El surf mantiene tu espíritu vivo

Entrevista a Shafiek Khan, surfero y activista

Shafiek Khan es fundador de Palama Metsi, Academia de desarrollo y surf. Decidió usar su amor por el surf como medio para atraer a niños que vivían en la calle, de familias desfavorecidas o huérfanos; y enseñarles acerca de la vida, el mar y conseguirles una educación.

¿De dónde eres y por qué empezaste a surfear?

Nací en Johannesburgo y me mude a Ciudad del Cabo en 1998. Tenía un amigo en Ciudad del Cabo y él me recogió del aeropuerto. Ese primer día me llevó a la playa de Muizenberg. Por aquel entonces sabía nadar bien, pero no tenía ni idea de surf. A partir de ese primer día fui a la playa todos los días. Éramos un grupo de nueve amigos y teníamos dos tablas y tres trajes de neopreno rotos; tenías que usar al menos dos trajes para cubrir los agujeros que uno tenía en una parte por los que tenía el otro por otra. Así que surfeábamos por turnos y compartíamos lo que teníamos. A los tres meses ya no hubo remedio, era adicto.

¿Qué ha cambiado en el mundillo del surf de aquellos años a ahora?

Cuando yo llegué había muchos problemas políticos. Aunque el cambio político ya había sucedido, Muizenberg era una playa “solo para blancos”, así que a nosotros no nos hubiese estado permitido surfear allí. Cuando llegué todavía había algún payaso que te miraba raro y te decía alguna cosa que otra, como que te salieses del agua.

Lo que ha cambiado es que ahora el agua es para todos. Está tan llena de todo tipo de surferos como nunca antes lo había estado

¿Qué significa para ti el surf?

El surf me ayudó a conocerme a mí mismo porque es un desafío individual. Eres tú y lo que puedas llegar a hacer en el agua: la técnica, la brazada, la resistencia… Todo esto te conduce a lo más profundo de ti mismo; mostrándote tus puntos fuertes y tus debilidades, tus miedos y tus deseos… El surf me hace comprender mejor a las criaturas de la tierra y me ayuda a ser paciente. Yo nunca he sido paciente. El surf me ha ayudado a controlar esto. En otros deportes puedes ser agresivo, luchar contra tus adversarios, ser más rápido, empujar más fuerte… con el surf nuca vas a vencer al océano; tienes que respetar su fuerza, esperar sus tiempos, entender sus mareas… el mar tiene una energía diferente cada día.

¿De qué tienen miedo los surferos cuando entran al agua? ¿Y cuál ha sido tu peor momento?

El miedo tiene una parte de alegría y una parte de tristeza, el miedo te da apertura y también te constriñe… pero en general, todos los surferos tienen miedo de los tiburones, de ahogarse y de golpearse accidentalmente cuando te caes. Te puedes golpear con tu propia tabla, con otra tabla u otro surfero, con rocas… Que yo recuerde he estado dos veces en el hospital.

Mi momento más aterrador fue en Indonesia. Estábamos surfeando una ola en Java, que en el lugar llaman ‘J-land’, es un tipo de ola muy grande que tiene mucho ‘swell’. Cuando salimos a surfear tenía cuatro pies. Pero en menos de una hora ya alcanzaba los ocho pies. Teníamos tablas inadecuadas, un estado mental equivocado y estábamos atrapados. Esta fue una de las veces que sinceramente creía que iba a morir. Las olas normales las puedes pasar por encima, pero estas olas había que escalarlas, como si fuesen montañas; y en el momento que estás bajando ves otra bestia enfrente de ti. Mi miedo era perder a mis compañeros. En esos momentos no puedes salvar a nadie; cada uno tiene que buscar dentro de sí mismo, concentrarse, ‘paddle’, y encontrar su salvación. Nadie puede hacerlo por ti. Ese día fue increíble, hice tanto dikr que todo mi cuerpo temblaba.

En Ciudad del Cabo se esuchan leyendas de que los surferos musulmanes no tienen miedo porque recitan el ‘fatiha’ ¿Qué me dices de esto?

Desde mis primeros días, con los surferos que me inicié, decían que entrase en el agua con el pie derecho y que saludase al océano, ya que este está vivo. Luego había que recitar el ‘ayat al Kursi’, lo que sellaba mi vida con Allah, en caso de que algo sucediese; y después a disfrutar. Mi padre siempre me aconsejó que cada vez pidiese a Allah: “así como permites que entre en el agua con facilidad, permíteme que salga del agua con facilidad”.

¿Por qué hay surferos que aunque tengan responsabilidades, si hay buenas olas lo dejan todo para surfear?

El surf es como una droga natural. Es difícil entenderlo si no surfeas. Se adueña de tu vida. Lo primero que haces al levantarte es mirar al cielo, qué pasa con el viento, qué hacen las nubes, cómo estaba la luna ayer… y si hay olas, las sientes; si hay un tiburón en el agua, lo sientes; te conviertes en un ser del agua. Es como cuando estás enamorado, siempre quieres estar con esa persona. Pero eres feliz. El surf mantiene tu espíritu vivo. El reto del surfero es mantener un equilibrio entre tus responsabilidades en tierra y el surf. ­­­

¿Cómo enseñas a tus estudiantes a mantener y fortalecer este equilibrio?

Es un reto. Estos chicos vienen de la calle. Su dieta son los azucarillos que roban de los cafés y agua. No tienen nada más. Así que las palabras con ellos no funcionan. Tienes que ser un ejemplo para ellos. Les enseño todo lo que puedo a través del surf. Les enseño a lavarse antes de la comida, a comer juntos y a compartir lo que hay en el plato. Cuando llegaba la hora del ‘salat’, hacía ‘iqama’ y rezaba, muchas veces solo. Si esto pasaba durante algunos días los reunía y les preguntaba por qué nadie se unía a mí en la oración, “no quiero hacerla solo” les decía. Para la siguiente ya había alguno que se unía.

Meterlos de nuevo en la escuela no fue una tarea fácil. En la academia de surf les dábamos una tabla, un traje de neopreno, zapatos, etc.; pero les preguntaba, cuando yo no esté o dentro de diez años ¿qué vais a hacer? Así les convencía para seguir en la escuela y que continuasen estudiando.

En estos momentos hay más de cuarenta chicos en la academia. Siete chicos han competido en los campeonatos nacionales de Sudáfrica y otros representan al Western Cape. Tenemos una página web, www.palamametsi.co.za, desde donde se puede ayudar. Se pueden preparar viajes de surf y ellos, como locales, te llevan a los mejores sitios. Si eres, por ejemplo, de España y quieres surfear en Sudáfrica, teclea esta página y los chicos que llevan más tiempo con nosotros y ahora tienen diecinueve o veinte años te llevarán a los mejores sitios, cocinarán para ti, saben donde rompen las olas, sus modales son perfectos… te tratarán como reyes. Porque ellos lo son. Cuando llegaron a mí se llamaban por nombres desagradables, incluso ‘ratas’, yo les convencí para que se llamasen por los mejores nombres y les dije: “llamaros por buenos nombres y os convertiréis en ello”.

¿Qué es Palama Metsi?

Palama Metsi se fundó en 2008. Es una academia que a través del surf eleva a chicos y chichas que provienen de familias y comunidades con escasísimos recursos, o que directamente viven en la calle y se les ayuda a encontrar un futuro mejor.

Comenzamos casi por casualidad. Un día que estaba diluviando vi a un par de chicos que estaban al cobijo de un tejadillo. Me contaron que sus padres vivían en la calle y que ellos vivían en una cueva en la montaña, la lluvia los había inundado. Vivían solos, tendrían unos diez años. No iban a la escuela, sus padres estaban tan borrachos que no se podía hablar con ellos. Así que comenzaron a pasar tiempo conmigo, quedábamos para surfear y comían en casa. Con el tiempo, me di cuenta de que estos dos eran líderes de una pandilla, y cada semana me veía rodeado de un número mayor de chavales.

Decidí entonces tomar cartas en el asunto. Entre todos elegimos el nombre ‘Palama Metsi’ y nos pusimos manos a la obra. A todos nos gustaba jugar en el agua, surfear, y a través de esto comenzamos a escolarizar a los chicos, preocuparnos por dónde vivían y cómo pasaban su tiempo libre por las calles.

En un principio todo era surf. Ahora el surf, para mí, solo es un… 20%. El resto es educación, comida y asistencia sanitaria para estos chicos. Ahora me gustaría que hubiese personas que financiasen a los chicos que han terminado bachillerato para que estudien algo más. Con la educación que reciben es casi imposible que lleguen a la universidad. La educación que ellos reciben y la de un chico de buena familia en Sudáfrica no es la misma, ni por asomo. Pero pueden estudiar algo más, un oficio, por ejemplo.

La mayoría de los chicos están en buen camino. Algunos han sido adoptados por buenas familias, aunque otros están en la cárcel o de vuelta en la calle. Pero la mayoría van por buen camino. Algunos de ellos ya surfean mejor que yo. Ellos, al fin y al cabo, me han enseñado mucho. Ver a los chicos y chicas que han llegado a la academia conseguir algo, sin depender de nadie, conseguir algo con lo que disfrutan y pueden mantenerse, ayudar a otros chicos que están en la calle y aportar a sus comunidades… esta es mi alegría.

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