Cuando la comunidad educa

Este fue el título de las octavas Jornadas Educativas de la Fundación Educativa Al Ándalus (fundada en 2005), que tuvieron lugar del 25 al 27 de diciembre de 2015 en la sala de actos del Centro de Estudios Islámicos de la Mezquita Mayor de Granada. Como en los años anteriores acudieron conferenciantes y participantes de toda España, Inglaterra, Marruecos, Sudáfrica y hasta de la República de Mauricio.

En su introducción, el presidente de la Fundación Educativa Al Ándalus Emir Malik Ruiz dijo que este año “hemos querido dar un paso más en los profundos significados de la educación. Cada acción, evento, conferencia, encuentro debe implicar una trasmisión. Es un asunto muy gozoso y donde se puede disfrutar en cada situación, pero requiere un esfuerzo”.

A esta bienvenida se sumaron unas palabras de saludo de Shaij Dr. Abdulqadir as-Sufi para los participantes de estas jornadas. Entre otras cosas decía: “Las conferencias y discusiones en mesas redondas no pueden sustituir una palabra de Haqq de un hombre de verdad, cuya palabra de sabiduría tiene el peso de cien hombres. Aprovechad las palabras de vuestro imam y de los hombres de la comunidad existente”.

Después, el director de enseñanza primaria de la Fundación Al Ándalus, Muhámmad Mujtar Medinilla dio una conferencia detallada sobre la educación en su sentido más amplio y a la vez más concreto, con el título “Relación entre la recuperación del tawhid en la enseñanza y el modelo social. Cuando la comunidad educa”. Allí mostró que lo que a veces puede parecer una tarea “imposible” –la educación de los niños es inseparable del comportamiento de sus padres– se puede convertir en un proceso natural y enriquecedor si los padres entienden la gran importancia de la educación para sus niños y, de este modo, para la sociedad entera. Esta charla transmitió a la audiencia la esperanza de «sí, es posible” y el conferenciante invitó al auditorio: “Hagámoslo juntos por nuestros hijos”.

La primera de las dos conferencias del sábado fue del Imam Jatib de la Mezquita Mayor de Granada, Shaij Ahmed Bermejo. Entre muchas de las cosas que dijo: “Los musulmanes no deberíamos dejarnos llevar por palabras que forjan algunos medios para dirigir a las masas. Debemos “crear grupos, servir, hablar bien de la gente, abrir las puertas de nuestras casas, dar con generosidad (…) la Futuwa”; “la forma de comportarse de la persona determina lo que es y modela su vida y su destino a nivel social e individual”; como “somos lo que hacemos” y «una comunidad llegará adonde sus miembros quieran llegar.» Advirtió que cuando

Allah dice: “Es cierto que Allah no cambia lo que una gente tiene hasta que ellos no han cambiado lo que hay en sí mismos” (Sura del Trueno, 11), es aplicable en los dos sentidos, tanto para el bien como para el mal.

En la siguiente conferencia, Shaij Abdulhaqq Bewley dijo: “No hay tawhid sin el Mensajero”. En toda la historia de la humanidad no ha habido un educador más encumbrado que el Profeta Muhámmad (la paz sea con él). Sus Compañeros son los mejores seres humanos de la historia. Pero su excelencia “no radicaba tanto en lo que decían (…) como en el hecho de que estaban impregnados del mismo conocimiento, que resplandecía en la forma en que se comportaban (…) la educación verdadera de cualquier comunidad musulmana exige una transformación interna radical”. Resaltó el trabajo de Shaij Dr. Abdulqadir as-Sufi, único e imprescindible para entender y vivir el Islam en el siglo XXI. Seguir su modelo significa “que nademos contra viento y marea, que rememos contra la corriente”.

El último conferenciante, Parvez Asad Sheikh -tiene un máster en Ciencias Políticas-, no solo logró esclarecer la complicada situación de la guerra en Siria, sino que aclaró el mecanismo de la “dialéctica del terror” y sus consecuencias en la situación de los musulmanes en Occidente. Hizo un análisis nítido de las dos reacciones fatales tras un ataque terrorista: una por parte del Estado, excluyendo todavía más a los musulmanes de la sociedad; y otra por parte de los musulmanes, que se aíslan aún más en sus utopías y no les permiten comunicarse con el resto de la sociedad. Ambos, el Estado y los musulmanes, no son capaces de salir de este mecanismo del miedo. Los musulmanes en Occidente deben adoptar una actitud más activa, implicándose en las responsabilidades cívicas como ciudadanos en sus sociedades, para así disfrutar de su libertad política.

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