Quiero aportar algunas reflexiones acerca del discurso y el debate actual sobre la necesidad de la des-colonizacion de los pueblos que han sido “descolonizados” a lo largo de los siglos XIX y XX.
Desde las Universidades se esta hablando de la necesidad de “escuchar” la voz del colonizado para evitar que la evaluación de su situación se haga exclusivamente desde la perspectiva de Occidente.
La colonización, al principio muy violenta y expoliadora, no se limitó a llevarse los recursos, metió su carga de fondo introduciendo su lenguaje y con ello sus conceptos, sus valores y sus instituciones.
Bajo el lema del desarrollo arrasó con todo lo que era a sus ojos primitivo y “anticuado”.
Tras el enriquecimiento occidental, basado en la expoliación de los recursos de los colonizados, nos convertimos en el Primer Mundo que mira despectivamente, o en el mejor de los casos, con ánimos de ayudar, a los que se han quedado en los puestos “Segundo” y “Tercero”.
También los vencidos, desde una perspectiva de inferioridad forzada, creyeron que la única forma de progresar, en vista del éxito obtenido por los colonizadores, era apresurarse a aprender y copiar sus conceptos.
El objetivo marcado, tanto por los explotadores como por los que intentan ayudarles con buena voluntad, es que alcancen la democracia, la libertad, el estándar económico occidental, que se liberen sus mujeres y que se adopte el patrón de la sociedad occidental -de una forma más o menos encubierta- como el único valido y progresivo.
En Islam existe una palabra para explicar un concepto Mi’lla y su definición es:
Una comunidad que tiene una misma cosmovisión.
Es inevitable pues que cuando una comunidad define sus prioridades y objetivos, lo haga desde su lógica.
Mientras no haya voces que sean capaces de acercarse a una cosmovisión distinta, y se cuestionen la panacea del modelo occidental, no se puede hablar de des-colonización. Para poder hacerlo es necesario una mirada critica con nuestra sociedad y además, hacer un esfuerzo por entender cuales fueron los valores que arrasó el colonialismo. Ya que, al no entender y no compartir conceptos, muy fijos en el lenguaje de nuestra sociedad occidental, la “voz” que se pretende escuchar siempre es juzgada por los parámetros colonizadores.
Y voy a poner algunos ejemplos para explicarme.
Cuando se esta juzgando a una población sobre su libertad, ¿de que libertad se esta hablando? ¿Del concepto de liberalismo occidental? ¿De la libertad del cuerpo?¿De la libertad del voto? ¿De la libertad de mercados?
¿Podríamos ser capaces de ver las limitaciones de nuestra libertad occidental?
En la que están ausentes libertades tan básicas como la libre circulación de las personas, la libre elección de la moneda, el cuestionamiento del sistema de impuestos, el sistema de contracción de deuda externa que tenemos que pagar entre todos, el sistema de elaboración y aplicación de las leyes, y un largo etcétera?
¿Seremos capaces de aceptar la idea de que ha habido, e incluso puede que aún haya, sociedades con mayor libertad de la que disfrutamos actualmente en Occidente?
Cuando se esta hablando de medir la liberación de la mujer, ¿la estamos midiendo en función de su trabajo fuera de casa, por el espacio visible que ocupa en la sociedad, por su forma de vestir, por sus relaciones familiares y sociales? ¿o seriamos capaces de entrever que existen otros conceptos mas importantes e igual de validos para otras mujeres y otras sociedades?
¿Seriamos quizás capaz de acercarnos al concepto de que las partes visibles o publicas en una sociedad ocupan un espacio igual de importante que el que esta fuera de la arena publica visible?
¿Quizás deberíamos cuestionarnos el empeño homogeneizador que pretende valorar a la mujer, y que ella se valore a si misma, en función de los éxitos sociales obtenidos en comparación con los hombres? En mi opinión esto es mas una desvalorización que una valorización, porque esta basada en la competencia con el sexo masculino, que es quien impone los estándares. Y ese mismo empeño homogeneizador pretende imponer una visión de que las mujeres somos todas iguales y que todas debemos perseguir los mismos objetivos.
Por favor, echemos un ojo a la historia contada por otras fuentes. Escuchemos al otro con atención. Cuestionemos el concepto de lo nuevo como progreso y lo antiguo como inútil.
La historia y “el otro” tienen mucho que contarnos.