Seguir su tambor;
Con la sangre del hombre pintar el suelo, rojo, rojo;
Crueles cánones religiosos y leyes civiles;
Entonces ¿qué será la guerra?
Shakespeare, Timón de Atenas, Acto IV, escena 3, línea 97
La situación en Egipto empeora cada momento que pasa. La matanza ayer frente a una mezquita de al menos 500 personas, y los miles de heridos resultantes de los enfrentamientos entre el ejército y los partidarios del depuesto Mursi y su partido, ponen la situación al borde de un enfrentamiento civil a nivel nacional. La amenaza de la peor calamidad que puede ocurrirle a un país se cierne sobre Egipto.
Las razones de esta situación son muchas, y, como en todos los conflictos, varían dependiendo de hacia qué lado te inclines.
1. “Seguir su tambor”
La situación con Mubarak era dura y tiránica, pero había una apariencia de orden. La transición hacia las elecciones fue una ilusión de proceso democrático en funcionamiento, que sucedió porque las diferentes facciones que tienen poder o influencia en Egipto su pusieron de acuerdo para deshacerse de un mal mayor. Cuando este desapareció esa cohesión duró solo lo que los intereses de unos y de otros siguieron un camino paralelo.
Una vez que estos intereses se separaron, Mursi y su partido quisieron acaparar el poder que les había sido negado durante años de represión bajo el régimen de Mubarak y el Ejército no podía aceptar este cambio en detrimento de sus intereses, el conflicto estaba servido.
2. “Con la sangre del hombre pintar el suelo, rojo, rojo”
Desde entonces el rojo ha coloreado las calles del Cairo como amenaza de lo que puede llegar a ocurrir: que no las calles, sino el Nilo, se tiña de rojo.
3. “Crueles cánones religiosos y leyes civiles”
Y mientras unos y otros se dedicaban a dividir Egipto y vendérselo al mejor postor, EE. UU. no ha cesado su ayuda económica ni ha llamado al golpe de estado como lo que ha sido y el resto de Occidente ha mirado hacia otro lado, demasiado ocupado en vanagloriarse en el triunfo de las “primaveras árabes” y de que finalmente estos pueblos árabes se “civilizasen” y adoptarán su sistema de ‘democracia de mercado libre’ (además esto le producía una sensación de autocomplacencia viendo que ese mismo sistema se desmorona en Occidente), la gente sufría, por un lado impositivos y puritanos cánones religiosos y por otras crueles leyes civiles. El descontento de esta gente ha ido en aumento hasta llegar a decir que bajo la dictadura de Mubarak estaban mejor.
Sin poco que hacer y menos donde elegir, hoy en día sino es democracia no hay sistema organizativo valido, y sin una guía en el Din clara que los alejase de nacionalismo y estatismos, en fin, de todos los “ismos”, la gente ha ido adoptando posiciones regidas por sus propios “ismos”.
Y en todo esto, nadie pareció darse cuenta, ni Morsi y su partido ni el ejército, ni las otras influencias de peso, que lo que estaba causando esta situación era la economía. O a saber, la no economía. Mursi se apresuró a asegurar el funcionamiento de Banco Central e intentó asegurar varios préstamos con organismos internacionales, mientras el ejército no quería bajo ningún concepto perder control de sus tierras para avalar estos préstamos ni tampoco de la generosa “ayuda” de los EE. UU.
Y nadie levantaba la voz por una economía real, donde no hubiese usura.
4. “Entonces ¿qué será la guerra?”
¿Qué será la guerra? Esa es la pregunta que nos hacemos y que esperamos equivocarnos en plantearla en un futuro seguro.
Una forma de evitarlo puede ser que los egipcios se den cuenta que no vale copiar el modelo occidental de democracia y mercado libre como una fórmula mágica que funciona implantada en cualquier contexto social (sobran los ejemplos de este fracaso) y que vuelvan a encontrar su Din fuera de puritanismos, extremismos o cualquier otro ismo en el modelo de Madinah, la ciudad de nuestro Profeta.