El espíritu crítico en los medios de comunicación

La época que nos ha tocado vivir se etiquetará en el futuro como la sociedad de la comunicación y de las tecnologías. Pero, por desgracia, los ciudadanos no estamos preparados para entender, comprender y apropiarnos críticamente de los mensajes de los medios. El consumo que hacemos de los medios de comunicación en general nos lleva más al entretenimiento que al aprendizaje. Para evitar esto tendríamos que ser espectadores activos con los mensajes que nos llegan, desvelando “la realidad” que fabrican. Entender los medios de comunicación es, también, defenderse de sus vicios, sus estereotipos y los clichés en los que encasillan a las personas.

Los medios de comunicación son en un amplio sentido “el cuarto poder”. Lo cual nos sugiere la existencia de un poder distinto e independiente de los otros tres. Pero teniendo en cuenta los vínculos existentes entre los medios, el poder económico, el poder de las corporaciones profesionales, etc., podemos afirmar que “el cuarto poder” se ha convertido en parte del poder.

En el actual mundo globalizado, la “aldea global”, como la dio en llamar McLuhan, está regida por un pensamiento único, en buena medida vehiculizado por los medios masivos de comunicación. En este proceso se vienen a unificar todos los puntos de vista. En la última década hemos asistido a la lucha de los nuevos colosos de los medios de comunicación para lograr una posición dominante en el mercado. Hoy, las principales empresas transnacionales son Viacom, Time-Warner, News Corporation, Disney-ABC, Vivendi, Bertelsman, etc. Estas son las empresas que difunden los mensajes y las imágenes que forman parte de nuestro imaginario colectivo. Para ello se inspiran en meros cálculos empresariales y mercantiles y, por supuesto, en unas opciones ideológicas previas. Es por esto que los medios de comunicación tienen una gran presencia e importancia en la sociedad. Utilizan la información como una mercancía y han experimentado el poder que tienen para condicionar la vida política, económica, social, etc., de un país.

La realidad de lo que sucede es una cosa, y los hechos que nos narran en los medios de comunicación son otra: responden a los intereses de alguien y a estrategias que difícilmente conoceremos. Para comprobarlo, basta ver los diferentes telediarios en un mismo día: nunca coinciden en la interpretación de las mismas imágenes.

Tenemos que ser críticos con los mensajes que nos llegan de los medios de comunicación. Si una persona tiene capacidad crítica, tiene madurez. Por ejemplo, si una muchacha joven dice: “Si mi novio me pide que le acompañe a ver una película porno, no me quiere, en esto demuestra que no me respeta”. La persona que desarrolla una actitud crítica trata de discernir lo que le conviene, tanto en la vida personal como en lo que nos llega a través de los medios. Ser crítico significa ser consciente de que, a menudo, los medios de comunicación en general no muestran una imagen real, sino que se manipula con el objetivo de que las percibamos como reales y posibles.

“Vivimos en un mundo en el que es fácil acceder a la información. Poseemos medios que nos permiten llegar a la información en este instante desde nuestro ordenador o desde nuestro teléfono móvil. Esto no cabe duda de que es un gran avance en nuestras vidas. Y esto es un arma de doble filo, ya que accedemos a la información pero no al conocimiento”, nos asegura Shaij Ahmed Bermejo, en su jutba titulado Conocimiento útil, información perjudicial.

Debemos cuidar de dónde obtenemos la información, cuál es la fuente posible. No dar credibilidad a una información al 100% sin haberla contrastado con otras fuentes, sin escuchar otras voces u otros puntos de vista. Tenemos que profundizar en esa información y ver a quién beneficia, a quién perjudica, cuál es el contexto en que se desarrolla, por qué nos cuentan esto en este momento, por qué se habla de unos temas y otros se callan. En definitiva, tenemos que desarrollar este espíritu crítico para no ser manipulados por los medios, ya que en la mayoría de los casos sólo nos presentan una parte de la realidad. Y no confundir los hechos con la realidad representa el inicio de toda sabiduría.

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