El reto de nuestra generación

Cada generación ha tenido sus desafíos y sus oportunidades. Nuestro momento también los tiene. Es importante comprender el tiempo en que vivimos y tomar una opción consciente de vida.

La telaraña del sistema artificial de la civilización post-industrial globalizada se ha vuelto un poco más espesa, un poco más densa. Sigue atrapando en sus redes a números enormes de seres humanos. Las masas. Se trata en realidad de muchas redes superpuestas y entrelazadas que únicamente son efectivas por la dependencia que han conseguido inculcar, implantar en las conciencias de los individuos. Una dependencia que llega incluso a la adicción. En su sentido etimológico original el adicto, del latín addictus, era el deudor insolvente que, por falta de pago, era entregado como esclavo a su acreedor. Para poder implantar en el corazón del hombre tal vinculo de dependencia, que se asemeja a la esclavitud, ha sido necesario predicar, convencer y afianzar en su conciencia una creencia.

El ciudadano cree que depende del Estado y de sus instituciones para organizar la vida pública, del banco para gestionar su dinero, de la red hospitalaria y del entramado farmacéutico para su salud, de las instituciones del gobierno para educar a sus hijos, de los medios de comunicación para informarse, para formarse una opinión y para conformar su visión del mundo.

La tela de araña se asienta en un modelo político, con sus principios jurídicos y constitucionales, cuyos postulados tienen cada vez menos resonancia profunda en la vida y la realidad. Son espectáculo y teatro, interpretado por actores que no representan al pueblo. Su función es distraer la atención y aplacar a la población para que sigan adictos. El modelo económico depredador e injusto se sustenta en una aceptación de la usura en las transacciones y ha convertido a los bancos y a las entidades de especulación monetaria en verdaderos amos del juego político.

Las diferentes redes se fortalecen, como monstruos parasitarios, extrayendo la energía, el trabajo, el talento y la vida misma de las masas, que están interiormente vinculadas a la tela de araña por su condición de dependencia y de adicción. Las diferentes redes se refuerzan recíprocamente. Un nuevo presidente ha sido elegido -resultado del proceso político- una nueva vacuna se anuncia con expectativas prometedoras – resultado del entramado farmacéutico- las bolsas responden con subidas en todo el mundo – manifestación del sistema de la economía usurera; los medios de comunicación transmiten optimismo en medio de una crisis angustiosa de miedo y parálisis económica que ellos mismos han contribuido a propagar, repitiendo consignas en todos los idiomas, a todas las horas del día y de la noche durante meses, sin descanso. La gente de la calle experimenta un alivio temporal al pensar que toda esta pesadilla acabará y que volverán a una vida plácida, normal, próspera y tranquila en cuanto se dejen inyectar en sus cuerpos esos peligrosos compuestos desarrollados por las farmacéuticas. Una promesa de liberación que la creencia en el sistema les ofrece.

La falsa religión dominante es un sistema de explotación y de control de las vidas, el tiempo, la riqueza y el alma de las criaturas humanas, como lo son todas las falsas religiones y las ideologías. Todas las ideologías y falsas religiones son alienantes. Conectan el ser interno del hombre a miedos, expectativas, dependencias y creencias que le separan de si mismo y de su verdadera naturaleza. Y esa separación es esclavizadora. Cuando la única dependencia verdadera es nuestra real dependencia del origen y la fuente de la existencia entera, cuando todas las expectativas, anhelos y esperanzas se depositan en el poder único, cuya energía y sabiduría rigen el universo, entonces hay coherencia interna y externa y esa coherencia es liberadora.

Los seres humanos estamos sujetos a las mismas leyes que rigen la materia, la vida, las moléculas, los movimientos de los astros, el átomo, la energía que los mueve y la sabiduría que los mantiene en perfecto equilibrio. Es indudable y obvio al observador atento que nuestra civilización se encuentra en un momento de peligro para la integridad del ser humano. La acción depredadora de la civilización está generando enormes cantidades de basura no reciclable y vertiendo substancias tóxicas al aire, al agua y a la tierra, destruyendo el equilibrio de los ecosistemas. Es evidente también que siguen aumentando el hambre, la miseria, la guerra y las enfermedades entre grandes números de la población, mientras que unos pocos cientos de billonarios y oligarcas siguen acumulando más y más riqueza, tanto real como ficticia. Y ahora, una campaña mundial de control, restricción de libertades, tergiversación de la verdad y fomento del miedo se ha impuesto en todo el mundo con la narrativa de un virus letal, que no es más letal que una gripe estacional. El estado de ánimo y la conducta humanos están afectados por el mismo desequilibrio que la civilización: depresión, suicidios, soledad, desviaciones sexuales, adicciones, violencia gratuita que son expresiones de nihilismo.

Cuando el ser humano está vinculado internamente a adicciones y dependencias a algo que no es verdadero, su condición existencial es el nihilismo, pues todo excepto la verdad es nada, ilusión. Waham. El ser humano posee en su interior un órgano poderoso de conocimiento y de visión. Cuando se desarrolla, está sano y despierto, su vida entera tiene sentido, el hombre sabe su lugar y conoce su camino.

El miedo y la dependencia del sistema se predican, se transmiten y se reafirman cuando uno se conecta y le presta oído a sus emisores y sus medios de comunicación. De la misma manera, la creencia natural, la conciencia verdadera, la inteligencia, el amor, la generosidad y el honor, se transmiten en la compañía que los cultiva.

La coherencia entre la rectitud en las transacciones y la rectitud de los estados de la conciencia es el núcleo de las enseñanzas de sabiduría de la humanidad. Todas las enseñanzas de sabiduría y todas las revelaciones proféticas forman parte de nuestro legado. Ninguna permanece con sus fuentes intactas y con su mensaje integro, excepto la última revelación y que es la actualización y la culminación de todas ellas. Esto puede parecer una simple expresión de un dogma o una profesión de fe. Pero lo cierto es que solamente el Islam se opone a la usura sin atenuantes, condena la especulación y el monopolio y tiene como uno de sus cinco pilares la redistribución de la riqueza de los ricos a los pobres, sin estigmatizar al rico y sin prohibir ni condenar la riqueza privada. En todas las tradiciones espirituales de la humanidad se consideran el esfuerzo por la honestidad en las transacciones y la justicia social, equiparadas en plano de igualdad con la integridad personal, la excelencia de carácter y el despertar a la contemplación de la gracia divina. Pero solamente en el Islam están completamente delineados los parámetros de la equidad en las transacciones y no han sido adaptados ni cambiados. Ambas dimensiones, la social y la individual, constituyen una unidad inseparable, el modo de ser humano natural y sano. Din al Fitr.

En nuestra época, esa coherencia esta despedazada. No hay integridad, equilibrio, ni equidad en el ámbito económico, político y social y tampoco son la integridad, la compasión, la veracidad y la generosidad, los modelos de comportamiento ni los valores que el sistema preconiza.

No son miles de millones de unidades de vacunas fabricadas por ávidas corporaciones farmacéuticas lo que la humanidad necesita para curarse. No son restricciones de movimiento, prohibición de comerciar y de trabajar para ganarse el sustento, de reunirse con los amigos y los seres queridos, prohibición de tocarse, de abrazarse y de visitarse lo que necesitamos los seres humanos. Es más bien todo lo contrario. Movernos con la intención de hacer el bien. Compartir lo material y lo inmaterial. Expresar el amor con gestos y con actos de generosidad. El egoísmo y el miedo nos hacen débiles y nos destruyen. La hermandad, la ayuda mutua y el amor nos hacen fuertes y resistentes. Llegados a este punto de la historia humana, la salida para nosotros, para nuestros hijos y para las generaciones venideras requiere coraje, incluso heroísmo, y consiste en volver a lo real, a lo natural, a lo simple. Lo real y natural es inmensamente profundo y sofisticado, la existencia es perfecta en su equilibrio. La realización humana en lo personal y en lo comunitario es una vía de esfuerzo, es un viaje, una ascensión salomónica, rio arriba, contra corriente, hacia la fuente, hacia el origen. Un retorno al origen. Din al-Haqq.

Parte de la lucha y de la resistencia es renunciar internamente a las muchas formas de dependencia, adicción y rechazar las creencias de la falsa religión. Kufr. Inevitablemente ello exige desprendernos de premios y gratificaciones con los que el sistema hipnotiza y paraliza. Los artilugios celulares no han mejorado la comunicación, la han hecho más superficial y más veloz, pero no mejor. Y lo mismo ocurre con los modelos nuevos de todos los artilugios que la sociedad tecnológica nos ofrece. Ha llegado el momento de reevaluar las supuestas ventajas y conveniencias de la vida globalizada, digitalizada, industrializada y gobernada por la técnica. Ha llegado el momento de decir no con la palabra y con el ejemplo. Y de restaurar una forma de vida sana.

Todo empieza por reconocer que las complejas telarañas creadas por la civilización son ilusión, y por vincularse al origen, al Uno, al Sustentador de la existencia entera, presente en cada átomo y en cada instante. El siguiente paso es reconocer al hombre completo. Al Insan al-Kamil, que nos aporta una guía clara y un modelo de perfección.

Este es un proceso curativo, tanto individual como colectivo. Requiere esfuerzo, resistencia y valor. Exige desenmascarar la falsedad, denunciar la injusticia y las manipulaciones que el sistema quiere perpetuar. La resistencia tiene dos dimensiones. Una es denunciar las mentiras y las falsedades al mismo tiempo que afirmamos y hacemos recordar las verdades inmutables y básicas. La otra consiste en poner en práctica, a la escala que nos sea posible, un ejemplo de alternativa justa, honesta y sana. No importa si no es posible aplicarla a gran escala. No importa si se trata solo de acciones testimoniales, si eso es lo único viable. Lo que importa es la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Lo verdaderamente importante es ponerse en camino, incluso si uno muere en el intento. Que la muerte nos encuentre activamente entregados a hacer lo que es correcto.

GLOSARIO

Waham: ilusión, falsedad y espejismo

Kufr: velo que tapa y cubre la verdad

Din al-Fitr: la forma de vida original, natural, primigenia

Din al-Haqq: la transacción existencial que reconoce la verdad

Al-Insan al-Kamil: el hombre sano, equilibrado, completo y realizado

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