Fuga de cerebros: La otra crisis laboral europea

Barajas: la salida a la crisis laboral en España
Barajas: la salida a la crisis laboral en España

Ante las largas colas en las oficinas de empleo y las abultadas estadísticas del paro que sufren los países del sur de Europa, en las que España destaca con 4,5 millones de desempleados, resulta casi cruel imaginar que para el segundo trimestre de 2014 había casi 2 millones y medio de vacantes de trabajo en la Unión Europea (excluyendo a Malta, Italia, Francia, Irlanda y Dinamarca, que no presentaron cifras disponibles para la fecha). Para ser precisos: 2.448.985 plazas de trabajo que se están quedando vacías.

Mientras muchos latinoamericanos y africanos escogen emigrar hacia Europa, el viejo continente está experimentando su propia “fuga de cerebros”, un término que casualmente nació en Reino Unido para denominar al fenómeno que implicó la migración de científicos británicos hacia Estados Unidos y Canadá en la década de 1960.

En la actualidad, se producen dos fenómenos: la caída de la inmigración no europea y un aumento en la emigración de ciudadanos de los países europeos más golpeados por la crisis.

La llegada de inmigrantes procedentes desde fuera de la Unión Europea cayó un 4% cada año durante el periodo 2007 – 2011 y en el año 2012 la cifra de inmigrantes no comunitarios descendió un 12%. En paralelo, se ha producido un incremento en los movimientos de ciudadanos europeos desde el este y el sur del continente hacia los países del norte, en especial, hacia Alemania y Reino Unido.

Hasta hace siete años se creía que las políticas activas para promover la inmigración legal de profesionales calificados eran la respuesta para la crisis de mano de obra del continente. Franco Frattini, el entonces vicepresidente de la Comisión Europea, declaró en 2007 que el reto era atraer trabajadores para llenar vacantes específicas. Su propuesta se basaba en unos datos contundentes: “El 85% de la fuerza laboral no capacitada viene a la UE, y sólo el 5% a Estados Unidos, mientras que el 55% de los trabajadores calificados va a los Estados Unidos y apenas el 5% viene a la UE”, advertía.

La tarjeta azul, un intento fallido

Para gestionar las necesidades de mano de obra calificada, la Comisión Europea creó en el año 2011 la Tarjeta Azul, con la aspiración de que funcionara de forma similar a la Green Card estadounidense para captar aquellos profesionales extranjeros que quisieran trabajar en Europa y obtener residencia legal. Las expectativas apuntaban a un número de 20 millones de inmigrantes calificados, particularmente ingenieros, estrategas corporativos y trabajadores de biotecnología.

Entre sus objetivos establecía: “Convertir a Europa en un destino más atractivo para personas fuera de la Unión Europea y con niveles educativos altos”. Todos los Estados miembros, excepto Reino Unido, Dinamarca e Irlanda participan en el esquema de la Tarjeta Azul de la UE, dado que estos tienen sus propios programas para atraer a inmigrantes altamente calificados.

La iniciativa contrasta con el creciente apoyo que han logrado algunos partidos extremistas de la región, muchos de los cuales expresan abiertamente sus tendencias xenófobas. Ya en 2010 la canciller alemana Angela Merkel admitió que la creación de una sociedad multicultural en su país “había fracasado por completo”.

Las barreras también se erigen dentro de la UE. El primer ministro británico, David Cameron, ha expresado recientemente la voluntad de limitar el número de europeos que pueden inmigrar a su país.

Entre 2012 y 2013 tan solo 18.925 Tarjetas Azules fueron otorgadas, principalmente a nacionales de India, China, Rusia, Estados Unidos y Ucrania.

El país que más permisos de residencia asignó por esta vía fue Alemania, con 11.580 tarjetas el año pasado. Le siguió Francia, con una cifra abrumadoramente menor de 371 tarjetas y España con 313. Eslovenia apenas otorgó 3 tarjetas; Malta, Hungría y Portugal entregaron 4 cada uno.

De acuerdo con un informe de la Comisión Europea emitido en mayo de este año, existen diferencias sustanciales entre el número de Tarjetas Azules entregadas por cada Estado miembro. “Aunque el tamaño y la situación económica del país pueda impactar en su atractivo para el inmigrante, no explica por completo estas variaciones tan marcadas”, apunta el reporte. Además, no existe una metodología estándar para que cada Estado promueva la iniciativa con la misma fuerza.

En el mismo documento se reconoce que no se han destinado todos los esfuerzos necesarios para dar a conocer esta iniciativa con detalle a los potenciales inmigrantes calificados y a los empleadores, y que en muchos casos tiene que competir con los programas de inmigración propios de cada país o de particulares.

La tasa de empleo promedio en los países de la Unión se ha mantenido estable durante 2012 y 2013, con 68,4%, por debajo de la meta establecida de 75%.

¿A dónde se van los europeos?

Desde 1990, la cantidad de emigrantes internacionales en países desarrollados ha sido considerablemente mayor a la de países en vías de desarrollo, los cuales actualmente reciben al 62% de los emigrantes del mundo por debajo de los 20 años de edad.

El año pasado se contabilizaron 135,6 millones de estos en las regiones desarrolladas, mientras que en las menos desarrolladas no alcanzaban los 100 millones de personas, según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU.

En 2013, Estados Unidos recibió la mayor cantidad de emigrantes internacionales: 45,8 millones, que equivalen al 20% del total global. Le siguieron Rusia con 11 millones de inmigrantes; Alemania (9,8 millones); Arabia Saudí (9,1 millones); Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido, cada uno con 7,8 millones; Francia (7,5 millones); Canadá (7,3 millones) y Australia (6,5 millones).

De acuerdo con cifras de la Comisión Europea, los países de la UE que han experimentado la fuga de cerebros más cuantiosa desde 2003 hasta este momento han sido Polonia (33.207 profesionales), Alemania (29.670), Rumanía (26.496) Grecia (22.260), Reino Unido (21.519) y España (17.890).

Sin embargo, Reino Unido ha sido también el mayor receptor de trabajadores calificados procedentes de otro país europeo. Esta nación ha hospedado a 76.956 de ellos (13,56% son españoles); le siguen Alemania, Bélgica y Chipre.

Después de Reino Unido, Alemania ha sido el segundo destino preferido por los españoles, albergando a 1.800 de los profesionales que han emigrado desde 2003.

Médicos, enfermeros, maestros de secundaria, técnicos eléctricos especializados y fisioterapeutas son los profesionales que han registrado mayor movilidad dentro de la UE desde 2008 hasta la fecha.

Entre 2011 y 2012 las 25 ocupaciones que registraron el mayor crecimiento en términos de empleabilidad fueron aquellas que requieren educación superior y especializada. Dentro de las áreas de salud, educación, ingeniería y administración, las tres ocupaciones que tuvieron un crecimiento absoluto fueron las de desarrolladores y analistas de software, trabajadores de cuidado personal y servicios de la salud y profesionales de marketing y relaciones públicas.

El informe de Vacantes y Contratación Europea 2014 de la Comisión Europea evidencia que entre 2008 y 2012 la contratación y el reclutamiento disminuyeron drásticamente, dejando a los trabajadores poco calificados con una demanda por encima de los  que están mediana y altamente calificados. En ese mismo período, también aumentaron los contratos flexibles o temporales.

Así como se habla de fuga de cerebros, también existe el “desperdicio” de cerebros: inmigrantes que son profesionales calificados, pero realizan trabajos que requieren poca formación. Esto ocurre muchas veces por las dificultades para validar credenciales educativas extranjeras, por los obstáculos en el proceso de migración legal y para obtención de permisos de trabajo, tal como establece el informe del Instituto de Política Migratoria. 

¿Inmigrantes o retornados?

Si bien es posible que las consecuencias a largo plazo de este fenómeno no sean palpables en la actualidad, expertos advierten que esto pudiera traducirse en una merma significativa de talento e inversión que, eventualmente, haría más difícil mejorar la situación económica de la Unión Europea.

Algunos expertos plantean que, en lugar de fomentar la inmigración, se debe facilitar la remigración: facilitar que aquellos europeos que han partido a Estados Unidos, América Latina o Asia regresen a sus países y puedan aportar una visión innovadora para apalancar la economía y ocupar las plazas de trabajadores calificados que cada año quedan vacías.

En el año 2012 alrededor de 2,7 millones de europeos abandonaron un país de la UE.

La iniciativa Re-turn: Regions benefitting from returning migrants, financiada por el Fondo de Desarrollo Regional de la UE, pretende apoyar el proceso de reintegración de aquellos emigrantes que deciden volver a su país de origen. Esta propuesta podría funcionar a la luz de lo ocurrido, por ejemplo, en Polonia en 2009 cuando el 75% de sus inmigrantes eran nativos. Ese mismo año, los retornados representaron el 29% de los inmigrantes en República Checa y el 23% en Alemania. Sin embargo, ya para 2012 estas cifras habían disminuido.

Una idea fundamental que plasma el Anuario Regional 2014 de Eurostat es que una fuerza de trabajo calificada es considerada uno de los recursos principales de una nación para desarrollar una economía competitiva, sustentable e innovadora. En tiempos posteriores a la crisis económica, pero en donde aún existen fuertes restricciones presupuestarias y presión global por la alta competencia, políticas enfocadas en pro de fomentar las habilidades específicas y el empleo se estiman como una prioridad.

Fuente: http://theobjective.com/investigations/es/2014/12/02/fuga-de-cerebros-la-otra-crisis-laboral-europea

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