EL PROTECTORADO ESPAÑOL EN MARRUECOS Y SUS CONSECUENCIAS
Tras la firma del Convenio franco-español del 27 de noviembre de 1912 y la posterior aceptación del sultán Alauita de Marruecos a través del dahir del 13 de mayo de 1913, se instauró el Protectorado hispano-francés en Marruecos.
Según recoge este Tratado, Marruecos quedó dividido en dos mitades, asimétricas en su extensión y poblamiento, siendo el norte de Marruecos la parte asignada a España para ejercer su protectorado. Los artículos 2 y 3 del Convenio establecieron los límites de la zona de Marruecos que quedaría bajo la influencia española.
Este territorio del norte de Marruecos, de aprox. 20.000 kilómetros cuadrados. Quedó dividido en amplias demarcaciones, bajo la autoridad de las comandancias generales de Ceuta y de Melilla, que eran las encargadas de extender la influencia española y de administrar las zonas ocupadas a través de las correspondientes oficinas de Asuntos Indígenas, según las instrucciones del alto comisario.
Después de siglos de ostracismo, Ceuta y Melilla, vuelven a tener gran importancia, como sedes de las comandancias generales, de las que dependen, un considerable territorio.
Respecto a la administración de los territorios, el Tratado recogía lo siguiente:
“Las regiones comprendidas en la zona de influencia determinada en el artículo II continuarán bajo la autoridad civil y religiosa del Sultán en las condiciones del presente Acuerdo. Dichas regiones serán administradas, con la intervención de un Alto Comisario español, por un Jalifa que el Sultán escogerá de una lista de dos candidatos presentados por el Gobierno español. Las funciones de Jalifa no le serán mantenidas o retiradas al titular más que con el consentimiento del Gobierno español.”.
Esta co-administración, en líneas generales fue bastante respetada. Con fluidez en las relaciones entre el comisariado y el jalifa, indudablemente mejores que las de la parte francesa. No obstante, el interés de España siempre, con respecto a este Protectorado, estuvo marcado claramente por un interés colonial. Las asignaciones del Jalifa se enmarcaban en el ámbito civil y religioso, exclusivamente, el resto de competencias correspondían a España. La organización en el terreno, a través de la creación de las correspondientes oficinas de Asuntos Indígenas, en cada uno de los lugares del territorio, recayó en las Comandancias Generales, por lo tanto del ejército, con el doble papel de interlocutor con las autoridades marroquíes pero sobre todo, de imponer la presencia Española en el territorio. Además de la propias en materia militar y de inteligencia. El ejército español fue el encargado de organizar todo lo necesario para la creación de las infraestructuras modernas, inexistentes en un país, que buena parte de su geografía es de agrestes montañas, en donde su sistema de vida no había sido tocado por los grandes cambios tecnológicos Europeos; para poner en marcha y hacer accesibles los recursos de esta zona que si las comparamos con la parte francesa son escasos, se realizaron grandes obras públicas como líneas férreas y carreteras que comunicaron amplias zonas hasta entonces incomunicadas.
Fruto de todo ello, multitud de empresas españolas se fueron instalando, así como una paulatina migración de españoles que colonizaron las ricas regiones agrícolas. La incipiente revolución industrial española, también se benefició ampliamente, con la adquisición y puesta en marcha de los ricos recursos mineros marroquíes. Obviamente, este esfuerzo constructivo y de ingeniería iría marcado por este tipo de intereses.
En poco tiempo, en ciudades como Tetuán, que se convertirá en capital del Protectorado, o Larache, se forma una rica burguesía española, industrial y terrateniente que abastecía de productos el mercado español e internacional. El garante y responsable de que los negocios fueran bien era el ejército.
Para tan alta responsabilidad, fue necesaria una reordenación y ampliación radical del Cuerpo de Ejército Español en África. Según recoge el historiador Ricardo de la Cierva «…El esfuerzo militar y económico que realiza España resulta extraordinario, los efectivos totales de las Fuerzas Armadas alcanzan 250 000 hombres; el presupuesto militar casi supone la mitad del total con 581 millones de pesetas que en gran parte van a nutrir la desproporcionada nómina del cuerpo de oficiales, generales y particulares…».
Tal esfuerzo militar y económico, conlleva a la transformación de lo que en un principio es un cuerpo de ejército, hasta convertirse en un ejército colonial con competencias únicas y con mando en plaza de un gran territorio.
Esta enorme transformación del Ejército Español de África, supondría para todos sus miembros, desde los Comandantes Generales en Ceuta y Melilla, pasando por el Estado Mayor y todo su cuerpo de oficiales; en importantes personajes públicos, de un gran poder y con conexiones de primer orden, con todos los estamentos del Estado Español, desde el político, económico, financiero y empresarial.
Pero, como es natural, el cometido principal del ejército, será desde el principio, el de la ocupación efectiva del territorio.
El territorio quedó dividido en dos grandes zonas, una occidental y otra oriental, sometidas a las Comandancias Generales de Ceuta y Melilla y que comprendían las cuatro regiones naturales, estas son las del Garb y Yebala, adscritas a Ceuta y las del Rif y Gomara a la de Melilla.
Esta ocupación, desde el principio, resultó muy complicada y las revueltas e insurgencias se fueron extendiendo aún antes de la firma del Tratado; ya en 1.909, un levantamiento de tribus rifeñas, atacó, a los trabajadores de las Minas de hierro del Rif, cercana a Melilla, que dio lugar a la intervención del ejército. Más tarde, en pleno proceso de ocupación, surgirá un nuevo foco rebelde, esta vez en Yebala (región desde la fachada atlántica hasta las estribaciones del Rif y en la que se encuentra Tetuán, la capital del protectorado), capitaneado por Ahmed al-Raisuni, señor de Arcila y la costa atlántica, que se extendería hasta 1919.
LA GUERRA DEL RIF
Apenas liquidada mediante negociaciones la rebelión de Raisuni, se levantan contra las tropas coloniales las tribus del Rif central. La cabeza visible de ésta rebelión, es SHEIKH MOHAMMED ABD AL-KARIM AL-JATTABI, LÍDER DEL CLAN DE LOS AIT YUSEF, CADÍ DE MELILLA y antiguo colaborador del diario El Telegrama del Rif.
Abd el-Krim, como va a ser mundialmente conocido, recibió una educación tradicional en una escuela de mezquita en Ajdir y luego asistió a un instituto religioso en Tetuán. A la edad de 20 años, estudió durante dos años en Fez en la madraza Attarine y Seffarine, para luego ingresar en la famosa Universidad Qaraouine. Tanto él como su hermano Mohammad, su fiel compañero en la insurrección, recibieron educación española también, este último estudió ingeniería minera en Málaga y Madrid. Ambos hablaban español y riffian con fluidez, además gozaban por linaje del respeto general entre el Consejo de ancianos tribal. Esta instrucción, tanto islámica como moderna europea, fue crucial para el éxito de su movimiento.
Geográficamente la región del Rif, está comprendida a lo largo de la cadena montañosa del mismo nombre, territorio duro y abrupto, es la región más pobre y atrasada de Marruecos. Sus habitantes, son tribus bereberes, que desde tiempos inmemoriales, han vivido con su propio estilo de vida, con fuertes lazos clánicos entre ellos, viven dispersos, a menudo incomunicados, en pequeñas poblaciones llamadas Kabilas. Estas características, le han permitido a lo largo de su historia, mantenerse más o menos ajenos a los avatares de fuera de sus dominios. Hay que tener en cuenta, que el termino “pueblo bereber”, no se refiere a ninguna característica propia racial, étnica o religiosa, más bien es un término genérico, paralelo al término “pueblo bárbaro” en su acepción latina; esto es pueblo que no quiso romanizarse, en nuestro caso, corresponde a pueblos que no quisieron arabizarse y se han mantenido en sus propias costumbres, cultura, historia y lengua a través de las generaciones. Finalmente los pueblos bereberes terminaron islamizándose, aunque de forma muy tardía respecto al resto.
EL DESASTRE DE ANNUAL.
En Junio de 1.921, el Comandante en jefe de Melilla, el general Manuel Fernández Silvestre, al frente de sus tropas adscritas; decide que para atajar de forma rápida la que cree que es una incipiente rebelión como las otras anteriores, lo mejor es realizar una rápida intervención de castigo. Este militar, joven y muy enardecido por las soflamas nacionalistas de los conservadores monárquicos, muy faltos de victorias tras una sucesión interminable de derrotas, hasta perder las Filipinas y con ello el fin del Imperio Español; Marruecos de pronto, les da una nueva esperanza.
El general Silvestre se adentra imprudentemente en territorio Rifeño, sin afianzar previamente su retaguardia. Desde la costa, donde deja parte de la impedimenta, casi en línea recta se dirige hacia el interior, buscando la Kabila de Ajdir, capital de los Aith Uriagel, la tribu de Abdelkrim. Primero entra en territorio de la Kabila de Tensaman y ocupa el aduar de Annual, donde establece su campamento. Los rifeños, enterados de estas maniobras, se dirigen a Anual, que ponen bajo asedio.
A primeras horas de la mañana del 22 de julio se da la orden de retirada española, que se produce a la carrera y en completo desorden. Perseguidos por los combatientes rifeños, los 13 000 soldados de Annual son masacrados por los 3000 rifeños que les persiguen en el camino hacia Melilla. En esta masacre desaparece (su cadáver no fue encontrado) el general Manuel Fernández Silvestre. Muchos supervivientes se refugian en el cuartel de Monte Arruit, donde resisten dos semanas cercados por el enemigo sin apenas provisiones, agua ni ayuda, dada la desorganización y la precariedad de la retaguardia. Finalmente las tropas españolas se rinden, quedando más de dos mil prisioneros entre soldados y oficiales, por los que se pediría (y obtendría) un cuantioso rescate económico, eso sin olvidar el inmenso botín en armamento y vituallas que engrosarían al nuevo ejército de guerrilleros y servirían para continuar la lucha.
Entre tanto, Melilla queda peligrosamente a merced de los rebeldes y debe ser protegida por gran cantidad de refuerzos llegados de Ceuta y la península.
El llamado Desastre de Annual, a propósito del cual el diputado Indalecio Prieto dijo que “estamos en el periodo más agudo de la decadencia española. La campaña de África es el fracaso total, absoluto, sin atenuantes, del ejército español”.
Para los rifeños sin embargo, la victoria de Annual, da lugar al inicio de una independencia de facto, que se plasmará bajo la forma de una república:
La República Islámica del Rif.
De este modo, un ejército descentralizado, escaso y mal armado como el rifeño (que no cuenta con apenas artillería y no posee aviones ni barcos) consigue poner en jaque y prácticamente derrotar a un ejército moderno y mucho más numeroso como el español. Los rifeños tuvieron a su favor el hecho de combatir en su propia casa, el conocimiento del terreno y la motivación.
Por contra, un ejército Español desmotivado, desorganizado y corrupto, formado por soldados de reemplazo asustados y deseosos de volver a sus casas. Un sistema de reemplazos que causaron un enorme escándalo nacional, ya que, mediante el pago de 3.000 pesetas de la época se libraba de ir a la guerra, una cantidad imposible para las clases bajas (obreros y campesinos), por lo que solo las clases medias y altas se libraron. Este escándalo afectó muchísimo a la imagen de la casa real y del ejército, ya que entre los dos se repartieron tan sustancioso botín.
Esta guerra, de hecho, propiciará poco después la creación de un cuerpo militar más organizado y combativo: la Legión Española, creada a imagen y semejanza de la Legión Extranjera Francesa, cuyos jefes van a ser: José Millán-Astray y Francisco Franco, que junto con el Cuerpo de Indígenas Regulares, serán los cuerpos de choque, que lograrán contrarrestar el sistema de guerrillas Rifeño.
<<El eco de esta primera derrota de un ejército imperialista llegó hasta India, donde Gandhi saludó la victoria de los resistentes rifeños, e Indochina, donde Ho Chi Minh reconoció en Abdelkrim su hermano de armas. Es el mismo Ho chi Minh quien desde París va a organizar con ayuda del joven Partido Comunista la solidaridad de los trabajadores procedentes de las colonias en favor de los resistentes marroquíes. Esto era tanto más necesario cuanto que la potencia colonial francesa que ocupaba la mitad sur de Marruecos había declarado a su vez la guerra a Abdelkrim y sus guerrilleros. Y fue el mariscal Pétain quien asumió el mando de la ofensiva francesa en sustitución del general Lyautey, considerado » demasiado blando «. Para acabar con esta resistencia armada no se dudó en utilizar bombardeos químicos en los que se utilizó el famoso gas «iperita» también conocido como » gas mostaza «, que se utilizó abundantemente y cuyos efectos se sienten todavía hoy en el Rif>>.
La organización del ejército rifeño, será considerada en la historia militar como una de las fuentes teóricas, de la guerra de guerrillas moderna, revisada y recuperada en los distintos conflictos coloniales y en los posteriores durante la guerra fría a lo largo del siglo XX, en que ejércitos irregulares como el del Viet-Cong, lograron vencer a ejércitos modernos y poderosos como el de EEUU.
En los enfrentamientos que siguieron a Annual, el ejército de Abd el-Krim logrará arrinconar cada vez más a las tropas españolas, incluso fuera del Rif, tomando la importante ciudad de Chauen y amenazando Tetuán, que en las alturas de Ben-Karrich, instalaron un enorme cañón capturado a los españoles, que llenó de pavor a la población de Tetuán y al gobierno del protectorado. Este enorme cañón, se mantuvo disparando proyectiles de alto calibre, durante dos meses a razón de 15 proyectiles por día.
Mientras, desde Melilla se inició una dura contraofensiva que permitió recuperar parte del territorio perdido y sobre todo aflojó el cerco sobre Melilla que estuvo a punto de caer en varias ocasiones. Desde mediados de septiembre de 1921 hasta el 11 de enero de 1922, los territorios fueron reconquistados, y los soldados contemplaron horrorizados los cadáveres aún insepultos de las víctimas del desastre.
El cuerpo del general Silvestre nunca fue hallado. Más tarde, una vez reestablecidas las cosas, el trato con Abdelkrim fue más fluido y comenzaron las negociaciones de entrega de prisioneros, estableciendo los importes del rescate. Los censos de estos prisioneros nunca estuvieron claros, pues una cantidad de ellos, nunca aparecieron ni en el de prisioneros, ni el de muertos.
Este asunto nunca se llegó a aclarar oficialmente, por lo que se cerró el caso, dándolos por muertos y sus familiares les dieron sepultura en tumbas sin cuerpo, dándose por zanjado el asunto.
Sin embargo, desde el lado rifeño, con el tiempo si se habló de ello; y lo que aparece en el ideario popular es una versión sorprendente. Hablan de que muchos de estos jóvenes arrastrados a una guerra que no es la suya, obligados a hacer cosas terribles y a que se las hagan, encuentran en el trato con estos guerreros rifeños, comprensión y acogimiento, como dictan las normas Islámicas, por lo que, terminaron abrazando la Fe Islámica, acogiéndose a la tradicional hospitalidad de las tribus Zanata.
El 13 de septiembre de 1923, el capitán general Miguel Primo de Rivera se rebela contra su comando y contra el gobierno, contando con el respaldo del rey. La dictadura que implantó tenía como uno de sus principales objetivos acabar con la guerra en África. En el Ejército se temía que adoptara la posición abandonista que le había caracterizado antes del golpe. No obstante, consolidó la presencia española en Marruecos mediante una gran victoria militar, el desembarco de Alhucemas.
Abd el-Krim, por su parte, se proclamó sultán de Marruecos, pero no fue reconocido por los Sheikhs de la zona francesa. Los ataques rifeños contra posiciones españolas continuaron durante todo el año 1924.
La victoria rifeña sirvió de acicate para los ánimos levantiscos en Yebala, de modo que en diciembre de 1924, tras la retirada de Xauen, España sólo controlaba de modo efectivo una estrecha franja costera en torno a las ciudades de Ceuta, Melilla, Larache, Alcazarquivir y Arcila.
Desde mediados de 1924, Francia por su parte, miraba alarmada los éxitos rifeños, por lo que más por previsión que por interés de ayudar a España, interviene en el conflicto, ocupando militarmente la parte norte de su zona e instalando puestos avanzados a lo largo de la frontera con la zona española.
Este nuevo movimiento, supuso la pérdida de la independencia de facto que mantenía esta zona, lo que determinó que las tribus afectadas pidieran ayuda a las tropas rifeñas, que lanzaron una feroz ofensiva con el objetivo de tomar Fez en la primavera de 1925; provocando un casus belli que obligó a una Francia hasta este momento distanciada, a adoptar una postura más beligerante. Se movilizaron tropas que pararon la ofensiva y atacaron a los rifeños por el sur, empleando en ocasiones el bombardeo con armas químicas. En Paris, en el Parlamento de la república se desata una tormenta política, ya que el Partido Comunista se declara a favor de los rifeños. Las autoridades francesas, convencidas de que la república del Rif podría poner en peligro cierto, la estabilidad de su Protectorado, firmarán con las españolas los acuerdos de Madrid sobre el Rif y coordinarán conjuntamente la lucha contra los insurrectos.
El posterior desembarco de Alhucemas, con un contingente de 13.000 soldados españoles, y cuyo comandante fue el propio Miguel Primo de Rivera. Considerado como el primer desembarco anfibio militar moderno, en el que se probaron tácticas, que luego fueron utilizadas en la II Guerra Mundial. Entre los jefes participantes en la acción, se encontraba el entonces coronel Francisco Franco, quien por su actuación al frente de las tropas de la Legión fue ascendido a general de brigada.
Durante la Guerra del Rif, las fuerzas combinadas franco-españolas arrojaron bombas de gas mostaza contra la población civil y las fuerzas de la República del Rif. La unión de todo esto, más la soledad en que quedaron los valientes rifeños, que fueron traicionados por sus propios compatriotas del resto de Marruecos, aplastó finalmente el sueño rifeño de su República Independiente. Fue imposible combatir solos contra todos. La memoria de Abdelkrim y su República Islámica del Rif ha quedado impresa en generaciones por todo el mundo. Su imagen de revolucionario por la justicia universal y contra el colonialismo ha inspirado después de él a muchos líderes y gobernantes.
El pueblo Rifeño en su sueño de libertad. Fue el que sufrió más severamente las consecuencias, sus Kabilas y zocos fueron devastados por la artillería y sus campos, enormes extensiones del poco suelo cultivable que tienen, tuvieron que abandonarlos por la contaminación de las armas químicas, lo cual provocó décadas de hambrunas severas.
La guerra de Marruecos fue en general mal vista por todos, y provocó importantes conflictos en la sociedad española del momento. El desastre de Annual tuvo también importantes consecuencias. Se creó una Comisión de investigación que determinó múltiples errores militares, pero debido a la acción obstructiva de algunos ministros y jueces, no se llegó al fondo de las responsabilidades políticas e incluso del propio rey, que según algunos, había animado la penetración irresponsable del general Silvestre.
El golpe de Estado del general Prim, va a poner punto final a todas las investigaciones, bajo el pretexto de la necesidad de la unidad nacional para revertir los efectos del desastre. Ésta crisis, junto a muchas otras, socavaron los cimientos de la monarquía de Alfonso XIII y que a la vuelta de una década, provocaría su caída.
LA SEGUNDA REPUBLICA ESPAÑOLA
Una vez pacificado el territorio, las aguas volvieron a su cauce y el ejército prosiguió con su tarea de facilitar los negocios. Como resultado de la guerra, el ejército de África es el más numeroso, moderno y efectivo, con una cadena de mando sin fisuras, compuesta por oficiales a los que ha hermanado el combate. Además de esto, su influencia se ha afianzado en todos los órdenes. Son oficiales de carácter, con sólidos principios conservadores y con una unidad de criterio principalmente africanista, que para entonces ya se ha convertido en una filosofía militar. Oficiales que en circunstancias normales, por su procedencia de clases bajas o incluso medias, les sería imposible hacer carrera militar, en un sistema anticuado y enormemente corrupto, como era el ejército Español de entonces, con el Comandante en Jefe de todos los ejércitos, su majestad Alfonso XIII, a la cabeza.
Multitud de jóvenes oficiales, algunos recién salidos de las academias militares; con la guerra de Marruecos, ascendieron rápidamente por méritos de guerra. Todos ellos, salvo honorables excepciones, van a formar la columna vertebral del futuro ejército de Franco y su victoria final en la guerra civil.
El advenimiento de la Republica, va a trastocar todo este estatus quo.
En 1.931, el régimen de la República estableció por decreto, la división del territorio en seis regiones: tres civiles (Yebala Occidental, Yebala Oriental y Tánger) y tres militares (Yebala Central, Gomara-Chauen y Rif)
Esta injerencia civil en el Protectorado va a enardecer los ánimos de los principales mandos del ejército, ya que esta había sido desde el principio su tarea en exclusiva y controlaban todas las relaciones, décadas de virreinato del ejército se ven expuestas por funcionarios, sabido es, en toda España la corrupción endémica del ejército.
Casos de corrupción estallan en la prensa nacional, enardeciendo las posturas encontradas de liberales y conservadores, ahora sumadas los nuevos partidos: comunistas y fascistas. El Parlamento se convierte en un caos de reproches y exigencias. Se crea la Falange Española y los sindicatos de CNT y FAI se organizan marcialmente, apoyados por el partido comunista, que van a aportar cada uno en su bando, carga revolucionaria a la situación.
En todo este numeroso grupo de oficiales jóvenes, ascendidos rápidamente y acostumbrados a manejar mando en plaza; muchos se ellos ascendidos y trasladados a diferentes destinos en toda España, pero hermanados en el combate real y muy comprometidos con todo un ideario esencialmente africanista y cargado de nacionalismo romántico, no podían tolerar tanta arrogancia, era hora de tomar el mando y aplicar lo que habían aprendido en Marruecos.
De manera, que con la ayuda de su tupida red de oficiales afectos en toda España, desde su bases en Marruecos, ahora con muchas menos obligaciones, inician planes para eliminar la república y restaurar la monarquía en un primer momento.
Unido a esto, las grandes reformas que la república está poniendo en marcha, de corte izquierdista y libertario, chocan de pleno con su mentalidad conservadora y autoritaria. Poco a poco, se va instalando en todos ellos, la idea-fuerza de ser los únicos garantes de la unidad de la patria frente a una revolución bolchevique, separatista y atea.