Comienzo de la comunidad islámica en España.

El 20 de noviembre de 1975 moría Franco en Madrid y se abría para España una nueva época llena de cambios y transformaciones. Por aquellos días, tres jóvenes españoles con apenas veinte años buscaban por Europa un sistema distinto y alternativo a todo lo que ya conocían, un sistema que les permitiese vivir, a ser posible en comunidad, con un decidido grupo de amigos que compartiesen sus inquietudes y desavenencias con el sistema establecido, y que les diese respuestas a sus múltiples interrogantes tanto en lo personal y lo social como en lo material y lo espiritual.

Tras muchas visitas infructuosas a comunidades y grupos de toda índole y cuando empezaban a creer que no serían capaces de encontrar lo que buscaban, una noche fueron guiados -acompañando de paseo a unos amigos- a una calle en Londres donde tenía su zawiyyah (lugar de residencia, reunión, enseñanza y culto) una comunidad de jóvenes musulmanes, en su mayoría europeos y americanos, que habían tomado y aprendido el Din de manos del Shaij Abdal Qadir As Sufi, quien lo había aprendido hacía unos años de manos del Shaij Muhámmad ibn al Habib en Meknés, antes de ser enviado de nuevo a Occidente como muqaddim para llamar a sus gentes a Islam.

Al pasar junto a la zawiyyah, comenzaron a escuchar cánticos e invocaciones que llamaron poderosamente su atención y conmovieron profundamente sus corazones; la intensidad de ese momento hizo crecer en ellos la firme determinación de visitar aquel lugar a horas menos intempestivas. Cuando lo hicieron fueron invitados a tomar té por la tarde y después a participar en sus actividades comunitarias en la zawiyyah y a conocer poco a poco a los miembros de la comunidad y sus quehaceres en talleres, tiendas y oficinas. Tras más o menos una semana en la que visitaron la zawiyyah diariamente participando en todas sus actividades y rezos, el muqaddim regresó de un viaje que le había mantenido ausente; al verlos, preguntó quiénes eran, y tras ser informado y mantener una breve conversación, y viendo su inclinación a ello, les preguntó si querían ser musulmanes; ellos dijeron que sí, que lo estaban deseando, y esa misma tarde abrazaron el Islam.

Tras algo más de un año de intenso aprendizaje y práctica del Din y en compañía de alguna nueva incorporación, regresaron a España, abrieron una zawiyyah en Córdoba y comenzaron a llamar al Islam a sus amigos y familiares, y a sus nuevos vecinos cordobeses. Por aquel entonces y paralelamente otros españoles habían sido guiados a Islam y lo habían abrazado, entre ellos, por mencionar algunos, el recientemente fallecido Álvaro Machordom, que Al-lah lo tenga en Su misericordia; Umar Rivelles, en Madrid; Yusuf Cabré, en Dinamarca, y Muhámmad Rafiq Pallarés, en el, entonces, bendito reino de Afganistán. Por otro lado habían ido llegando a España jóvenes estudiantes musulmanes procedentes, sobre todo, de Siria y Marruecos, algunos comerciantes y pequeños grupos de trabajadores paquistanís en las minas de Linares, Peñarroya y León.

Todos ellos, amparados por la ley de libertad religiosa aprobada en su forma definitiva en julio de 1980, fueron inscribiéndose como entidades en el registro abierto a este efecto en el Ministerio de Justicia. Así lo hicieron también nuestros protagonistas, quienes tras haber aumentado considerablemente su número, primero en Córdoba y luego en Sevilla, fundaron en Granada la que tras varios cambios de nombre acabó siendo la Comunidad Islámica en España, que consiguió desde Granada un gran arraigo y crecimiento, produciendo abundantes frutos y semillas que, junto con las otras ya existentes más las que fueron trayendo los vientos de la emigración, han dado como resultado el inmenso, frondoso y variopinto bosque del Islam en España .

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