APUNTES SOBRE EL MERCADO

El mercado por definición es el sitio público destinado a comprar y vender.

La importancia del mercado en la sociedad musulmana es central y por ello en los primeros tiempos encontramos los mercados en los alrededores de la mezquita principal.

Dijo uno de los sabios: “El sensato no debe hacer alto en un territorio en el que no haya cinco cosas: un sultán con autoridad, un juez justo, un mercado establecido, un río fluyendo y un médico experto”.

Debido a esa importancia esencial, desde el principio se establecen una serie de normas básicas a la luz de la Revelación y de la sunna.

Transmitió al-‘Alá Ibn ‘Abdir-Raḥmán, de su padre, de su abuelo, que dijo: “Dijo ‘Umar Ibn al-Jaṭṭab, que Allah esté complacido con él: ‘No venderá en nuestros mercados gente que no aprenda el Din y no cumpla con la medida y el peso”.

Y en otra transmisión dijo: “El que no adquiera conocimiento del Din, que no comercie en nuestros mercados”.

Y ‘Alí Ibn Abi Ṭalib, que Allah ennoblezca su rostro, dijo: “El comerciante, si no es faqih, se enreda, y se enreda, y se enreda, en la usura”.

Allah, sea ensalzado, pone mucho énfasis en cumplir la medida y el peso, y amenaza seriamente a quienes no lo hacen, diciendo en Su libro: Wail para los defraudadores. Aquéllos que cuando piden que les mida la gente, les exigen la medida completa. Y cuando son ellos los que miden o pesan, merman” (Sura de los Defraudadores, 1-3).

La expresión “wail” significa ‘una gran desgracia o castigo’ y es también el nombre de un río de Ŷahannam.

Esta es la amenaza de Allah para los que menguan y engañan en la medida y el peso. E implica toda situación de no equidad en la transacción, que conlleve fraude y engaño, incluida la incertidumbre.

Otra de las transgresiones que se pueden producir en el mercado es el acaparamiento, o lo que es lo mismo, el monopolio.

Transmitió Sa’id Ibn al-Musayyab, de ‘Umar Ibn al-Jaṭṭab, que Allah esté complacido con él, del Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, que dijo: “El importador es proveído y el acaparador es maldecido”.

Con “importador” se refiere al que compra alimento fuera de su tierra para venderlo y lo trae a su tierra y lo vende, porque la gente se beneficia de él. Y el acaparador es el que compra alimento para retenerlo y perjudicar a la gente. En ese caso se le obliga a vender sin fijarle un precio determinado, puesto que deberá vender como venda la gente. El ḥadiz se entiende como referido al alimento porque es la necesidad básica.

Se ha transmitido del Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, que dijo: “Yo no fijo el precio, es Allah el que fija el precio”.

Y se ha transmitido del Mensajero de Allah, al que Allah le dé Su gracia y paz, que dijo: “La carestía y el abaratamiento son dos de las tropas de Allah, sea ensalzado. El nombre de una de ellas es el deseo y el nombre de la otra es el temor. Y cuando Allah quiere abaratar arroja el temor en los corazones de los hombres y saca el abaratamiento de sus manos y abaratan. Y cuando Allah quiere encarecer, arroja el deseo en los corazones de los hombres y retienen el encarecimiento en sus manos”.

Por citar un ejemplo actual de acaparamiento, mencionaremos que actualmente en España los bancos tienen un gran stock de viviendas en venta que no consiguen vender porque los precios son caros para los interesados en comprarlas. Y han sido los propios bancos los que han reducido la oferta de viviendas al no poner en venta muchas de ellas con la intención de crear una escasez aparente y mantener los precios elevados.

A esto hay que añadir que muchas de esas viviendas proceden de embargos efectuados a los propietarios que no pudieron hacer frente al pago del préstamo hipotecario.

La palabra “mercado”, que en su etimología designa un lugar físico, se ha convertido también, dentro de la alteración progresiva del significado de las palabras, en una alusión a prácticas absolutamente usureras. Así podemos encontrar la expresión “mercado de deuda pública”, que es el mercado en el que participan, de un lado, los países que necesitan financiación y, del otro, los inversores que están dispuestos a proporcionarles dicha financiación.

El asunto es que cuando un Estado tiene déficit recurre a pedir prestado, y una de las formas para hacerlo es emitir títulos de deuda pública. Esos títulos que emite son comprados por inversores que prestan al Estado ese dinero a cambio de que en un plazo de tiempo determinado el Estado les devuelva ese dinero junto con un porcentaje de intereses que llaman rentabilidad.

Frente a este mundo de los mercados artificiales creados por la usura necesitamos volver a la sencillez de lo ḥalal, lo lícito ante Allah.

Se dice que Iblis tomó el primer dinar que fue acuñado y lo puso ante sus ojos y dijo: “Quien te ame, será mi esclavo”.

Hoy en día no se puede decir que estemos en peligro de amar el dinar, esa pieza de oro, real y tangible, valiosa por el metal precioso del que está hecha, sino que amamos el dinero, palabra que aunque etimológicamente procede del latín denarius (denario), que era una moneda de plata, y de donde procede también la palabra “dinar”, su realidad actual es bien distinta, puesto que sólo es algo que ocupa el lugar del denarius o del “dinar”, lo representa, sin serlo.

Llamamos dinero a lo que no es dinero y le atribuimos un valor a algo que no lo tiene como tal. Y esto genera enfermedad y nos hace caer en idolatría, porque no olvidemos que la esencia de la idolatría es la representación. Es decir, se adora tal imagen o tal cosa porque representa alguna divinidad, algún poder, algo que se teme o se desea.

El asunto es tan serio que bien merece que reparemos en él. Las transacciones comerciales deben ser llevadas a cabo según los parámetros de la shari’a. Los mercados deben ser restablecidos con sus normas originales, así como la moneda, las caravanas y el qiraḍ, pues una cosa va unida a la otra.

Esto requiere conocimiento, determinación de obedecer a Allah y confianza en Él.

La recompensa será, en este mundo, ver la justicia establecida en las transacciones comerciales y beneficiarse del incremento y la bendición que ello supone. En cuanto al Otro, sólo Allah sabe.

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