El aluvión de imágenes es iconoclasia

El caminante sobre el mar de nubes, de Caspar David Friedrich.
El caminante sobre el mar de nubes, de Caspar David Friedrich.

¿Qué es un cuadro? El filósofo Gottfried Boehm habla de un “fenómeno por el que un trozo de superficie manchada de pintura puede abrir paso a comprensiones sensoriales y espirituales enormes”. El crítico de arte Konrad Fiedler describe el observar obras de arte, el observar “creaciones de visibilidad”, como una tarea activa.

No sólo lo que se expone, sino el arte de observarlo, es lo que caracteriza el contenido de un cuadro. Estaremos a merced de nuestro poder de imaginación en el momento en el que utilicemos nuestros propios ojos.

Un amigo mío no se pierde ninguna exposición de arte de la capital más cercana. Es un contemporáneo al que le interesa mucho la vida cultural. Hace poco tiempo, visitó una exposición de cuadros de varios pintores impresionistas franceses y quedó decepcionado. Me impresionó su sinceridad.

A primera vista sólo cuadrados marrones

Las pinturas originales no le parecieron tan luminosas y claras como las reproducciones que recordaba. No se hubiera decepcionado tanto si hubiera tenido la paciencia de esperar un momento hasta que sus ojos se acostumbraran a la sala de la exposición, a que se hubieran adaptado a los colores, ambientes y escenas de los cuadros. Si hubiera hecho esto, el velo del prejuicio reprográfico se habría desvanecido y la imagen real habría aparecido ante sus ojos.

El que pasa desde un sitio muy soleado a una sala con cuadros de artistas holandeses aprecia a primera vista solo cuadrados marrones. La primera impresión es la oscuridad, que apenas permite reconocer el motivo. El observador sin experiencia se siente molesto, principalmente porque su sentido del arte está influenciado por la precisión inmóvil de la fotografía.

De hecho, el cine no le debe mucho a la pintura, sino que le debe todo. El mensaje de una sola imagen era para el director John Ford mucho más importante que el movimiento. En vez de “movie”, él llamaba a la secuencia de imágenes “picture”. Los movies dominan hoy en día claramente los cines y los programas de televisión. Apenas hay secuencias largas, predominan las secuencias cortas rápidas.

No es fácil eludir los prejuicios

Mirar embobado se ha sustituido por impresionarse contemplando. Las proyecciones de retroproyectores, las cinematográficas o las imágenes de los anuncios nos acompañan ininterrumpidamente en nuestro camino por la ciudad y el campo, o en nuestra vida cotidiana privada y laboral. El aluvión de imágenes no significa el aumento de plasticidad, es una iconoclasia que barre lo que tendría que ser constructivo.

Hoy en día no hay nada más difícil que simplemente observar, observar lo que hay para ver. Intentar no tener prejuicios se convierte rápidamente en una afirmación ideológica. En realidad, esta pretensión es un desafío: desarrollar la capacidad que uno tiene de observar y asociar, y a no ignorar lo evidente.

¡Volver a la ingenuidad!

Cuando se descubrieron las cuevas de Altamira, cerca de la localidad española de Santillana del Mar, no fue al investigador, sino a su hija de cinco años, a la que llamaron la atención aquellas pinturas prehistóricas. La niña las descubrió literalmente jugando, mientras que su padre, que estaba allí investigando, las había pasado por alto.

La ingenuidad se pierde por nuestra propia complejidad. Un buen cuadro es en sí complejo y sólo requiere que se observe de la manera más simple. De todas formas, ante una obra maestra de la pintura todos somos analfabetos.

Salir de la versión móvil