Crónica del viaje al Maussem de Kalat Magouna

A finales del pasado mayo, un grupo de musulmanes partimos hacia Marruecos para celebrar el Maussem de Kalat Magouna. Salimos desde Granada, un autobús completo, y allí nos unimos con otros musulmanes llegados desde Sevilla, Madrid, norte de España, Mallorca, Alemania, Inglaterra, Sudáfrica, etc., además de los propios habitantes de dicha ciudad, murids de Shayj Muley Murtada, quienes nos trataron como miembros de su propia familia.

Salimos el 22 de madrugada, haciendo la primera parada en Fuengirola (Málaga), allí en la Mezquita de Suhail, hicimos el Salat de Subh, donde nos atendieron y nos sirvieron el desayuno. El viaje continuó hasta Algeciras, donde tomamos el barco aproximadamente a las 8 de la mañana. El paso del Estrecho fue sin novedad alguna, llegando a Tánger con una hora de adelanto debido a la diferencia horaria con Marruecos. Los trámites aduaneros fueron como nunca, sin necesidad de bajarnos del autobús. Alhamdulillah, muy fácil. De allí continuamos hasta Rabat, para visitar el Mausoleo de Muhammad V y de Hassán II, rahimahumá, abuelo y padre respectivamente del actual rey de Marruecos, Muhammad VI. Fuimos atendidos por una autoridad de la ciudad, el Coronel Mayor Hassan Cherif Sqal-li. Después de cerrar el recinto sólo para nosotros, nos contaron actos de las vidas de los monarcas ya fallecidos. De todo esto nos enteramos gracias a la ayuda inestimable de la traducción de Sidi Ahmed Bermejo. Acto seguido la Mezquita de Granada hizo una ofrenda floral.

Autobús de nuevo, camino de Meknés, para hacer noche en la Zawiya de Shayj Muhammad Ibn al Habib, Shayj de nuestro Shayj, el Shayj ‘Abdulqádir as-Sufi.

Hizo de anfitriona, la última esposa viva de Shayj Muhammad Ibn al Habib, Hayya Zulaija, quien nos atendió como hijos suyos, como a verdaderos príncipes y princesas. Después de saludar, pedir y hacer Du’as por Shayj Muhammad Ibn al Habib (su tumba se halla en la misma zawiya). Celebramos una noche de Dhikra, hombres por un lado y mujeres por otro.

Al día siguiente, nos permitimos el lujo de acercarnos al Zoco de Fez, ciudad conocida −según entendí− por la artesanía del cuero. Paseamos y compramos por la zona. Quiero agradecer especialmente la guía y la compañía de Muhammad Amín Castiñeira y de ‘Umar Bermejo.

Ya en la tarde nos acercamos a la madraza, por la celebración de ‘Abdel Qáder Harkassi, quien ha memorizado el Corán por completo. Se festejó a lo grande −una fiesta preciosa−, con mucha alegría y muchísima báraka. El homenajeado paseó al principio en un caballo blanco rodeado de sus seres queridos, familiares y conocidos, y detrás íbamos todos aquellos que nos habíamos desplazado para el Maussem, cantando qásidas del Diwán y haciendo dhikra. Finalizamos la vuelta por la Medina vieja de Fez y nos dirigimos a su madraza, donde nos ofrecieron cena con cordero y hubo fotos con los familiares. Shayj Sadiq Ben Kirán habló de la importancia de memorizar el Corán y de todos los regalos que nos esperan en la Otra Vida a causa de esto. Esta noche tan mágica y espectacular acabó con ‘Abdel Qader Harkassi recitando la última tabla que había memorizado. Volvimos para hacer noche, por segunda vez, en Meknés.

El jueves, día 24, temprano, partimos hacia Kalat Magouna. Nos esperaban diez horas de viaje. Pero entre la parada para comer, tomar el té en una madraza, bien atendidos, y el dhikra que recitamos en el autobús, no se hizo tan dura la jornada. Llegamos al caer la noche y en vez de dormir en la Zawiya de Shayj Murtada acabamos durmiendo en un hotel. Ahí, con el hotel, el viaje dio un cambio radical, ya que, además de las habitaciones dobles, el hotel contaba con piscina, que nos sirvió de desahogo y para despejarnos.

El viernes, los hombres fueron al Yumu’a y, a nosotras, como no había suficiente espacio, nos llevaron a la Zawiya. Nos recibieron con los brazos abiertos. Verdaderamente fue un regalo estar allí, por la paz y la armonía que se respiraba en aquel lugar. Después de servirnos un té, hicimos un poco de dhikra y comimos. A continuación al hotel y descanso hasta Maghrib.

Aunque la noche de Dhikra que estaba prevista realizar se retrasó hasta casi la hora de ‘isha, no nos importó porque la dicha del dhikra, la báraka de estar todos juntos, no tiene palabras. En la noche de Dhikra se recitó Corán, se recitó el Wird de Shayj Muhammad Ibn al Habib y canciones de su Diwán. Aunque la noche de Dhikra es como la hacemos en Granada, se respiraba un ambiente diferente. Habíamos viajado musulmanes de diferentes países por una única razón, el Recuerdo de Allah. Éramos una única familia. Nos unía el “La Ilaha illa Allah”. Después del Dhikra nos hablaron (por lo menos a las mujeres) de lo que es la hermandad, de cómo el Profeta Muhammad (s. a. w. s.) unió en la ciudad de Medina a los Ansar y a los Muhayirín, con el elevado amor que en el Corán se menciona en las aleyas octava y novena de la Sura de la Concentración.

La mañana del sábado, los hombres tuvieron una reunión con las autoridades de la ciudad y de la región y las mujeres nos dedicamos, básicamente, a visitar la ciudad de Kalat Magouna, famosa por su agua de rosas, haciendo turismo y comprando algún recuerdo de la ciudad. Volvimos al hotel por la tarde, descansamos y nos vino a recoger un autobús para llevarnos hasta el lugar del Dhikra.

Me faltan palabras para describir esta segunda noche de Dhikra. En ella, Shayj Mulay Murtada habló de las cuatro condiciones que según el Mensajero de Allah, que Allah le bendiga y le conceda paz, han de cumplirse en una reunión de gente que recuerda a Allah y de cómo, si se cumplen las mismas, al cabo se obtienen cuatro recompensas. Nos quedamos con esta idea y con el lugar donde se celebró el Dhikra, una noche estrellada, al aire libre y con las voces tan maravillosas de las mujeres de aquel lugar y la cena tan apetitosa. Ya muy tarde, regresamos al hotel para descansar sólo tres o cuatro horas.

Iniciamos el viaje de vuelta el domingo muy temprano en dirección a Meknés −de nuevo−, adonde llegamos al atardecer. Volvimos a ser atendidos muy bien por Hayya Zulaija, que Allah le dé muchos años de vida, la cuide y la proteja. Antes de la cena, unas cuantas jóvenes fuimos a dar una vuelta por el Zoco de Meknés y volvimos a la zawiya, para cenar y descansar para el día siguiente.

El lunes 28 partimos de vuelta para Granada muy temprano. Durante el viaje de regreso, iba recordando parte de la vida y de las acciones de Shayj Muhammad Ibn al Habib; no en vano, todas las canciones que habíamos cantado en los Dhikras mencionados pertenecían a su diwán,

Shayj Muhammad Ibn al Habib recibió lecciones de los más grandes eruditos de su época, le fueron dadas iyasas de los más grandes maestros y escribió comentarios a los más importantes tratados de conocimiento; pero, sin duda alguna, la mayor de todas sus obras es su diwán, que lleva por nombre El deseo de los ‘murids’ viajeros y el regalo de los gnósticos caminantes, y que ha sido publicado varias veces. Su vida fue muy viajera, y en uno de sus viajes al Hayy, falleció, dejando una profunda huella en el mundo del Tassawuf.

Que Allah perdone sus errores y vele sus faltas y que lo cubra de honor y lo acepte y lo haga vivir en lo más elevado del ‘Illiyin en la compañía de los Profetas, los sinceros, los mártires y los rectos. Amin.

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