El Islam en Cataluña

Cataluña es la comunidad con más musulmanes del territorio peninsular, casi medio millón. Las primeras comunidades las formaron musulmanes del Próximo Oriente, en su mayoría sirios y palestinos que vinieron a estudiar y al mismo tiempo escapaban de situaciones políticas difíciles en sus países de origen. Así surgieron los primeros centros islámicos, que eran lugares de encuentro y donde se establecieron los primeros ŷumas. Esta primera población la componían musulmanes de un cierto nivel tanto económico como cultural, principalmente universitarios, que se adaptaron fácilmente al modo de vida local.

A finales de los setenta empezó a llegar emigración procedente de África, del norte y subsahariana; en los ochenta y noventa, con el crecimiento económico y el descenso de natalidad en España, esta población creció exponencialmente. En este caso, el perfil de los musulmanes que vinieron era el del emigrante por razones económicas, mano de obra con un bajo nivel cultural, aunque entre ellos sí había un número considerable de gente con una sólida formación en el Din, muchos hufadah de Corán con un buen conocimiento del Din, del fiqh tradicional, la Risala e Ibn Ashir. A este grupo hay que añadir una ola de emigración procedente de Pakistán. Éstos tienden a auto emplearse abriendo sus propios comercios; en el barrio del Raval, a la derecha de las Ramblas según se baja, su presencia es tan notable que se le empieza a llamar el Ravalistán. Allí está ubicada su principal mezquita; con un aforo aproximado de trescientas personas se ven obligados a hacer tres turnos de ŷuma’ los viernes. Y es común verles jugando al cricket en las calles.

Los musulmanes de África se emplearon mayormente en el campo y la construcción, diseminándose por todo el territorio catalán, y empezaron a alquilar locales en los barrios donde residían para usar como mezquitas. Al mismo tiempo trajeron consigo unos patrones sociales muy sólidos, pues suelen agruparse gentes del mismo pueblo, muchos de ellos familia, siguiendo con la estructura social de sus regiones de origen. Así, dondequiera que uno vaya, siempre hay una autoridad local reconocida. Por ejemplo, en el pueblo que vivo ahora hay una considerable comunidad de Gambia. Hablé con uno de ellos, vecino mío, para organizarnos para rezar juntos el tarauih y enseguida me dijo: “Tienes que hablar con fulano, que es el jefe”. Esto es común allí donde vayas.

Volviendo a las mezquitas, estos pequeños locales de alquiler con el tiempo se quedaron pequeños y, habiendo aumentado el número de gente que podía hacer aportaciones, se dio un paso más y se empezó a comprar locales, en su mayoría industriales, que, con la crisis, tenían unos precios bastante asequibles y posibilidades de negociar el precio y el modo de pago, evitándose en muchos casos la intervención de los bancos. En la actualidad muchas mezquitas son de propiedad, compradas a través de colectas que se hacen por todo el territorio como suplemento a las aportaciones mensuales que hacen las comunidades locales. Esto nos muestra el poder de la asabiya, cómo con pequeñas aportaciones de un gran número de personas se están comprando locales por toda Cataluña. Por ejemplo, en Mataró hay tres mezquitas en zonas industriales, dentro del pueblo, que en unos años estarán integradas en la ciudad, pasando a ser zonas residenciales. En el ŷuma se juntan unas dos mil personas entre las tres, y en la más grande, en la Lailatu al Qadr, hay unas dos mil personas. En esta mezquita, Masŷid al Nur, a principios de Ramadán desembarcan cuarenta o cincuenta fuqaha, que manda el Uisaratu al Auqaf de Marruecos, que se distribuyen por toda Cataluña para hacer de imames en el tarauih y dar clases en las mezquitas.

En una primera fase, se mezclaba un Islam tradicional con grupos modernistas, como el Tabig ŷama o individuos con una escasa formación, que pretendían saber en base a haber leído algunos libros de escritores modernistas, haciendo bastante daño con su influencia. En una segunda fase esta influencia cada vez es menor y ahora la comunidad es plural, encontrándose gente de zauiya -ya hay algunas en Barcelona-, de hecho, en la época del Maulid en un barrio de Barcelona los Pakistanís salen por la calle haciendo dhikr y enarbolando banderas verdes con la Shahada; se celebra en una considerable cantidad de mezquitas.

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