El futuro del Islam en las Américas

Hay datos que inclinan a pensar que, en breve, en el continente americano, los musulmanes constituirán una parte creciente de la población total en esta región.

En los Estados Unidos, la población musulmana se doblará, pasando de 2.600.000 en 2010 a 6,2 millones en 2030.

La población mundial envejece, por caer el índice de natalidad y aumentar la expectativa de vida. Como resultado, la población musulmana mundial seguirá siendo relativamente joven en las próximas décadas. La edad media en los países de mayoría musulmana alcanzará los 30 años para 2030. Lo que significa que seguirá siendo más baja que en los no musulmanes, que será de 44 años en 2030. En ese año, casi un tercio –el 29,1% de la población mundial de 15 a 29 años– de los jóvenes del mundo serán musulmanes.

El número de musulmanes en Canadá se triplicará en los próximos años, pasando de cerca de 940.000 en 2010 a casi 2,7 millones en 2030 (el 6,6% de la población total de Canadá). Caso parecido es el de Argentina en cuanto a porcentajes de población, ya que será la tercera población musulmana en América.

Los niños menores de 15 años de edad constituyen una porción relativamente pequeña de la población musulmana de los EE. UU. (el 13,1%). Esto refleja el hecho de que una gran parte de los musulmanes en los EE. UU. son los nuevos inmigrantes que llegaron en la edad adulta. Pero en 2030, estos inmigrantes, comenzarán a crear sus propias familias. Si las tendencias actuales continúan, el número de musulmanes de los EE. UU. menores de 15 años será más del triple, de menos de 500.000 en 2010 hasta 1,8 millones en 2030. El número de niños musulmanes entre 0-4 años que viven en los EE. UU. se prevé que aumente de menos de 200.000 en 2010 a más de 650.000 en 2030.

Cerca de dos tercios de los musulmanes en los EE. UU. de hoy (64,5%) son inmigrantes de primera generación (nacidos en el extranjero), mientras que poco más de un tercio (35,5%) han nacido en los EE. UU. En 2030, sin embargo, más de cuatro de cada diez de los musulmanes en los EE. UU. (44,9%) serán nativos.

Todas estas cifras son proyecciones demográficas, y no predicciones. Se basan en en datos de población actual e hipótesis sobre las tendencias demográficas. Pero muchas cosas –las leyes de inmigración, las condiciones económicas, los desastres naturales, los conflictos armados, los descubrimientos científicos, los movimientos sociales y trastornos políticos, por nombrar sólo algunos– pueden cambiar las tendencias demográficas de forma imprevista, por lo que, esta proyección, se prevé para un tiempo modesto de sólo 14 años vista.

Los factores que influyen directamente en las proyecciones de la población son los nacimientos, las muertes, la migración y la estructura por edades.

Los factores que influyen indirectamente son la educación, el bienestar económico, la anticoncepción y la planificación familiar, la urbanización (movimientos de zonas rurales a ciudades y pueblos) y la conversión religiosa.

Asimismo, también influye el que el Islam esté en auge, puesto que posee un sistema de valores referidos a la propiedad y al capital, la pobreza y el desempleo, que pueden resultar llamativos para los americanos (latinoamericanos en particular) inmersos en situaciones precarias, ya que ofrece una perspectiva sobre la cual los latinoamericanos se pueden sentir amparados.

En el Islam se considera ilegítimo el cobro de intereses en la actividad bancaria; según el Corán, el capital como instrumento no puede producir más capital, a no ser que esté asociado a cierto tipo de producción. Frente a la problemática del endeudamiento y la pobreza, producto del cobro de intereses en la actividad bancaria en Latinoamérica, el Islam y su prohibición de la ‘usura’ también se convierte en una alternativa de alta apelación para los latinoamericanos.

El compromiso de la riqueza y el capital con la sociedad también es fundamental en el Islam. El Zakat constituye uno de los cinco pilares del Islam, y según el Corán, todo propietario debe cumplir sus obligaciones con la comunidad. En América Latina, la pobreza es tan abrumadora que un sistema de creencias que enfatice en la responsabilidad social del capital se hace necesario. Sobre el desempleo, el Islam también se pronuncia de manera diferente a los paradigmas seguidos tradicionalmente en Latinoamérica. El empleo constituye uno de los derechos básicos de los individuos de la sociedad moderna. La prioridad del hombre sobre la máquina en el Islam es un principio atractivo para los latinoamericanos, puesto que, a diferencia de lo que ocurre en la modernidad, impone restricciones morales sobre el desempleo, condición que azota a gran parte de la sociedad latinoamericana.

En una sociedad donde la indisciplina, la anomia y las tendencias hedonistas e individualistas cada vez cobran más fuerza, dada su capacidad para ejercer un control sobre la conducta de sus fieles, el Islam, como religión, es de gran atractivo para los latinoamericanos. El alcohol, la prostitución y las apuestas están estrictamente prohibidos en el Corán. Los países islámicos figuran como el grupo de naciones con menores índices en este tipo de delitos. La sociedad latinoamericana cada vez está más afectada por estas desviaciones sociales, producto de la modernidad. Los principios fundamentales del Islam podrían entonces ser llamativos como mecanismo para reponer los valores morales perdidos entre los pueblos latinoamericanos

La mayoría de la población musulmana en América, se agrupa en grandes centros urbanos y han logrado construir importantes centros. Actualmente hay cerca de 80 mezquitas y alrededor de 50 centros islámicos en la región.

Por poner un ejemplo, un país como Cuba también está abriendo las puertas a nuestro Din, y prueba de ello son las conversaciones que tuvieron hace un año el presidente turco, Recep Tayyib Erdogan, y Raúl Castro para construir una mezquita en Cuba. Asimismo, Arabia Saudita también ha hecho una proposición en este sentido al Gobierno cubano, lo cual hace pensar que, en breve, en este país caribeño puede haber dos grandes centros de culto islámico, uno en La Habana y otro en Santiago de Cuba.

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