El primer censo en la Bosnia de la post guerra amenaza tensión

Mostar, Bosnia
Mostar, Bosnia

Bosnia examina las viejas heridas. Los tambores de la guerra y la limpieza étnica dejaron de resonar en el firmamento del pequeño país balcánico hace ya 18 años, pero los recuerdos de las matanzas, asesinatos sumarios, bombardeos y violaciones todavía no han cicatrizado en el país. Podrían volver a escocer el próximo enero, cuando se conozca el resultado de un censo finalizado durante esta semana. Examinará de nuevo hasta qué punto el multiétnico estado ha sido capaz de formar una identidad nacional y dejar de lado las diferencias.

La investigación llevada a cabo por una agencia estatal atemoriza a ciudadanos de todas las etnias por ser una amenaza a las proporciones establecidas en el sistema de cuotas vigente tanto para el poder político como para el administrativo. Esos miedos se basan en tres preguntas controvertidas preguntas del estudio: «¿De qué nacionalidad es usted? ¿Qué lengua habla? ¿Cuál es su religión?» .

La respuesta a esas cuestiones dibujará probablemente un mapa político del país muy diferente al heredado del censo de 1991, el último realizado. Una guerra, 100.000 muertos , alrededor de dos millones de desplazados forzados por la limpieza étnica y el paso de 21 años cambiarán probablemente los registros.

Eso podría alterar el reparto del poder. Las celebraciones de la pasada semana con el motivo de la primera clasificación del equipo nacional de fútbol para el Mundial de pueden llevar a engaño: el pequeño país balcánico dista mucho de ser un Estado homogéneo . Allí coexisten todavía las tres etnias principales (Bosníacos o musulmanes, serbios ortodoxos y croatas católicos) y hasta 14 minorías entra las que se encuentran gitanos, judíos o los hijos de matrimonios mixtos.

El acuerdo de Dayton, vigente desde 1995, puso fin al cruento conflicto bélico pero dibujó una república disfuncional dividida en dos entidades autónomas, la Federación de Bosnia y Herzegovina, donde la mayoría es musulmana o croata, y la República Srpska, de mayoría serbia. La jefatura política es rotatoria. Las escuelas están separadas por etnias. También los hospitales e incluso las empresas de telecomunicaciones y suministradoras de energía.

Incluso el acceso a los puestos de funcionario se realiza mediante un sistema de cuotas donde sólo tienen cabida las principales etnias. En torno a ese ‘statu quo’ se ha organizado el poder político y empresarial, muchas veces corrupto, de las tres nacionalidades. Tal entorno está interesado ahora evitar la disolución del sistema.

Llamadas a declarar la nacionalidad Se han dado, por tanto, dos actitudes de cara al censo: la de quienes han declarado pertenecer a una de las etnias, arrastrados por sus creencias o por los políticos, empresarios y religiosos temerosos de perder sus privilegios o la de quienes creen que hay que dejar las diferencias de lado y han declarado ser simplemente ‘bosnios’ , o, en modo de protesta, incluso marcianos o esquimales. A esos últimos se los conoce como ‘los otros’ .

Buena parte de los líderes políticos y religiosos del país han pasado los últimos meses pidiendo a los miembros de su etnia declarar su nacionalidad y creencias en el censo, convirtiendo al estudio en una suerte de elecciones.. El arzobispo católico de Bosnia, por ejemplo, llegó a calificar de «obligación moral» declarar el catolicismo a los inspectores. Los líderes croatas han pedido a quienes abandonaron el país tras la guerra su vuelta para ‘hacer piña’.

También los bosníacos musulmanes han hecho recomendaciones: «Nuestra religión es el Islam. En el censo, debemos decir que somos bosníacos y nuestra lengua es el bosnio», podía leerse en unos panfletos repartidos a los musulmanes durante los rezos de los viernes. Ese grupo se queja de un supuesto plan para dividirlos. El censo prevé la elección entre «musulmán», «bosníaco» y «bosnio» , pudiendo llevar a confusión, según los líderes islámicos, a los miembros de la etnia.

Entre ellos existe el temor a que los resultados del censo «formalicen» la limpieza étnica de la guerra y se utilicen con fíneles políticos. Según un sondeo de 2008, el 45% de los habitantes del país son bosníacos musulmanes, el 36% serbios y el 15% croatas.

Muchos advierten de una posible vuelta del clamor independentista en la República Srpska si el estudio demuestra que la mayoría de esa zona del país está habitada por serbios.

Los otros Ese temor es sólo secundario para un grupo de personas resistentes a identificarse con cualquiera de los tres grupos étnicos dominantes. «Los otros» han pedido a todas las etnias declararse como «bosnios» para acabar con la división del país. Están capitaneados por Darko Brkan, un activista precursor de una campaña para alcanzar tan fin. Sus eslóganes han podudo verse en las calles del país durante estas semanas: «Ciudadanos por encima de todo» o «Retados étnicamente» son algunos de ellos. Podrían suponer hasta el 20% de la población, según sus propios cálculos y algunas encuestas.

Están en contra del reparto de la administración del estado según el sistema de cuotas, pero también son conscientes de que algunos de los integrantes de las minorías étnicas, como gitanos o hijos de matrimonios mixtos, podrían declararse de alguna de esas nacionalidades para poder optar a puestos de trabajo. También por miedo: se han extendido rumores de que el censo pueda servir para establecer futuros impuestos o incluso confiscar viviendas.

Los líderes bosnios han decidido, a pesar de intereses y dificultades, emprender el estudio presionados por la Unión Europea. Es un requisito indispensable para que puedan continuar optando a entrar en la comunidad de países en los próximos años. Otro es reformar una constitución considerada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos como «discriminatoria». El consenso en ese trámite también es complicado.

Sí se han dado, en cualquier caso, signos esperanzadores. Se ha destacado como positivo que ningún grupo haya llamado al boicot del censo. Los resultados del estudio se esperan para el próximo enero, aunque habrá posiblemente que esperar un año más para el reporte final. En juego está el futuro del castigado país balcánico.

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