto volverá a ser así pronto.

Encuentro con la historia de Europa

Es hora de observar más de cerca las dimensiones espirituales del encuentro de Europa con el Islam que los musulmanes europeos vivimos. Me gustaría tratar este tema desde dos puntos de vista: uno histórico y el otro filosófico-político. Y, haciendo un inciso, quiero mostrar que la memorable obra de Goethe (para musulmanes y no musulmanes) funciona como una especie de bisagra.

Por supuesto, cualquier estudio del pasado lleva consigo una cierta subjetividad. De modo que una persona con espíritu crítico hacia el Islam nunca querrá reconocer el alcance de la alta civilización islámica de Andalucía, mientras que un ideólogo islámico quizá la embellecerá de manera excesiva. Lo importante es entender que esa historia europea islámica existe, y que nosotros debemos analizar repetidamente esa historia centrándonos en los lugares en los que ocurrió. En las últimas décadas ha habido en Europa un creciente número de autores que se han ocupado del fascinante fenómeno de la historia islámica. Holm Sundhaussen, por ejemplo, escribió un libro muy importante sobre Sarajevo. La ciudad es un símbolo importante de la historia antigua y nueva del Islam en Europa. El libro cuenta la dramática historia de esa ciudad desde la llegada de los otomanos hasta la guerra de Bosnia en los 90. «Los libros, ensayos y debates de Sundhaussen están llenos de prudentes objeciones contra una narrativa nacionalista o estólida. Esto le trajo el cumplido de ser al mismo tiempo ‘antiserbio’ (en Serbia), ‘anticroata’ (en Croacia) y ‘antibosnio’ en Bosnia». Así se describen de forma significativa, en el prólogo, los esfuerzos del autor por conservar una imagen de la historia libre de prejuicios.

Pero no solo deberíamos leer libros y participar en debates teóricos. Yo mismo estuve en el verano de 2015 en Bulgaria y allí aprendí mucho sobre la presencia histórica del Islam en el sureste europeo. En la antigua ciudad otomana de Shumen, el muftí local me mostró planos de la ciudad. No solo impresiona la amplia arquitectura de la ciudad islámica, con su mezquita, su mercado y sus fundaciones, sino también el hecho de que en el centro de la ciudad cristianos y judíos poseían muchos barrios con una infraestructura propia completa.

Goethe descubre el Islam

Alemania y la famosa ciudad de la época clásica, Weimar, también pueden contribuir al entendimiento del Islam en Europa. Como reacción al fortalecimiento del partido populista de derechas Alternativa para Alemania (AfD, en alemán) y su política contra el Islam, a nosotros los musulmanes alemanes se nos presenta la cuestión de si el gran poeta Goethe, desde el punto de vista de ese partido, realmente forma parte todavía de Alemania. ¿Es él una vez más para muchos alemanes solo «un incidente sin consecuencias», como dijo Nietzsche? Para nosotros, los musulmanes alemanes, Goethe es una parte muy importante de nuestro entendimiento de una Alemania con fundamento espiritual. Goethe sigue teniendo razón hoy en día cuando concreta: «Quien se conoce a sí mismo y a los demás sabe bien que Oriente y Occidente ya no se pueden separar».

Observemos ahora por un momento el acercamiento de Goethe al Islam. Este acercamiento no es el resultado de un diagnóstico a distancia, sino que es, de manera ejemplar, un ejercicio teórico y práctico. Goethe leía el Corán desde los inicios de los años 1770. En 1814 observa con interés a los musulmanes baskires mientras rezan. Desde 1815, Goethe comienza a aprender la escritura árabe del Corán. En 1819 publica su famoso Diván de Oriente y Occidente y, de forma legendaria, «no rechaza la sospecha de que él mismo sea un musulmán».

A pesar de que hay que reconocer que Goethe en su tiempo no se vio afectado por el cinismo de los terroristas musulmanes, su proceso de comprensión del Islam sigue siendo extraordinario. Incluso la conocida investigadora de Goethe, Katharina Momsen, echa de menos que más gente imite a Goethe en este sentido.

Con esto se nos dirige de una manera evidente hacia un tabú que todavía parece dominar la percepción tradicional de Goethe en Alemania: el interés de Goethe hacia el Islam es hasta hoy para algunos investigadores de Goethe, si no una contrariedad, al menos sí un asunto embarazoso.

Para nosotros, los musulmanes, Goethe no es solo significativo por su simpatía hacia el Islam. Su obra refleja también el abismo humano en el marco del fortalecimiento del nacionalismo. A través de su amigo Eckermann, el poeta nacional alemán nos deja su convicción fundamental:

Con los odios nacionales ocurre una cosa curiosa: en los grados inferiores de civilización son más fuertes y más violentos. Y hay un nivel en el que ese odio desaparece, en el que en cierto modo se está por encima de las naciones y en el que la suerte o la desgracia del pueblo vecino se siente como la del propio. Este nivel de cultura era el propio de mi naturaleza y ya me había afirmado en él antes de llegar a los setenta años.

Goethe prevé además los peligros generales de las ideologías que mueven a las masas. «Los términos generales” (como, por ejemplo, revolución), dice Goethe, podrían causar a la larga «un mal espantoso», conducirían al colectivismo. O como en su novela Los años de andadura de Wilhelm Meister, Goethe formula en tono pesimista:

Cada idea brillante, tan pronto como se manifiesta, da la impresión de ser tiránica; de ahí que la ventaja que produce se transforma enseguida en inconvenientes.

Goethe sabe, por supuesto, que no puede detener las revoluciones políticas y técnicas de su tiempo. En 1825, el poeta describe casi en tono melancólico y con una vigencia sorprendente, en una carta a Georg Nicolovius, el cambio de los tiempos con respecto a las técnicas nuevas del poder:

(…) de igual modo que no se puede prescindir de las máquinas de vapor, es imposible prescindir en el campo de las costumbres de lo siguiente: de la viveza de los negocios, el intercambio del papel moneda, el incremento de las deudas para pagar las deudas, todos estos son elementos a los que está expuesto el hombre joven…

Goethe ya describió en su obra todos los grandes problemas de la modernidad. Por supuesto, para nosotros los musulmanes es importante entender en especial la creación del Estado moderno y la innovación de las nuevas técnicas del poder, sobre todo, el papel moneda y los bancos. Europa influye con todo esto en el mundo islámico, lo marca y transforma su realidad desde hace siglos.

El Islam y la tecnología

La realidad es que solo podemos entender nuestro destino político si reflexionamos sobre las cuestiones de la tecnología. Debido a que este pensamiento y su filosofía tienen su origen en Europa, ocurrió de forma más intensa en Europa que en el resto del mundo. Y no se trata ni de idealizar la tecnología ni de condenarla, sino de entender la influencia del mundo moderno en nuestro pensamiento como musulmanes. Y aquí nos encontramos finalmente también con la cuestión del poder. El poder en el Islam solo le pertenece al Creador: la hawla wa la quwwata illa billah. Este principio fundamental de nuestro pensamiento como musulmanes está siendo desafiado por las poderosas manifestaciones del nuevo mundo de la tecnología. El erudito inglés Sheij Abdalhaqq Bewley, en una conversación conmigo, lo puso de relieve de esta manera: “Es fácil hacerle ver a una persona que Allah ha creado un pájaro, lo difícil es hacerle ver que esto sirve también para el avión”.

Cuestiones sobre el poder y los niveles del poder

En la cuestión de la tecnología no solo se trata de las máquinas y los aparatos fascinantes con los que contamos hoy en día, sino que se trata de cómo el mundo y el poder se muestran ante nosotros. Nuestra idea de la tecnología y sus ilimitadas opciones en el aumento de poder ponen en peligro en realidad nuestro entendimiento del Tauhid. Si además utilizamos tecnologías que no están permitidas desde un punto de vista islámico, como por ejemplo los diferentes aspectos de la tecnología financiera, estamos desafiando al Creador y a su creación.

Se podría decir que la secularización y la automatización del mundo van acompañados de un desplazamiento en la idea de los niveles de poder. El poder, que originariamente solo pertenecía a Dios, se desplaza hacia el Estado, el banco y, en última instancia, a la omnisciente y todopoderosa tecnología. Al fin y al cabo, la idea y el lenguaje de las formas del Estado, su poder, son los que tienen en su punto de mira al “Islam político” como punto central de su política. Una de las consecuencias de esta interpretación unilateral es el hecho lamentable de que el Islam político hoy en día tiene dos opciones, o se somete al Estado o termina en una guerra civil, o en una dictadura. De modo que es importante entender que si no analizamos la filosofía de Europa, no podremos entender los términos principales de la política. Hasta ahora el “Islam político” sigue la tendencia de, simple y llanamente, copiar las formas de poder de Occidente (banco islámico, Estado islámico, etc.) e ignorar la influencia de su propio pensamiento musulmán.

En Occidente se ha cuestionado de manera más crítica la omnipotencia del Estado. El sociólogo francés Pierre Bourdieu describe en sus conferencias Sobre el Estado este fenómeno sobre el que hay que reflexionar:

Cuidado, todas las frases que tienen como sujeto al Estado son frases teológicas, lo que no significa que sean falsas, ya que el Estado es una entidad teológica, es decir, una entidad que existe por la fe.

Y…

Cuanto más avanzo en mi trabajo sobre el Estado, más convencido estoy de que la dificultad especial de pensar sobre este objeto se encuentra, y mido mis palabras, en que es casi impensable. Y aunque parezca sencillo decir cosas sencillas sobre este objeto, en realidad sucede que de alguna manera nosotros estamos impregnados por aquello que queremos analizar.

El Estado, según Bourdieu, muestra en la época moderna su gigantesco poder sobre las personas, imponiendo continuamente a la población “agenda, unidades de medida y currículum”, y, dependiendo de sus intereses, es capaz de transformarlos.

El ‘dataísmo’

En Europa hemos aprendido de manera dolorosa la lección de la locura de un Estado totalitario. En el mundo islámico se repiten hoy en día cuestiones razonables, como, por ejemplo, si el Islam político podría establecer una dictadura en términos legales. Al mismo tiempo, la nueva tecnología desarrollada, tal y como nos planteamos en Europa, va más allá del poder de los Estados. Hoy en día, no solo somos testigos de la desintegración de los Estados y de la erosión de las instituciones democráticas, sino que también presenciamos la integración total de las personas en las nuevas formas globales de la tecnología. Para el estudiante de la vida y obra de Heidegger, Byung-Chul Han, que en la actualidad da clases en Berlín, el nuevo ciudadano del mundo no es libre del todo, sino que está condicionado por un nuevo totalitarismo digital.

Una nueva técnica de poder será entonces capaz de integrar cualquier resistencia. La antigua idea de la localización del poder es, por lo anteriormente citado, imposible. En oposición al Estado total, según la idea de George Orwell, el nuevo totalitarismo descansa irónicamente en la espontaneidad. En su ensayo Psicopolítica, Han escribe:

El big data debe liberar al conocimiento de arbitrariedad subjetiva. Por consiguiente, la intuición no expone ninguna forma elevada de conocimiento. Más bien es algo meramente subjetivo, un recurso de urgencia que equilibra la falta de datos objetivos. En una situación compleja es, según el concepto de big data, ciega. Incluso la teoría cae en la sospecha de una ideología. Si existen suficientes datos, entonces está de más. La segunda Ilustración es el tiempo del conocimiento puro derivado por los datos.

Las consecuencias de la nueva revolución tecnológica para nosotros, tanto si somos musulmanes como si no, son por tanto dramáticas. El mundo de la tecnología nos empuja cada vez más hacia una trivialidad condicionada por la observación, medición y ganancia de información a través de algoritmos. Internet se convierte en una especie de revelación y la vida de todas las personas es dirigida hacia una nueva y cuestionable forma de unidad. Nosotros, los musulmanes europeos, estamos obligados, con nuestro conocimiento actual, a repensar la historia de los musulmanes. El concierto entre el conocimiento de la filosofía europea y la profunda forma de vida islámica pueden hacer que surjan nuevas perspectivas y horizontes de entendimiento.


Traducido del alemán por Imán Gross

Salir de la versión móvil