El califa

El califa

En vez pasar horas hablando de unos salvajes desbocados en medio del polvorín de Oriente Medio –Lo cuales deben tener más acceso al crédito que cualquiera de nosotros, además de un master en dirección cinematográfica- de lo que deberíamos estar hablando aquí es de por qué el año que viene el 1% de la población mundial poseerá el 50% de los recursos del planeta; un 19% de la población mundial alcanzará el 45% restante; y el 80% de los seres humanos sólo sobrevivirá con las migajas que representan el 5% de los recursos planetarios, una miseria insuficiente hasta para mantenerlos respirando. Deberíamos también hablar de cuál será el futuro de la vida en el planeta de seguir este ritmo de destrucción de recursos naturales y alteración climática. Pero estamos distraídos con unos monos de circo que como ya no impresionan decapitando o quemando personas, ahora la han tomado con el patrimonio histórico de la humanidad.

Culpar a la religión del fanatismo es como culpar a la ciencia de la amenaza nuclear. Religión y ciencia son hoy rehenes del genuino fanatismo moderno: el económico. Desde hace décadas las ha puesto a su servicio en la alocada empresa de dominar el mundo. Una le da juego político y la otra la tecnología precisa para el control absoluto, tanto civil como militar.

El Profeta del Islam no destruyó las tumbas de los Zamud cerca de Medina, excavadas en las montañas.

Umar ibn al-Jattāb fue el segundo de los cuatro “califas ortodoxos” o “califas bien guiados” -también conocidos como los “cuatro amigos”-, la primera serie de gobernantes a la muerte del Profeta y antes del establecimiento del Califato Omeya. Umar sucedió a Abu Bakr y gobernó entre 634 y 644.

Nació en La Meca hacia el 581, combatió en un primer momento contra Muhámmad (SWS) y los fieles de la nueva religión, pero más tarde se convirtió al Islam y llegó a ser uno de los lugartenientes más fieles del Profeta. Era además suegro de Muhámmad (SWS), ya que se casó con su hija Hafsa.

Una vez elegido califa, Umar luchó contra el Imperio bizantino y Persia. Se lanzó a la conquista del Mediterráneo oriental, creando las bases del imperio que sus sucesores extenderían. Conquistó la Siria bizantina en 638, Palestina, Egipto en 642 y Mesopotamia, en adelante conocida como Irak, el mismo año, tras la Batalla de Nehavend. En todos los territorios conquistados mantuvo las estructuras administrativas existentes y no intentó acabar con las creencias religiosas de sus habitantes, entre otras cosas porque puso a los no musulmanes bajo el estatuto de dimmíes o «protegidos», lo que les obligaba a pagar un impuesto específico que proporcionaba importantes ingresos. Sus tropas eran mantenidas en un cierto aislamiento de la población en los lugares conquistados y las pagaba con el botín obtenido.

Umar ibn al Jattab, no destruyó las pirámides ni la esfinge, claras representaciones de los politeístas paganos que sometieron y persiguieron a los seguidores de la religión unitaria de Abrahán, Moisés, David, Jesús y Muhámmad. Como tampoco destruyo el patrimonio persa mesopotámico ni el bizantino.

La iconoclasia extrema la de los ultra-ortodoxos “yihadistas” del “Estado Islámico” (tan parecidos a los ultras del judaísmo o a los ortodoxos cristianos bizantinos) en su ignorancia modernista ha llevado a confundir obras de arte de miles de años de antigüedad con ídolos. El único ídolo que deberían destruir es su propio ego, donde reside su monstruoso odio y su inmensa ignorancia. Han quemado personas, un método totalmente prohibido por el fiqh –derecho islámico- que sin embargo fuera legalizado antaño por la legislación judía y cristiana. Han asesinado cristianos por el mero hecho de serlo, otra acción totalmente contraria a las leyes islámicas. El Profeta protegía a los judíos y los cristianos bajo su gobierno y no combatía a los no combatientes. Paradójicamente al ejercito sionista, que sí combate a musulmanes desde hace más de 50 años, no lo han tocado…

Han profanado las tumbas de amigos de Dios y del profeta Yunus (Jonás). No tienen ni un gramo de misericordia en su corazón, ni un ápice de intelecto, y son la caricatura de los musulmanes, como un travestido podría ser la caricatura de una mujer. ¿De qué alcantarillas han salido estas ratas?

Sigan el pútrido olor del dinero y descubrirán dónde anidan y procrean.

¿Quieren saber qué es un califa?

Un ladrón robó el turbante de Umar Ibn al Jatab, en el mercado y se dio a la fuga corriendo. Umar corrió tras él gritándole: “Pongo a Allah de testigo de que yo te lo he dado, así que di: ‘yo lo acepto’, de modo que el fuego del infierno no pueda tocarte”.

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