Crónica del Moussem de Sheij Moulay Mortada en Kellat M’gouna

“El sufismo es la única arma con la que combatir al extremismo”. Estas palabras, ciertas y llenas de sabiduría, se repitieron una y otra vez en el quinto Moussem de Sheij Moulay Mortada Elboumeshuoli, que tuvo lugar en la ciudad de Kellat M’gouna, Marruecos, los días 20, 21 y 22 del pasado mes de mayo.

 

En “la ciudad de las rosas”, bajo un sol de justicia, musulmanes de diferentes lugares del mundo, refugiándose del calor en la jaima habilitada por Sheij Mortada y sus familiares, se reunieron el viernes para, todos juntos, encaminarse a la mezquita a hacer el Salat al-Yumuah. El camino, ya conocido por muchos, que discurre entre caminos de tierra, con humildes casas de adobe a uno y otro lado, es el lugar perfecto para que la gente que no se ha visto en mucho tiempo, puede que incluso la última vez que se vieran fuera el año pasado en ese mismo camino, se salude y estreche los vínculos entre ellos.

 

Un año más, la mezquita donde se acude a hacer el Yumuah está llena; mientras se espera la hora delsalat se recita un hisb de Corán. Cuando el imam, Sidi Abdullah, hace su entrada en la mezquita el silencio se adueña del lugar, solo interrumpido por la voz del muaddhin que llama a la gente a la oración. Este año, el imam nos habla sobre la necesidad de purificar nuestro interior, de hacer recuento de nuestras propias acciones y de luchar contra nuestras pasiones y apetitos, que van en contra de lo establecido en la sharia’ del Islam, ya que realmente este es el camino del equilibro, el camino del Islam, el camino que lucha contra cualquier tipo de extremismo.

 

Esa misma noche, tras una tarde distendida de descanso, en la que muchos aprovecharon para estrechar los lazos entre los que acudieron, la cita vuelve a ser en la jaima, que está habilitada frente a la casa de Sheij Mortada, a la hora del salat al-magrib. Una noche llena de emoción y sensaciones espera a los presentes. Los poemas de alabanza a Allah y de amor a Su Mensajero se suceden uno tras otro, y para poner el colofón a una noche tan especial, Sheij Abdal Haqq Bewley, en un corto pero intenso ders, nos habló sobre la necesidad que tenemos de adoptar el sufismo en nuestras vidas, ya que, según sus palabras textuales: “La única cura para esta enfermedad casi universal (el extremismo) es el tasawwuf, el proceso de purificación personal, el asunto que ha propiciado que nos reunamos en esta noche maravillosa’.

 

A la mañana siguiente, sábado, la cita volvía a ser en la jaima, para una vez todos allí reunidos, dirigirnos luego hacia la tumba de Moulay Abdulmalik, bisabuelo de Sheij Moulay Mortada, hombre conocido por su generosidad (dando de comer especialmente), por su buen carácter y, sobre todo, por unir a la gente. Realmente, el Din del Islam es unión y no separación, y este gran hombre, a través del sufismo, logró este elevado objetivo.

 

Por la tarde era necesario descansar y relajarse para coger (recuperar las) fuerzas, ya que esa noche era la gran noche, la noche del Moussem, que este año ha coincidido además con una de las noches más señaladas en el calendario para todos los musulmanes, la noche del 15 de sha’ban.

 

La cita volvía a ser a magrib en la jaima. Había una sensación en el ambiente que predecía que iba a ser una noche llena de luz y de bendición, de recuerdo de Allah, recitación del Corán y alabanza al Profeta, salla allahu alaihi wa sallam, y realmente eso fue lo que sucedió. Desde el comienzo hasta el final, no hubo ni un solo instante en el que los presentes no sintieran la sakina con la que Allah los cubría y la Misericordia con la que los rodeaba y a los ángeles que descendían a escuchar el Recuerdo.

 

El discurso que pronunció esa noche Sheij Mortada fue medicina para los corazones, era como las rosas que rodean la jaima y la ciudad, que cuando aspiras su aroma, sientes que llega hasta lo más profundo de tu interior. En los tiempos en los que estamos viviendo, en los que la palabra extremismo está ligada siempre al Islam, en los que escuchamos la palabra yihad tan a menudo, nos dio las herramientas para entender que toda esa dialéctica y comportamiento están tremendamente alejados del Islam.

 

Hoy estamos aquí reunidos para luchar. Estamos en el campo de batalla y nuestro enemigo somos nosotros mismos. Nuestro enemigo es nuestro propio nafs, el enemigo más temible posible, más temible incluso que Shaytán; no hay enemigo más grande para el hombre que su propio nafs, y no hay batalla más dura que el hombre pueda librar que la que libra contra su propio nafs.

 

El verdadero yihad es el yihad contra el nafs; si eres capaz de combatir contra tu nafs, has de saber que entonces estarás caminando por el Sirat al Mustaqim. En cambio, si combates contra otros y te olvidas de ti mismo, entonces estarás fuera del camino. Y la mejor manera para luchar contra el extremismo, el mejor medio para oponernos a esta idea desviada, es luchar contra nuestros propios nufús, purificar nuestro nafs. Dice Allah: “Habrá triunfado el que la purifique (su alma, su nafs) y habrá perdido quien la lleve al extravío”.

 

Estas palabras, llenas de conocimiento y de realidad, se corroboraron una y otra vez a la mañana siguiente, en todas y cada una de las conferencias que tuvieron lugar en el ayuntamiento de la ciudad, con la presencia del alcalde y de diferentes personalidades de la región.

 

Esa mañana, los rostros de los que la noche anterior habían estado presentes en la noche de dhikra se veían cansados; eran comunes los bostezos y algunos ojos se entrecerraban; pero de lo que no cabe duda alguna al respecto es que los corazones estaban iluminados, pues el Moussem de este año ha sido de una tremenda iluminación, en el que la frase que más se repitió, una frase sobre la que reflexionar y que posee toda la enseñanza de nuestro Din, fue: “El sufismo es la única arma con la que combatir el extremismo”.

 

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